Durante todo el camino los dos fueron en silencio, hasta que llegaron al departamento del mayor, departamentos que se veían lujosos.
-Wow, realmente pensé que eras pobre.
El pelirrojo solto una sonora carcajada.
Al entrar realmente el recibidor era muy bonito.
-El viene conmigo- escucho como el pelirrojo lo señalaba mientras hablaba con el guardia -apúrate, ¿o vas a dormir acá abajo?.
-Ah, si, perdón.
Sexto piso, el departamento del pelirrojo se ubicaba en el sexto piso. Pasaron y el albino se fue a sentar en el sillón.
-Dime chismoso, ¿pero puedo saber por qué viniste?.
El de ojos miel se encontraba en la cocina preparando algo.
-No es algo que te incumba imbécil- cruzó sus brazos.
-¿Por qué tan agresivo chérie?.
-Ohhh, no sé. No debería estar para nada molesto, ¿verdad?. Como me encanta que sea el juguete personal de un enfermo solo para proteger a un amigo- fulminó al más grande con un claro enojo.
El pelirrojo se quedo callado.
-¿Sabes?, tengo más cosas que escupirte en la cara, pero realmente no estoy de buen humor.
-Ten- le ofreció una taza de café, se sentó enfrente del albino -se que te gusta mucho el café, no tan dulce y con poca leche, Illumi me dijo.
El ojiazul agarro la taza y la sostuvo entre sus manos, sentía la calidez en las palabras del payaso y eso lo confundía muchísimo.
-Gracias- le tomó un sorbo, pero que raro era el pelirrojo -aunque me fascina más cuando le ponen canela.
-Entonces la próxima le pondré canela mon amour.
-¿Te puedo hacer una pregunta?- dejo cuidadosamente la taza en la mesita que tenía al frente.
-De hoy en adelante las qué tu quieras mon chat.
Soltó una risa juguetona.
-Basta, ¿cuándo te agarro lo de decir pequeñas cosas en francés?, pareces un viejo coqueto.
Pudo sentir como al escuchar su risa tan risueña y exquisita hacia que su corazón palpitaba, y un extraño pero acogedor sentimiento se asentaba en su estómago
-Soy tu profesor de francés, no sé que esperabas, y aparte no estoy tan viejo- intentó no verse nervioso.
-Fuera de las clases nunca me habías hablado en francés- ignoró por completo el tema de la edad del más grande.
-¿Esa era tu pregunta?- bufó ligeramente molesto.
-Ah si, no- guardó silencio durante un rato, movía sus pies de arriba a abajo, y jugaba nerviosamente con sus dedos- ¿por qué eres tan bueno comigo?, ósea, al inicio no pero...- no encontraba las palabras para decirlo -es que, tú, no digo que este bien que me toques pero, estoy acostumbrado que cuando alguien vaya a hacerme algo, no es lo único que haga, ¿entiendes a lo que me refiero?.
Sintió como su corazón se estrujaba al oír esas palabras de la boca del menor.
-Me da tanta pena decir esto, mucha verguenza. Realmente odié tus toques al principio por que solo me traían amargos recuerdos, pero, tu nunca pasaste de los besos y caricias.
-¿Alguien más te ha hecho algo así?- fue lo único que pudo articular de sus labios, estaba tan sorprendido.
-Si, y muchas veces.
El ambiente había quedado en silencio, estaba tan tenso, pesado y muy abrumador de tristeza.
-¿Tiene algo que ver con qué hayas venido aquí?.
-Algo, si, en parte.
El pelirrojo miraba al suelo con culpa.
-Killua, yo...- quería decirle, quería decirle para justificar lo que le había echo, para justificarse y no sentirse tan culpable.
-Kurapika- escuchó interrumpiendo lo que iba a decir el de ojos oros -cuando me vió en esos momentes el realmente te quería matar, pero sabía que yo era su prioridad, por qué a él le conte sobre esto. No a detalle, claro, solo le dije que había sido alguien de mi familia. No me sorprendería que regresando fuera la policia a por ti.
