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Luz lo quedó mirando enmudecida, y él la miraba esperando una respuesta. Prosiguió:

– ¿O un café?... O te puedo invitar a almorzar...

– ¿Un té? – pregunto Luz y se cruzó de brazos, mirándolo desafiante.

– Un té está bien para mí.

– ¿No se supone que yo te debía una comida?

El se rió.

– Por supuesto, eso aún está pendiente. Pero ésto es algo a parte, quiero conocerte más... Claro, si vos estás de acuerdo.

De repente, la imagen de esa mujer alta que lo acompañaba la noche anterior se le vino a la cabeza.

No quería juzgarlo, pero quería conocerlo bien antes de ilusionarse por una simple invitación a tomar algo. No tenía la vara por el suelo tampoco.

– Bien. Sólo como vecinos, nada más. – le dejó en claro.

Él la miro en silencio unos segundos. No era lo que esperaba oír.

– Si, obvio. – sonrió resignado. Al menos había aceptado.

– Bueno. Yo tengo libres los jueves a la tarde, salgo a las cinco de la escuela.

– Jueves a la tarde será entonces. ¿En dónde es?

Luz le dió la dirección, y le explicó cómo llegar. Gustavo se ubicó enseguida y quedaron en que él pasaría por ella.

– Y odio la impuntualidad. Que quede claro.

– Solo como vecinos, y puntualidad. Anotado. – comento en broma, riendo.

– Chau Gustavo.

– Chau, te dejo seguir con tu limpieza... Y lavado de ropa interior.

Ella cerró la puerta antes de echar a reír.


• • •

El jueves, cuando salía de la escuela donde enseñaba, lo vio a lo lejos.

Estaba apoyado en un Fiat 147 modelo 83' negro. Sus rulos parecían más esponjosos y despeinados que de costumbre, y fumaba un cigarro con tranquilidad. Al verla sonrió.

– Gustavo. – al llegar a su lado extendió su mano.

Gustavo la tomo, pero en vez de estrecharla dejó un beso en ésta.

– Luz. – la saludó caballeroso. Ella sonrió.

– ¿Es tuyo?

– Así es...

– ¿Como es que no sabía que tenías auto?

– Lo que pasa es que siempre que salgo suelo tomar. – explicó riendo.

– Ah, ya veo...

Él le abrió la puerta de acompañante, y luego subió en el asiento de piloto.

– ¿A dónde vamos? – le preguntó ella.

– ¿Tenés algún lugar favorito?

– Si, pero hay otro donde siempre quise ir y nunca pude.

– Vos guíame entonces.

Gustavo condujo por las calles transitadas hasta llegar al lugar donde Luz le indico.

En remolinos | Gustavo CeratiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora