18- Emboscada

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Reconocía perfectamente ese lapiz. Vio al profesor Chrollo utilizarlo un montón de veces. Era obvio que era de él, ¿quién más tendría un apellido tan peculiar como ese?

Debía pensar en todo esto, Chrollo el profesor que le estuvo dando clases extras al final de clases por ya 6 meses y que fue su profesor en su décimo año, ¿qué sabía el sobre su familia?

No confiaba plenamente en él cómo para tomar eso como una traición, pero convivió con él tanto tiempo, ¿cómo no se dio cuenta?
Y la pregunta que lo carcomía, ¿acaso él sabía quien era él?

No, era imposible. Guiándose por la conversación que escucho podía deducir que no sabía, pero tenía esa duda.

Salió de esta habitación tratando de dejar todo como estaba, impecable por qué si tenían la menor duda se podría estar poniendo en peligro. Tenía que decirle a sus amigos y actuar lo más rápido posible, tenía esa ansiedad que de muy pronto sabrían quién era.

Debía ir rápido a los dormitorios, tal vez descansar un poco. Aún eran las 5 am,
al menos hablarles a sus amigos a las 7 am.

El sol estaba saliendo, la pequeña abertura de la cortina de le dio pasó a los rayos del sol que pegaban a dos cuerpos semi desnudos en una cama. 

Gon se encontraba arriba del pecho desnudo del albino, se habían dormido abrazados. El pelinegro se removió sobre su lugar para luego dar una vuelta y quedar de espaldas.
Nuestro albino lentamente abría sus ojos.
Le pesaban, posiblemente por haberse quedado un poco tarde y por que era tan temprano. Volteó a su lado encontrándose con una linda escena, su querido niño abrazado de una almohada, un pequeño hilo de baba bajaba por su boca, sus cabellos desordenados y su linda piel un poco roja.

Acaricio esos cabellos suaves y sedosos, le gustaba cuando Gon se dejaba su pelo natural y no se ponía demasiado gel. Definitivamente lo amaba, un amor que iba más allá de cualquier límite. Un amor sincero, no solo se gustaban y ya, ese amor sincero que aún siendo amigos y no haber formalizado nada sabían que se querian con la misma fuerza.

Quito sus sabanas y se levanto con pesadez al baño. Lavo su cara, posiblemente se iba a volver a dormir, estaba muy cansado. Pero la decisión de no hacerlo vino por que el escucho un "ting".
Alguien le había mandado un mensaje, volteó a ver el rejol que tenían en una mesilla al lado de la cama, marcaba las 7:13 am. ¿Quién le podía estar escribiendo tan temprano?

Agarro el celular y deslizo la pantalla, viendo que era Leorio quien le había mandado mensaje.

-¿"Tenemos que vernos, ya"?- leyó el mensaje con una clara duda.

Después de un intercambio breve de mensajes los chicos decidieron reunirse en la habitación de los dos menores, ya que seguían asoñados y no quedaba muy lejos, aparte que era un lugar privado donde podían hablar con total libertad.

-¿Qué quieren?, ¿por que quieren que nos veamos tan temprano?-, un albino asueñado, con los pelos alborotados y solo con un short abrió aquella puerta, dejando pasar a un Kurta nervioso y a un pelinegro serio.

Leorio volteó a ver la habitación, viendo a un gon tirado en la cama con una camiseta puesta y unos boxers, viendo como tenía la piel levemente roja. Y regreso su mirada a Killua, específicamente a su espalda, ya que este se había volteado para ir a sentarse en la cama. Fijándose de unas pequeñas marcas de rasguños en esta.

-Mierda, ¿aunque sea usaron protección?.

Pregunta que hizo que el pequeño de tez morena se sonrojará, y Kurapika se diera cuenta de lo que había pasado, mientras que Killua solo pudo decir:

𝘊𝘢𝘳𝘪𝘤𝘪𝘢𝘴 𝘳𝘦𝘱𝘶𝘭𝘴𝘪𝘷𝘢𝘴   [ʜxʜ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora