Killua estaba sentando, esperando a que su familia llegará.
Cada dos meses terminando el último en los fines de semana tocaba hacer visita a las familias. Después de todo no siempre podían ver a su padres. Pero Killua odia eso, odiaba tanto que se acercara la última semana de esos meses, se tenía que preparar mentalmente cada vez.
Nunca le agrado su familia, la detestaba. Nacio en un ambiente familiar muy peculiar, asesinatos, poder a fuerza, tortura, nada de amor y más cosas inimaginables.Los Zoldyck, una familia respetada que se manejaba en el ámbito de asesinos profesionales. Nada del otro mundo pero era una familia realmente temida.
El albino siempre odio eso, por eso decidio ir a ese internado, pero no lo iban a dejar sólo, es por eso que mandaron a su hermano Illumi para que lo vigilara.
Conoció a Gon, a Kurapika, a Leorio y entendió por fin que era amar y ser amado. Que se sentía tener a alguien con quien divertirse, pasar el rato y descubrió lo raro que se siente el amor.Estaba tan distraído mirando al suelo que no notó las dos presencias que se acercaban a él.
-Entonces, ¿te tendré que ver hasta el Lunes?.
-Por lo visto así es.
Reconocía perfectamente esas voces, "¿qué mierda?".
Volteó encontrandose a dos personas juntas que nunca pensó verlas interactuar entre sí.-Uh~, una lastima- jugueteó con el pelo largo del pelinegro frente a él.
-Basta, no hagas eso- empujó la mano del pelirrojo.
Este solo volteó a ver al albino, quién estaba sentando incrédulo de lo que veía.
-Adiós Kill- se despidió haciendo un ademán para darse la vuelta e irse.
-¿Conoces a Hisoka?- su hermano lo interrogó fulminando la mirada.
-Es mi profesor- mencionó nervioso ante la presencia abrumadora de Illumi.
-Esta bien, ya hay que irnos Gotoh nos está esperando.
-Mmh- se paró y se dirigió a esa limosina tan brillante.
Después de todo no debía preocuparse, durante el tiempo que ha estado en el internado las visitas no han sido muy "singulares" en lo que cabe. Pasaba tiempo con su padre, molestaba a Milluki, de vez en cuando salía a cazar con su abuelo, jugaba a las escondidas con Kalluto, y se escabullía para pasar un lindo rato con Alluka.
Suponía que eso era lo bueno de ir de visita, jugar y divertirse con su linda hermana.A la mitad del viaje sintio como un brazo se
posaban por su cuello.-Bien hermanito, cuéntame. ¿No has asesinado a ninguno de tus amigos?- puso esa cara inexpresiva con sus grandes ojos negros.
-¿A qué viene esa estúpida pregunta?- quito el brazo que lo rodeaba, realmente quería pegarle.
-Oh, no te pongas así. Solo preguntaba, me iba a hacer muy feliz si me decias que si.
La culpa lo estaba consumiendo, quería decirle a alguien, hacer algo pero no quería traicionar la confianza de su buen amigo.
-Kuru, ¿en qué tanto piensas?.
Kurapika y Leorio estaban sentados en un parque de la institución, el cual solo lo adornaban la cabella rubia y la cabella negra.
Ellos se acompañaban mutuamente, ya que en los fines de visita a la "familia", ellos no tenían a donde ir.-Nada Leorio- recargó su cabeza en el hombro del mayor.
-Sabes que cualquier cosa me puedes decir- agarró de los cachetes al rubio, haciendo que los dos se mirarán a los ojos.
-Si, ya sé- puso sus manos encima de las del peligro, mirando al suelo con remordimiento.
-Kurapika- era raro que él le dijera asi, normalmente lo llamaba por su apodo.
-Dime.
-Nada, olvídalo- se arrepintió de lo que iba a hacer -¿vamos por un helado?
Gon se encontraba jugando con el pequeño gato blanco de Kite.
Sus juguetonas risas resonaban por toda esa habitación.
-Basta, basta, yo también te voy a morder caramelo- alzó sus manos para empezar a acariciar la panza del felino, quién se defendía intentando morderle las manos.
"Caramelo", el gato de Kite. Un regalo de Morel. Cuando Gon se enteró que Kite tenía un gato se emocionó mucho, el era fan de los animales y más de los felinos. Siempre visitaba a Kite solo para ver al tierno gato.
-Yo creo que venir a mi casa es solo una excusa para ver a Caramelo- el peliblanco estaba sentando en un sofá leyendo un libro.
Su dulce risa llenaba la habitación.
-¡No es cierto Kite!, también vengo a verte a ti- miro de cabeza al mencionado, ya que estaba de espaldas -por cierto Kite, ¿podrías llevarme al cementerio por favor?, quiero visitar a tía Mito, hoy es su aniversario.
Desvío su mirada, sea cuál sea el prestigio de Ging, y que fueron amigos muy cercanos le enojaba que no estuviera para su hijo. El se dijo a sí mismo que no importará lo mucho que se ocupará, si tuviera un hijo siempre estaría para él.
Kite sabía lo mucho que Gon la había pasado mal, y aun así seguía con ese ánimo tan resplandeciente.
Su madre, la mujer más dulce que Kite conoció murió dando luz, Ging lo abandono con su prima y abuela. Por la edad avanzada de la última no tardo mucho es padecer y Mito había fallecido apenas el año pasado. Y en esos momentos Ging nunca se digno siquiera a aparecer, ni para consolar a su hijo, ni dar el pésame por su familia.-Claro Gontzy- un apodo que el mayor le puso por cariño.
-¡Kuru!, mira eso- emocionado como niño pequeño Leorio señalo un letrero.
-¿Toma esto y te crecerá 10 cm?- el rubio leyó un cartel que estaba arriba de un edificio.
Los dos chicos habían salido a pasear por la ciudad.
-¡Ese no pendejo!- le dió un zape -¡ese!- señaló un cartel en un bar, "por 3 rondas de cerveza, comida gratis".
Al leer esto los dos se miraron complices, rieron con malicia y entraron a aquel bar.
Luego de unas 3 horas nuestro rubio y pelinegro favorito ya estaban muy borrachos, pero con su comida gratis.
-Hip, Leolio, ¿por que te ves tan, hip, viejo?- el rubio que estaba muy mareado apoyo sus brazos en la mesa para recargar su cabeza.
-No se, tu dime por que te ves tan guapo, hip- soltó unas risitas con olor a alcohol.
Salieron tambaleándose de aquel bar y solo a unas cuadras Leorio le dijo algo a Kurapika.
-Kurapika- otra vez lo llamo solo por su nombre.
-Basta, hip, no me digas así que pienso que estas enojado conmigo- golpeo delicadamente el hombro del pelinegro.
-Kurapika, hip- agarró las manos suaves y pálidas del rubio.
-¿Qué traes Liolio?.
-Kurapika, pareces un hurón- se quedó atontado viéndolo -a mi me fascinan los hurones.
El rubio pudo sentir como algo cálido se posaba en sus labios, no sabía que era y de tan borracho que estaba no podía pensar bien. Ese calor lo hacía sentir bien, tan bien que rápidamente buscaba más, presionando sus labios.
Leorio lo estaba besando.
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𝘊𝘢𝘳𝘪𝘤𝘪𝘢𝘴 𝘳𝘦𝘱𝘶𝘭𝘴𝘪𝘷𝘢𝘴 [ʜxʜ]
Teen FictionSe sentía asqueado cada vez que ese monstruo pasaba sus manos, profanando su cuerpo frágil y delicado. Ese monstruo que le tenía que decir "profesor" ¿Mi familia sigue viva?, ¿un pobre rubio con el corazón destrozado podrá cumplir por fin su venganz...