No te desmayes

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Han pasado exactamente tres semanas desde que inicié a trabajar en la mansión de los Jardines Blancos y tengo claro tres cosas.

La primera es que me encanta trabajar mucho aquí, todos los trabajadores me han dado un trato muy amigable desde el día número uno, he hecho muchas nuevas amistades con las muchachas que me ayudan en la cocina, con alguno de los jardineros y otros chicos que desempeñan alguna determinada labor en la mansión, pero con quien más me he acercado es con Jennifer, ella es muy linda y amigable, cada vez que tenía algún problema para encontrar ingredientes o algunas sartenes ella muy amablemente se ofrecía a mostrarme paso a paso el lugar de cada cosa, algo que pude notar en ella es que es como yo, bastante callada o al menos esa es la impresión que tengo de ella.

Otras de las cosas de las que me he dado cuenta es que la mansión es bastante visitada, haciendo cuentas, la familia es visitada mínimo cuatro veces al día. Siempre Lucrecia solicita que prepare algún postre o las galletas de avena que se han convertido en las favoritas de la niña Anastasia, todo acompañado de café o una nueva bebida que tuve que aprender a preparar. Por lo visto la familia Telnaster no es originaria de Canadá, ellos son legítimamente británicos, así como te imaginarás tuve que aprender a hacer té. Tuve muchos fracasos al principio, incluso la señora Margot bromeo una vez diciendo que trataba de preparar el té más horrendo del mundo, ya con la práctica logre ser una auténtica dama del té, aunque admito esa bebida es desagradable.

Y por último me he dado cuenta de que la familia es un completo encanto, todos son agradables y sencillos, Lucrecia siempre se asegura de si estoy cómoda y si estoy feliz, la señora Margot y el señor Dominic no se quedan atrás, en los pocos momentos que los veo porque casi no se mantienen en casa, me preguntan si estoy feliz en la casa y cual platillo les prepararé, ahora se mejor sobre sus preferencias en la comida. La niña Anastasia es una dulce personita, siempre que se entera que tengo que preparar los postres para sus invitados, ella se ofrece a ayudar, bueno al menos lo intenta, porque solo se dedica a comerse lo que preparo. Todos son realmente buenos jefes, a excepción del señor Nicholas, ese hombre sí que es un misterio, nunca lo veo por la casa, de hecho solo una vez más lo vi desde aquella primera comida que hice aquí y donde me miraba de forma extraña.

Estoy en la cocina preparando un gelato de vainilla para la niña Anastasia quien por cierto está al frente de la encimera donde estoy terminando de colocarle las chispitas que me pidió colocarle al suyo.

-Pero Fio, esto no es gelato, es helado-me dice la pequeña mientras le da una larga lamida al que tiene en una mano, sonrío al escuchar su apodo para mí.

-Es gelato porque es echo con una receta especial mágica que hace que tenga un sabor más rico que el helado común-le explico jugando un poco con ella.

-¿De verdad es mágica?-pregunta con sus ojitos iluminados, asiento con la cabeza mientras sonrío-Entonces le daré un poco a mi primo Nicholas para que sonría más-escuchar el nombre del señor Telnaster hace que me concentre más en la pequeña.

-La verdad Ana-le digo por el apodo que elegí para ella-Ni mi gelato mágico podría quitarle esa cara de amargado a tu primo- la pequeña y yo reímos de nuestra pequeña charla sobre su primo.

-¿Así que soy un amargado señorita Fiorella?- dice la voz varonil del señor Nicholas y tanto Anastasia como yo abrimos nuestro ojos de par en par por haber sido atrapadas hablando a sus espaldas.

-Hola primo-dice la pequeña mientras se baja del asiento donde estaba-Solo vine por mi gelato, así que ya me voy-no termino de procesar todos sus movimientos cuando ya la pequeña traidora ha salido de la cocina, bueno es momento de poner mi mejor cara.

