Prólogo

114 4 1
                                    

Salía de casa de los Macdonel's, mis vecinos, después de que me invitaran a cenar, eran muy amables y siempre me acogían en su casa como si fuera de su misma familia, aunque su sangre no corriera por mis venas, para ellos lo era.
Ya era de noche, muy tarde , tenía que regresar a casa y preparar la mochila para el día siguiente.

-Gracias por la cena señora Macdonel, estaba muy rica-le Sonreí y me despedí con un gran abrazo al igual que hice con su marido, eran demasiado buenos con todo el mundo, más con los niños del barrio, a lo mejor era por el problema que ellos tenían, eran infértiles, no podían tener hijos, por lo que actuaban como si todos nosotros fuéramos hijos suyos.

Tenía once años, mi estatura no ayudaba mucho ya que era muy bajita, mi cuerpo era delgado y pachucho, mientras que mi cabello castaño y mis ojos miel entonaban perfectamente con mi piel bronceada.
Salí de casa de los Macdonel's, estaba todo oscuro y no había ni un alma en la calle, corrí lo más que pude hacia mi casa , al llegar a la puerta me apresure en girar el pomo para entrar, pero unos musculosos brazos me atraparon y apartaron de allí, tapando mi boca para que no pudiera pedir ayuda, el pánico me invadió, solo conseguía patalear con todas mis fuerzas para intentar zafarme de su agarre, mientras mi rostro se llenaba de lágrimas, lágrimas de dolor por no entender lo que estaba sucediendo.
Me llevó a un callejón donde todo estaba más oscuro que en la calle, apartó sus manos de e intente correr y huir de allí, pero esos fuertes brazos me atraparon de nuevo, mis fuerzas comenzaron a flaquear cuando vi que no podía contra esta persona que solo quería hacerme daño, mis ojos rojos e hinchados dejaron de derramar lágrimas al escuchar la risa incrédula de dicho individuo, intenté fijarme en su rostro pero lo cubría con un pasa montañas y capucha.

-Así-dijo mientras acariciaba y manoseaba todas las partes de mi cuerpo-quietecita estás más guapa.

Estaba en estado de shock, no podía reaccionar, el miedo y el pánico se hicieron aún más grandes en y sentía como mi respiración se entre cortaba mientras veía a ese dichoso hombre tirarme al suelo con brusquedad y arrancar mi ropa, reaccioné de nuevo pero fue en vano.

Al descubrir su rostro para besar mi mejilla y cuello, me fijé en sus ojos oscuros llenos de lujuria e ira, me daba mucho miedo, me estaba lastimando y desgarrando cada prenda de mi ropa poco a poco, volví a patalear con más fuerza pero él me golpeó en la mejilla con tanta fuerza que hizo que chocara con la dura acera, me arrancó los pantalones y ropa interior, y así de forma violenta me arrebató algo que no le pertenecía, mientras sollozaba y miraba a la nada, soportando el dolor que sentía física y emocionalmente, este disfrutaba de mi malestar.
Me armé de valor y alcancé una piedra a mi costado, con todas mis fuerzas se la estampe en la cabeza, lo que funcionó, se apartó de mi y yo pude levantarme del frío suelo, él se levanto para agarrarme de nuevo, pero como autoreflejo le tiré la misma piedra manchada de sangre y logré darle en el ojo, vi mi oportunidad para huir y así hice, corrí con todas mis fuerzas mientras sentía sus pasos detrás de , hasta que sentí el pomo de la puerta de mi casa girarse en mis manos y entré rápido cerrando detrás de .

InocenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora