34. daylight

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📍Mónaco
🗓 25 de junio de 2022

Tenía mi espalda apoyada en su pecho, habíamos pasado horas hablando y según pasaba el tiempo más cómodos nos habíamos puesto. Primero me quité los tacones y en algún momento terminé descalza con la camisa de Max puesta y con los pantalones cortos que llevaba debajo del vestido. Max se había quedado con los vaqueros, en calcetines y sin camisa, la cuál, repito, ahora tenía yo.

El sonido del agua chocando levemente con los barcos se escuchaba por debajo de nuestras voces hablando en susurros.

Sus manos rodeándome por la cintura, pegándome a él, se sentían como algo tan habitual. Me encantaba estar así con él. Con mi novio. Sonreí como una boba solo de pensarlo.

Estaba tan cómoda en sus brazos que cada vez me pesaban más los párpados.

-Espera un momento, linda. No te duermas.- me dijo cuando bostece.

-No me duermo.- repetí mientras me acomodaba entre sus brazos y cerrando los ojos.

-Está a punto de amanecer.- susurró en mi oído y abrí los ojos lentamente para ver el horizonte.

Seguía siendo de noche, pero ahora el cielo estaba ligeramente más clarito, las estrellas ya no se apreciaban y la luna se veía menos brillante.

-Tengo sueño, Max.- me quejé y me giré un poco, refugiándome en su pecho. Quise morir cuando el neerlandés dejó un beso en mi coronilla.

-Si quieres dormir, duérmete, preciosa.- acarició mi pelo.

-Pero también quiero ver el amanecer.- solté un jadeo mientras me removí un poco. Tenía sueño y eso me hacía comportarme como una niña pequeña.

-Son casi las seis, ya mismo amanece y luego puedes dormir todo lo que quieras.- bostecé y asentí.

Nos quedamos en silencio viendo como el sol salía poco a poco y mientras Max acariciaba mi pelo, cerré los ojos y sentí al neerlandés cogerme en brazos.

Me dejó en una superficie suave y cómoda y me acomodé como pude, no abrí los ojos. Se tumbó a mis espaldas y me rodeó con sus brazos, dejó un beso en mi hombro, sonreí somnolienta. Me encantaba que fuera tan cariñoso. Me pegué más a su cuerpo y Max me abrazó con firmeza.

-Espero que esto no sea la cama de Charles.- murmuré y él soltó una risa por lo bajo.

-No lo es, esta es la habitación de invitados.

-Maldito yate. Una habitación de invitados y todo.- maldije por lo bajo.

-Tal vez me compré uno.

-¿No te parece suficiente con tener un jet privado?- pregunté aún con los ojos cerrados y de espaldas a él.

-No sé. Me ha gustado el yate.

-Podríamos escaparnos con este, ¿sabes navegar?

-Lamento decirte que no. Lo único que hago bien es conducir.

-Eso no es verdad, no digas tonterías.- me giré entre sus brazos para observarle.

Gracias a que la habitación tenía unas pequeñas ventanas, la luz del amanecer entraba por estas y podía ver el rostro de Max perfectamente.

-¿Me estás diciendo que no sé conducir?- me preguntó con un falso tono de indignación.

-Sabes que no me refiero a eso. Haces muchas cosas bien y un ejemplo es esa lasaña que has hecho para cenar. Quiero llevarme todo lo que ha sobrado, a Lando le encantará.

-Espero que tu hermano me pueda perdonar con un trozo de lasaña.

-Es un dramático. Piensa que a mi madre ya le caes bien, te ha dado la receta de su lasaña.- le recordé.

Gorgeous | Max Verstappen [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora