𝐋𝐎𝐕𝐄 𝐌𝐄, 𝐂𝐔𝐋𝐋𝐄𝐍 ¦ 𝐂𝐀𝐑𝐋𝐈𝐒𝐋𝐄 𝐂𝐔𝐋𝐋𝐄𝐍

28

—Emmett, corta los vegetales.

—Como órdenes, mamá.

—Cielo, pásame el sartén.

—Claro cariño.

—Rose, la ensalada.

—Si, mamá.

Alya observaba que todo estuviera yendo de acuerdo al plan que lograron elaborar en ese instante y cortos de tiempo, a decir verdad, le enorgullecía de cierta manera el hecho de estar haciendo algo así para la pareja de alguien.

Solamente lo había hecho una vez, para Lily.

Miró la pasta que estaba elaborando, realmente no conocía mucho sobre a Isabella, de hecho, desconocía por completo el cómo se veía ella, como hablaba, o incluso el cómo era su personalidad.

También se estaba esforzando ya que ella también comería, cosa que casi no se le daba del todo en algunos platillos, ya que era Harry quien le ayudaba normalmente en la cocina de su antiguo hogar.

El video se cocina que se encontraba reproduciéndose parecía ir demasiado rápido, ella trataba de seguir el ritmo, y teniendo en cuenta que los que la rodeaban eran vampiros, las cosas salían más rápido de lo normal.

—No entiendo por qué hacemos esto.— habló la rubia con un tono de molestia.

Alya no se inmutó, pues ella estaba sumida en sus pensamientos, creando escenarios donde ella no estuviera tan distante de todos y divirtiéndose.

Carlisle tomó la palabra, sin dejar de observar a su novia.— Es la pareja de Edward, debemos dejar una buena impresión.

La rubia rodó sus ojos en forma de disgusto, era normal ver aquellos gestos desde que la había conocido, los hacía cuando estaba molesta, inconforme con algo, o simplemente por qué no le daban la razón.

—Rose, recuerda que la comida no es solamente para Isabella, también es para nuestra madre.— Emmett señaló con el cuchillo a la mujer que se encontraba en sus pensamientos.

—¿Siquiera es italiana?.— cuestionó en tono de fastidio.

—Se llama Bella. Estoy seguro de que le encantará.— simplificó Carlisle.

—No por tener ese nombre significa que sea italiana, amor.— Alya regresó en sí, mirando a su pareja con diversión.

Observó un gesto de disgusto por parte de Rosalie, quien no ocultó aquello ni un poco.— ¿Por qué huele tan mal?. Olvídenlo, ya está aquí.

Su voz sonó muy molesta, era obvio que no soportaba su presencia en lo absoluto.

Alya sonrió con nerviosismo, la última vez que había experimentado algo como ello fue la vez que Harry les presentó a Ginny Weasley como su novia, antes de que todo empeorara en el mundo mágico.

Tomó posición al lado de Carlisle, el rubio, por su lado, tomó la cintura de su pareja con suavidad, abrazándola por detrás y dejando un beso en su cabeza.

No pasó mucho cuando Edward y una joven de cabello castaño atravesaron la entrada a la cocina del hogar de los Cullen, y ahí la mujer pudo visualizar por fin quién era quien les había estado dando problemas a su familia durante aquellos meses.

Una joven que no pasaba de los diecisiete (tal vez), cabello castaño oscuro, piel pálida pero no a tal extremo, un poco sin sentido de la moda, baja de estatura, se veía nerviosa, tal vez...¿intimidada?, podría ser.