𝐋𝐎𝐕𝐄 𝐌𝐄, 𝐂𝐔𝐋𝐋𝐄𝐍 ¦ 𝐂𝐀𝐑𝐋𝐈𝐒𝐋𝐄 𝐂𝐔𝐋𝐋𝐄𝐍

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Dos semanas habían pasado desde aquella guerra mágica contra Lord Voldemort, la cual se extendió por todo el mundo mágico, causando un gran revuelo sin duda alguna.

Alya Potter, cualquiera que escuchase ese nombre la identificaba por ser una maniática años atrás en el ministerio de magia, siendo la mano derecha del jefe de aurores, pero ésta vez, aquel título de jefe pasaría a su hermano, James Potter.

Ambos habían demostrado que merecían aquel título, pero la mujer estaba cansada de todo, de ser una aurora, de ser una bruja, y sobre todo, vivir bajo la sombra de su hermano mayor.

Por eso, se encontraba presentando su carta de retiro temporal, aquello sorprendió a todos los aurores, pues no se lo esperaban, James, quien era quien recibía aquella carta, la miró, suspirando levemente.— Es definitivo entonces.

Ella asintió, cruzándose de brazos.— Necesito unas vacaciones, y quiero un tiempo para mi misma, sin presiones de nada, sin trabajo, simplemente...nada.

Su hermano le dio la razón, poniéndose de pie y acariciando su cabello, sabía que ella estaba pasando un momento difícil desde hace varios meses ante la pérdida de Dumbledore, por lo que no dijo nada más.— Cuando quieras recuperar tu trabajo, sabes que siempre puedes venir cuando lo desees.

—Es una baja temporal, obviamente volveré en unos meses.

—¿A dónde piensas ir?.

—Seattle, cerca de ahí hay un pueblo llamado "Forks", investigué un poco, llueve los 360 días del año y los restantes son días soleados, por lo que es mi fuerte.— le sonrió, sabía que ninguno de los dos lograba estar alejado del otro por completo.

—No creas que irás sin despedirte, Lily te querrá hacer una despedida y Harry no te va a dejar hasta que le prometas que lo visitarás mínimo dos veces al mes.

—Conoces tan bien a tu familia que sabes exactamente que eso van a hacer.— ambos rieron, mirándose.

—Antes de irme, te dejaré los expedientes de cada mortifago que ha sido capturado hasta el momento, también dejaré listo los cargos que pondrán contra Lucius Malfoy en el juicio.

James miró por la ventana, aquella tarde llovía demasiado, por lo que el sabía que era un día triste.— Draco Malfoy, el chico mortifago, ¿sabes por qué se unió a ellos?.

La mujer negó, James se puso de pie y tomó su vaso de whiskey.— Para salvar a su madre, me recuerda a alguien.— de reojo miró a su hermana, quien desvió la mirada.— Narcissa Malfoy y Draco no merecen ir a Azkaban, y lo sabes.

—Harry dijo que testificará, Narcissa no lo delató cuando el señor tenebroso mató la parte que estaba dentro de el.

—Estaré en deuda con ella siempre, salvó a Harry, y todo está ahí, ¿cierto?.

—Cierto.

James sonrió, mirando a su hermana con esa típica sonrisa de los Potter.— Ve a casa a empacar, habla con Lily y después soporta a Harry.

—Ni me lo recuerdes, te quiero, Jamie.

Y con eso, la mujer salió de la oficina, dejando al hombre con un mal presentimiento.

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