Capítulo 9

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Gaizka

Estaba aburrido vagando por el bosque, como siempre, cuando vives tanto tiempo la vida se empieza a tornar muy aburrida.

Honestamente dejé de contar mis estaciones cálidas cuando llegaron a las 135, ha pasado mucho desde eso.

He vagado por todo el continente y océano, buscando algo que me saque de esta vida monótona, he ido incontables veces a la región de los obors, son los animales más grandes y peligrosos de este mundo, solo los machos de cuatro rayas pueden matar a uno y con un poco de dificultad.

Tener una hembra nunca pasó por mi cabeza, son repulsivas. No cuidan su apariencia en lo absoluto, se dedican a comer, tienen la piel seca y dura por quemadura del sol, son malolientes ya que no les gusta bañarse muy seguido, sus cabellos son tan enredados que parecen un nido de pájaros y ni que decir del carácter de las hembras, son despreciables, creo que es por el hecho de ser tan mimadas, como son escasas y cuidadas se creen lo mejor del mundo, desprecian a los machos, son unas interesadas que sólo usan a los machos por su fuerza, muchas veces mandan a sus machos a morir con los obors ya que las hembras codician el cristal rojo que se encuentra en el corazón de un obor, estos se deshacen en la boca de las personas, dan diez años de vida, salud y juventud, también sana a alguien que está herido o enfermo de muerte, he consumido varias de estas ya que, bueno, la vida es aburrida pero aún no quiero morir ni envejecer.

Normalmente las hembras solo aceptan machos con una raya para arriba, conseguir rayas no es tan fácil, hay muchos sin rayas, los machos más escasos son los de cuatro rayas, deben haber menos de diez en todo el continente con más de cincuenta mil bestias.

En todos mis viajes nunca conocí un macho de cinco rayas además de mi, irónicamente cuando llegas a las cinco rayas pareciera que no tienes ninguna, se te borran todas.

Aunque eso no fue un inconveniente para mí, de hecho fue lo mejor, aunque las hembras no suelen aceptar bestias de sangre fría, hay algunas que lo hacen por poder, ninguna hembra se ha interesado en mi así que no ha sido necesario matarlas por molestas.

Aunque con los machos ha sido diferente, al pensar que no tengo rayas, piensan que soy débil e intentan atacarme. Todos terminan devorados o muertos.

Creo que iré al océano a ver qué hay de nuevo, también me gusta mucho el agua así que tal vez me quede mucho tiempo ahí.

Saco mi lengua para olfatear mejor el ambiente, cuando me llega un aroma extraño pero excitante, es algo dulce y embriagador, tal vez sea alguna fruta o un tipo de afrodisíaco que desconozco, aunque tengo curiosidad no le doy mucha importancia ya que no me gustan las frutas y si fuera un afrodisíaco me haría desear una hembra, no estoy dispuesto a atarme de por vida a una molesta hembra por culpa de una estúpida planta que despierte un apetito sexual en mi que nunca he tenido.

Sigo deslizándome por el bosque en mi forma bestia, casi no la uso porque es demasiado grande pero hoy tenía ganas de estar así.

El dulce aroma se hace más fuerte, lo cual me desconcierta ya que había tomado un camino diferente, seguramente es alguna fruta y una bestia se la está llevando como cortejo para una hembra, son tan patéticos atendiendo a una hembra, se esclavizan y lo único que reciben a cambio son maltratos.

Iba a ir por otro camino para evitar a esas bestias, según mis sentidos deben ser unos cuatro y no tengo ganas de molestarme en matar a escorias patéticas, pero algo me detuvo en seco, gritos, gritos de una hembra, su voz suena tan suave, no es aspera como la de las otras hembras, algo en mi se activa, un instinto de protección que nunca antes sentí, debo protegerla.

Me deslizo rápidamente hacia los gritos, conforme me voy acercando el aroma dulce se vuelve más fuerte.

Al llegar mis ojos escanean la escena frente a mi, hay tres machos de pie mirando a uno en el piso que está sobre una hembra mientras la desnuda, ella voltea la cabeza y me mira, quedo congelado al ver esos hermosos ojos verdes llorosos, mi instinto asesino despierta más fuerte que nunca cuando la escucho susurrar la palabra "ayuda" me doy cuenta que perdí tiempo valioso hipnotizado por ella.

Rápidamente voy por el maldito que la está lastimando, al notar mi presencia los otros tres me atacan, el primero en abalanzarse sobre mi fue un zorro que devoré de un solo bocado.

El que estaba sobre ella habla y se transforma en un león, estoy agradecido de que haya dejado de lastimarla así que enrosco mi cola en él para triturar sus huesos hasta quitarle el último aliento mientras devoro a los otros dos que quedan.

-Gracias- escucho que dice la dulce hembra, el dulce olor era ella, me acerco asustado al ver como cierra los ojos, la cargo veo que cae sangre de su cabeza.

Aterrorizado, con la dulce hembra en brazos voy hacia la aldea más cercana, a unos minutos hay una aldea de bestias caballo, también está la aldea de leopardos pero esa está un poco más alejada.

Al entrar al territorio de la aldea algunos guardias se acercan a mi.

-No quiero pelear, esta hembra está herida y necesita un curandero inmediatamente- digo dejando libre mi presión bestial de bestia de cinco rayas, ellos al sentirla saben que no tienen oportunidad contra mi, así que me dirigen rápidamente a la cabaña del curandero

El rápidamente la atiende pero noto la preocupación en sus ojos.

-No estoy seguro si sobrevivirá, perdió mucha sangre y parece estar deshidratada y desnutrida, ¿Qué le hiciste para que esté así? Ni siquiera la has alimentado bien.

-No es de tu incumbencia, pero yo la encontré en ese estado hoy, cuídala, si no sigue con vida cuando regrese, mataré a toda tu aldea.

No esperé respuesta y me fui a toda velocidad, nunca tuve la necesidad de ir lo más rápido que mi cuerpo me permitiera hasta ahora, tengo cristales ocultos en diferentes partes del continente ya que no me gusta cargar con ellos, los más cercanos están a una dos o tres horas a paso normal, pero al estar tan apresurado llegué en menos de una hora, al desenterrar el bolso de piel lleno de cristales vuelvo a gran velocidad.

Al llegar nuevamente a la aldea voy rápidamente a la cabaña del curandero y lo veo untando una mezcla rara de hierbas en algunas heridas de la hembra, lo empujo alejándolo de ella.

Me acerco a ella, abro su boca y pongo el cristal rojo en su lengua mientras la abrazo y beso su mejilla.

Me quedo con ella un rato, aún sin poder procesar que recién la conocí y casi la pierdo, no dejaré que nada ni nadie vuelva a lastimarla jamás.

Ella definitivamente es diferente a las demás hembras, me agradeció cuando maté a los errantes, las hembras nunca agradecen nada porque creen que hacer todo es la obligación de los machos, su piel es blanca y tan suave, huele tan bien, su voz es tan suave.

Quiero que sea mi hembra, pero no voy a hacer lo que hacen todas las serpientes y otras bestias de sangre fría, no la voy a secuestrar u obligar a estar conmigo, quiero que esté conmigo por voluntad propia, si ella me rechaza, me quedaré a su lado como su guardián, pero estaré a su lado y la protegeré por el resto de mi vida.





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Mundo de BestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora