𝐋𝐎𝐕𝐄 𝐌𝐄, 𝐂𝐔𝐋𝐋𝐄𝐍 ¦ 𝐂𝐀𝐑𝐋𝐈𝐒𝐋𝐄 𝐂𝐔𝐋𝐋𝐄𝐍

31

Todo se salió de control.

Casi se expuso a ella misma, y eso era imperdonable para ella.

No tenía el control sobre su mente en aquel instante, solo recordaba estar en brazos de Carlisle, y llegaron directamente al hogar de los Cullen, donde tendrían que hablar sobre lo ocurrido recientemente.

Aunque ella no quería admitirlo, aquella escena que tuvieron junto a los del otro clan le causó algo de miedo.

Pero no fue miedo a los vampiros, no, fue miedo a que casi expone su naturaleza a una simple humana, a alguien que jamás debería de conocer su secreto.

Y eso solo la hacía sentirse peor de lo que estaba.

Sintió unos brazos rodear su cintura, sacándola por completo de sus pensamientos. Carlisle la miraba con preocupación, incluso hasta con una ligera pizca de culpabilidad, suponía que era por lo ocurrido recientemente, pero no quería sacar conclusiones exageradas.

—¿Estás bien, cariño?.— preguntó él, manteniendo un tono de voz suave que reflejaba preocupación.

—¿Tú estás bien?.— cuestionó en voz baja, tomando su rostro entre sus manos, tratando de examinarlo.

Aunque ella misma sabía que realmente no había ocurrido nada grave, aún.

—Lo estoy.— aseguró acariciando el contorno de su cintura con suavidad.— me preocupé, no reaccionaste a nada durante el camino a aquí.

—Es solo que todo pasó rápido.— explicó suspirando, tomando su mano suavemente.

—Lo siento.— se disculpó con la mirada baja.— no debí de dejar que ellos estuvieran con nosotros, debí hacerte caso cuando me dijiste que no te causaban confianza.

Negó con suavidad, haciendo que él le mirase a sus ojos.— No fue tu culpa, quería mantener las cosas tranquilas. Además podía accionar si algo pasaba en ese instante, no soy alguien indefensa.

—Y eso lo sé amor. Pero temí que te expusieras ante Isabella Swan y que tu secreto quedase expuesto.

Carlisle sabía cuán importante era que alguien perteneciente al mundo mágico guardara su secreto, ya que si alguna persona común se enterase de la naturaleza que ellos poseían podría resultar en una mala historia.

—Lo hecho, hecho está. Ya no hay nada que hacer.— suspiró mirando hacia otro lado.— les dije que ella traería problemas desde un inicio, ahora por su culpa tienen que estar protegidos.

Pero antes de que él pudiera decir algo, escucharon un ruido proveniente de la terraza, inmediatamente, Alya sacó su varita y la tomó con fuerza, lista para atacar a cualquier persona que estuviera ahí.

—Vengo en son de paz.— escucharon decir a alguien.

Cuando cayeron en cuenta quién era, ambos se alertaron al instante, quedando alertas a cualquier cosa.— ¿Qué quieres?.— cuestionó la mujer con fiereza.

El hombre que se identificó como Laurent los miró a ambos con un toque de sorpresa y curiosidad.— Quiero advertirles, sobre James.

—¿Por qué deberíamos hacerte caso?.— cuestionó el rubio.

—Por qué estoy cansado de todo lo que tenga que estar involucrado con el.— explicó con dolencia en su voz.— ya no quiero seguir a una persona como lo es el, tan sádico y tan despreciable.

—¿Por qué deberíamos de creerte?.— cuestionó Alya, aún manteniéndose en posición de defensa.

—No espero que lo hagan, pero quiero que me escuchen. Él es un rastreador, le encanta el juego del gato y el ratón, nos confesó que le interesó la joven del campo.— los miró a ambos.— no descansará hasta asesinarla, yo solo vengo a advertirles sobre sus planes, yo no quiero estar involucrado en algo como eso.