-¿Se le ofrece algo señor?-pregunto fingiendo que no llamé amargado al nieto de mi jefa.

-Sí, quiero que respondas a mi pregunta-me dice con cara seria. Hoy lleva un traje de tres piezas color carbón que van a juego con sus lentes, todo en él es intimidante, en serio, es la tercera vez que lo veo desde que trabajo para su familia y tiene que venir justo en el momento que digo un pequeño comentario hacia su persona.

-¿Quiere que le sea sincera?- le pregunto enarcando una ceja.

-Por supuesto-me dice cortante.

-Por donde empiezo- digo, viéndolo a los ojos continuo-Es un completo grosero, desde que llegué no he hecho más que tratar de hacer mi trabajo lo mejor posible, pero al señor eso no parece complacerlo, ya sé que le dijo a su abuela que no cocino tan bien como para que me tenga tanta estima-le reclamo lo que me comentó una de las muchachas que trabaja conmigo en la cocina, ella lo escuchó mientras le servía el té a Lucrecia y al señorcito aquí presente.

Admito que eso me puso un poco triste, ya que la cocina es mi mayor alegría, me hace sentir más cerca de mi nona y que alguien como el señor Nicholas que es más que evidente ha visitado restaurantes de alta categoría diga que mi comida no merece la pena me desanima en demasía. Se queda callado por varios minutos al punto de que creo que no dirá nada y como siempre solo se dará la vuelta y se irá a Dios sabe dónde, sigo sin entender en que ganan dinero en esta casa y no he querido preguntarle a Jenny para que no crea que soy una entrometida.

-Acepto que ese comentario estuvo fuera de lugar- dice de repente, levanto mi cabeza para poder verlo mejor ya que es alto-Tu comida no es mala, de hecho es exquisita-ese comentario hace que mi corazón de un pequeño vuelco y se llene de felicidad, pero pronto es aplastada por las palabras que salen de su boca- Lo que si verdaderamente no entiendo es por qué mi abuela tiene en tan alta estima a una chiquilla tan insignificante como tú- vaya, creo que una quemadura de aceite hubiera dolido menos.

No le digo nada, solo tomo el gelato que quedó restante y lo meto al frigorífico para que Ana lo coma mañana.

-Lamento que mi presencia le parezca tan insignificante señor Telnaster-digo en voz baja- Pero tendrá que acostumbrarse a ella-levanto la cabeza y enderezo mi columna para parecer mas alta-Mientras su abuela este satisfecha con mi trabajo y no me despida yo estaré aquí sirviéndole mi comida con una gran sonrisa- es todo lo que le digo antes de colgar mi delantal en su lugar, tomar mi mochila y salir de la cocina con dirección a mi casa.

-Estúpido Nicholas-murmuro para mí-Es un completo cretino-mientras paso por las verjas de la entrada de la mansión me despido del vigilante de turno y le prometo traerle mañana más porción de las galletas de avena que se han vuelto muy populares por acá. Estoy rebuscando en mi mochila un poco de dinero para el taxi y así llegar más rápido a casa cuando cinco vehículos negros se estacionan frente a la mansión, de estos bajan muchos hombres con traje, el ambiente de repente se puso tenebroso y más cuando veo que uno de los hombres que acomodándose su saco me deja ver que trae un arma.

-Fiorella ¿Estas bien?-me pregunta Moisés el guardia de este turno con el que estaba hablando- Te ves muy pálida- no creo contestarle porque ver esos hombres me produce una sensación que nunca antes había experimentado, mi mente se siente mareada y mi cuerpo pesado-¿Fiorella?-dice Moisés, pero su voz se escucha lejana.

-¿Por qué mierdas no abres la maldita verja?- escucho antes de desmayarme en los brazos de la persona que le habló a Moisés y lo último que recuerdo es un fuerte aroma a wiskhy.

Besos en el poto 💋

SepulcroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora