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—Y es por eso que deberías dejarme llamarte mamá.

Alya observó la presentación que le hizo Emmett con una cartulina, algo digno de una fotografía, ya que era algo bastante gracioso para ella.

La mujer se recargó en el hombro de Carlisle, tratando de mantener una expresión seria, aunque en realidad quería reír.

Carlisle, por su lado, miró a Emmett con diversión.— Hijo, todo a su tiempo.

El pelinegro hizo una mueca divertida, mirando al rubio.— Carlisle, deja que ella me responda.

Ambos miraron a Alya, a lo que ella se encogió de hombros, restándole importancia.— Démosle crédito por que se esforzó en la presentación, dime cómo desees, realmente no me importa.

Aunque para Emmett realmente sí importó, por que en menos de lo que canta un gallo, elevó a la rubia entre sus brazos, para así hacerla girar.

—¡Yo sabía que no te resistirías a la presentación!.

Rosalie observó desde la entrada de las escalera, estando bastante entretenida y al mismo tiempo un poco distante.

Ella misma reconocía que al principio estaba un poco reacia a querer conocer a la mujer, ya que temía que ella pudiera ser un peligro para todos ellos, y sobre todo, temía que ella pudiera hacer algo peligroso.

Pero se dio cuenta que no era así, y que realmente era el mejor partido para su padre, así que la aceptó, y como Emmett dijo, ella ahora era su madre, alguien en quien podría apoyarse en sus problemas, quien podría apoyarla siempre.

Se acercó lentamente, tocando el hombro de su pareja.— Emmett, baja a mamá.

El fortachón sonrió en grande, asintiendo levemente, cuando ella estuvo en el suelo, él volvió a hablar.— Claro, mamá, te dejo con tu príncipe azul.

Carlisle rió suavemente, sintiendo la agitada respiración de su pareja, quien le miraba con indigna y con diversión.— ¿Sabes?, me hubiera gustado que mi novio hubiera detenido a su hijo y evitara que me tratara como muñequita de trapo.

Y eso hizo que el rubio carcajeara más, mirando a su novia con evidente diversión.— Cariño, tú le diste alas a Emmett, no pude intervenir.

—Mentiroso de lo peor. 

Tomó la cintura de su pareja, e hizo que se sentara sobre sus piernas en manera horizontal, acariciando suavemente la piel desnuda de su abdomen, ya que el conjunto que llevaba le permitía ver su abdomen levemente marcado.

—Ahora eres su mamá, tu también puedes llamarle la atención.— explicó con simpleza, recargando su cabeza sobre el hombro de ella.

Pero Alya le miró interrogante, preguntándose el por qué estaba tan relajado.— Bueno, creo que tienes razón, siempre he querido ser madre, será bueno tener cinco hijos vampiros que son pareja entre ellos pero que se aman demasiado, eso es demasiado incestuoso.

—Son nuestros hijos ahora, eres parte de nuestro clan, siendo un vampiro o no, todos te aman.

—Sobre todo Edward, ¿no?.— dijo con sarcasmo.

Ciertamente él era el único con quien no se llevaba tanto, era más cerrado a ella, casi no le hablaba a diferencia de los demás. Tal vez era por el motivo de que todo la aceptaban a ella como la pareja de Carlisle siendo una persona "normal", y a su pareja no la aceptaban.

Ella no tenía la culpa de ello, y lo sabía.

—Sobre eso...en unas dos horas Edward traerá a su pareja para que la conozcamos.

Ella volteó a mirarlo como si estuviese completamente loco, ¿conocer a Isabella Swan?, siendo ella la culpable de técnicamente muchas cosas en los Cullen, wow, no lo esperaba de esa manera.

—Creí que Edward se alejaría de ella en cuanto la salvó de aquello jóvenes.

El rubio suspiró suavemente, mirando sobre sus hombros.— Está enamorado, no puedo culparlo, pero tienes razón. No sé qué le sucedió, pero ella descubrió el secreto, así que él quiere hacerlo formal.

—Se llama obsesión, no enamoramiento.— suspiró levantándose del regazo de su pareja, mientras peinaba su cabello suavemente.— está bien, supongo que la traerá a comer, ¿no?. Hagamos un platillo sencillo, cómo solamente comeremos nosotras dos, algo pequeño.

—¿Comida italiana?.— preguntó el sonriente.

—Cibo italiano, qualcosa di romantico per l'occasione, ¿non credi?.— recito en un perfecto acento del idioma.

El doctor sonrió, tomándolo nuevamente por la cintura con algo de fuerza.—¿Tú hablando italiano?, maldición, eso es realmente sexy.

Alya rió, y sin demorarse unió sus labios en un beso pequeño, dulce y sin segundas intenciones.

Realmente le encantaba Carlisle por la manera en que la hacía sentir, y aunque realmente en ese momento lo que ella quería era arrancarle la ropa, se controló bastante bien.

—Andando, que tenemos que hacer una deliciosa comida para quedar bien con tu nuera.— murmuró separándose un poco, para así finalizar dejando un beso pequeño en sus labio.

—Si, tienes razón.

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𝐋𝐎𝐕𝐄 𝐌𝐄, 𝐂𝐔𝐋𝐋𝐄𝐍 ¦ 𝐂𝐀𝐑𝐋𝐈𝐒𝐋𝐄 𝐂𝐔𝐋𝐋𝐄𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora