Cuando los chicos dejaron de tocar, a los minutos después de cobrar su trabajo volvieron con los demás.Le dieron su parte correspondiente a Charly aunque este no haya tocado, y siguieron disfrutando de la noche.
– ¿Y, que te pareció?
– Increíble. – sonrió ella. – No sabía que podían improvisar así.
– ¿Viste? Muchas horas de ensayo, pero siempre se puede lograr algo lindo si estamos en sintonía. Lo único que nos faltó nuestro baterista... Pero para la próxima el dueño ya está avisado. – explicó el.
– Felicitaciones, a los dos. – volteo a ver a Zeta, y éste le agradeció con un movimiento de cabeza mientras bebía de su vaso.
– ¿Y ustedes, de qué charlaron, mhm? – Gustavo le dió un empujoncito a Luz.
– De la vida. – Luz volteo a ver a Charly irónica. Y éste, exhalando el humo de su cigarro miraba hacia la mesa sin decir nada.
Gustavo no se sorprendió ante la actitud de su amigo. Sabía que solía ser callado, y que esa noche había estado algo molesto porque no había podido tocar con ellos.
Después de un rato, Luz se incorporó.
– Bueno, creo que yo me voy yendo.
– ¿Te acompaño? – Gustavo se paró a su lado.
– Noo, está bien. Me tomo un taxi, quédate con los chicos.
– No, si los chicos se van para el otro lado. Vamos juntos, si total vamos al mismo lugar. – rió él, tomando su campera.
Se despidieron de todos, y tomaron un taxi hacia el edificio. En el camino a casa, charlaban de cosas indistintas. Hasta que Luz quiso tocar el tema:
– Hay algo que me dijo tu amigo Charly... Que me pareció re fuera de contexto.
– ¿Qué te dijo? – preguntó Gustavo.
– Me pregunto si éramos amigos nada más, porque vos siempre caías con una mina distinta. – lo miró curiosa.
Él se rió y miro hacia adelante.
– Qué chabón.
Fue lo único que dijo, como si aquello fuera divertido más que desubicado.
– ¿El es así siempre?
– ¿Así como?
– De hacer esas preguntas que nada que ver... Que se yo, podría haberme preguntado algo sobre mi vida.
– ¿Te molesto lo que te dijo? Le voy a parar el carro cuando lo vea entonces, quédate tranquila.
Ella no dijo nada, y desvío su mirada otra vez por la ventanilla. La radio del taxi sonaba bajita de fondo, y el reloj ya marcaban las cinco de la mañana.
No era lo que esperaba escuchar.
Cuando llegaron, Gustavo insistió en pagar el taxi y entraron al edificio.
Al subir al segundo piso, ambos se detuvieron ante la puerta de Gustavo.
– ¿Te acompaño a tu departamento? – pregunto divertido. Se notaba que aún estaba algo en pedo.
– Si está acá arriba, ¿Que me va a pasar en el camino? – rió ella.
– Bueno... Gracias por venir hoy. – dijo el, parándose más erguido frente a ella.
– Gracias por invitarme, la pasé muy bien. Tocaron re lindo, y tus amigos son muy piolas...
– Gracias... Si son re piolas los chicos. – sonrió él y la quedó mirando en silencio.
ESTÁS LEYENDO
En remolinos | Gustavo Cerati
FanfictionLuz es la nueva vecina de Gustavo. Sus vidas, casi por casualidad se cruzan en remolinos.