*Seis años más tarde*
Nada cambia, todo es igual, mi vida se basa en esta consulta de paredes blancas con este inmenso y caro escritorio de madera, frente a estos tres psicólogos de mierda que siempre intentan medicarme o sobornar a personas para que realicen el trabajo que ellos no saben hacer, ¿dinero malgastado?, lo cierto es que sí, pero mis padres en vez de cortar con esta situación les pagan más y más. Siempre es lo mismo, sentarme en este sillón de cuero negro frente a ellos mientras finjo escucharlos cuando en realidad los maldigo en mis adentros.
-Katie, ¿me estas escuchando?-miro hacia Rafa que intenta llamar mi atención, con su cabello alborotado y grasiento, es el "listo" de los tres aunque en realidad no lo parezca, siempre acusándome con esa mirada a través de sus gafas caídas al final del puente de su respingada nariz.
Es inútil ocultar mi pasotismo frente a ellos, no los soporto, ni a ellos ni a nadie, solo quiero salir de aquí y encerrarme en mi burbuja, leer y escuchar música o hablar con Natalie mi mejor amiga.
-No-río-¿acaso no es evidente?.
-Comportate. Ya tienes una cierta edad, refugiarte en la chulería y en la soberbia no te va a resolver tus problemas-habla ahora Jaime, puede describirse como el bufón del grupo, aunque no tenga gracia, el pobre lo intenta al igual que intenta parecer sabio, estos psicólogos y sus estúpidos comentarios para hacer creer que son profesionales.
-Oh vamos Jaime, no te hagas el psicólogo del año cuando ni sabes lo que me pasa después de estar acudiendo a tus estúpidas consultas durante seis años.
Todos me observan como si fuera un caso perdido, la verdad es que lo soy, eso se sabía desde la primera terapia a la que acudí después de lo sucedido, no necesito la ayuda de ellos, solo necesito tranquilidad y refugiarme en mi misma, donde todo es más fácil, no tengo que enfrentarme al mundo, ni recordar que hace seis años un hijo de puta abusó de mi y me arruinó la vida, se que mis padres solo quieren ayudarme trayéndome aquí , pero esta no es la solución, nunca la a sido y ellos se niegan a darse cuenta de ello.
Trás varios minutos de silencio decido coger mi bolso y salir de la consulta sin ni siquiera despedirme de ellos, me tienen arta con sus miraditas de compasión y sus estúpidas frases o comentarios cogidos de internet. Bajo por las escaleras mientras busco en mi bolso mis gafas de sol Ray Bans negras y saco un cigarro para fumarmelo por el camino, me dispongo a salir por las inmensas puertas corredizas de cristal cuando me topo con la figura de una mujer cruzada de brazos, mi madre.
Tiro el cigarro con disimulo y lo piso mientras veo su rostro rojizo, esta enfadada bien.-¿A dónde crees que vas Katherine?-apoya las manos a sus caderas esperando una explicación de mi huida, haber que le digo yo ahora, no tengo ganas de malgastar mis energías en discutir con mama, opté por la opción de regresar a la consulta, así que doy media vuelta sobre mis talones y me dirijo de nuevo hacia allí.
Abro la puerta bruscamente y me inteozduco dentro de esta, no me había fijado de una cuarta presencia en la consulta hasta que alzo la vista y me encuentro con un chico alto, musculoso, de cabello negro y ojos grises.
No, no y no , chicos no , saben el pánico que les tengo , no soporto ni que me miren, me dan miedo y me recuerdan a... Mejor ni recordarlo, niego con la cabeza y me cubrió el cuerpo con mis brazos estrechando la sudadera a mi cuerpo, el misterioso chico deposita sus ojos en mí y sonríe, que bella sonrisa, es radiante y perfecta, te transmite seguridad, pero detrás de esa dichosa sonrisa seguro que se esconde un chico abusivo, lujurioso y violento, aparto la mirada de él y me dirijo al sillón de siempre mientras observo al chico pasar por mi lado para salir de la consulta, cerrando la puerta tras él.-¿Otra vez tu por aquí?-habla Jaime con diversión en su voz.
Pongo los ojos en blanco y suspiro derrotada.