-Bien, me parece justo después de lo que te hice, tontamente pensé que te iba a terminar gustando. Igual y no fue la mejor manera, perdón. Se que no arreglará nada, nunca me intereso Gon. Este trato queda roto, ¿bien? Te doy mi palabra que no le haré nada a Gon, y si quieres ya no volver a verme, puedo renunciar.
Espero la respuesta del menor, pero no dijo nada. Al alzar su mirada vio como el de piel fría lloraba, lloraba tanto, tan desconsoladamente que le rompía el corazón a su profesor.
-Killua...-, ¿por qué le dolía tanto verlo así?
-Eres la primera persona que me pide disculpas...
Sus ojos soltaban cascadas de amargura y dolor.Parándose con cuidado se sento al lado del albino con el objetivo de abrazarlo, enrolló el cuerpo del menor con sus brazos mientras oía los sollozos desgarradores que soltaba el pequeño.
Se veía tan frágil, de la forma frágil que siempre lo quiso tener, frágil como para por fin consolarlo y compartir ese momento.Acariciaba sus hebras blanquecinas con sumo cuidado, sentía que el albino era de cerámica y en parte por eso trataba de ser tan suave y cuidadoso con él.
-¡¿Kurapika, y por qué no nos dijiste antes?!, ¡el bienestar de Killua importa más que su orgullo!- el pelinegro gritaba furioso -¡ese maldito pendejo!, ¡cuándo lo vea lo dejaré sin huevos!.
-Leorio, cálmate, pensemos con la cabeza fría. Tenemos que hablar con Killua, hay que preguntarle si realmente Hisoka no lo ha vuelto a hacer, por que si es así ya no tendremos piedad. Iremos a golpear a ese imbécil.
-Bien, estamos en la misma sintonía. Luego haremos que despidan a ese bastardo.
-Si, tenemos que decirle a Gon para que este enterado.
-Bien, marquémosle.
Risas y carcajadas infantiles escuchaba Kite.
-Bien, ¿te gusto el chocolate caliente?.
-¿Qué si me gusto?, ¡me encanto!- decia relamiendo sus labios.
Su móvil empezo a sonar.
-¿Ah?, ¿Kurapika?.
Kite empezo a levantar los trastes sucios del comedor. Le gutaba tener todo limpio.
Su linda casa se ubicaba por una pequeña montaña en un suburbio alejado de la sociedad, era por eso que era un poco complicado ir allí. Pero Kite siempre le mandaba una aeronave solo para Gon pudiera ir.
Kite le tenía un enorme aprecio al pelinegro, tanto así que después de las primeras visitas le acomodó una habitación únicamente para él.-Bien Gontzy, ¿preparado para mis galletas de fresas?- Kite regreso al comedor.
Solo para toparse con un Gon preocupado.
-Kite, es una emergica, me tengo que ir perdón- empezó a guardar sus cosas.
-¿Emergencia?, ¿de qué tipo?- dejo las galletas en la mesa.
-No sé, pero Kuru me dijo que tengo que ir, perdon. Lo siento Kite.
-Esta bien, no te preocupes. Pediré una aeronave para que llegues.
-Gracias- abrazo al de pelos blancos -y gracias por ayudarme con mi tarea.
El ojiazul estaba reposando en la casa del pelirrojo. Estada durmiendo, y con razón si había llorado un montón.
Dormía plácidamente pero se le notaban las ojeras rojas de sus ojos. Dormía profundamente.
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𝘊𝘢𝘳𝘪𝘤𝘪𝘢𝘴 𝘳𝘦𝘱𝘶𝘭𝘴𝘪𝘷𝘢𝘴 [ʜxʜ]
Novela JuvenilSe sentía asqueado cada vez que ese monstruo pasaba sus manos, profanando su cuerpo frágil y delicado. Ese monstruo que le tenía que decir "profesor" ¿Mi familia sigue viva?, ¿un pobre rubio con el corazón destrozado podrá cumplir por fin su venganz...