La Habitación Donde Sucede. Parte 2.

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Advertencia: 12, 443 palabras. 

Que lo disfrutes.

Por ti, yo cruzaría la línea
Perdería mi tiempo
Perdería la cabeza
Dirán: Ha ido demasiado lejos esta vez

No me culpes, el amor me enloqueció
Si no es así, no lo estás haciendo bien
Señor, sálvame, mi droga es mi amado
La estaré usando por el resto de mi vida

No me culpes, el amor me enloqueció

Si no es así, no lo estás haciendo bien.

—Don 't Blame me, Taylor Swift.

O

¿Qué fue lo que hiciste, James?

❝ ✴ ❝


Cuando se le pregunte a James que fue lo que sucedió la tarde en que Mulciber fue brutalmente atacado, no sabrá qué responder al respecto. Sirius intercedería por él y diría que estuvieron en otra ala del castillo, robando bocadillos de las cocinas antes de la cena. Remus respaldaría esa versión, mostrándose mortificado por la gula y necedad de sus dos mejores amigos; y Peter traería consigo la coartada perfecta de todos, al decir que se reunió con ellos en el corredor de la pintura con un cuenco de frutas, al terminar su clase de transformaciones.

La verdad de lo que sucedió realmente, es algo que todos desearían olvidar. James permaneció inconsciente la mayor parte del camino hacia un aula abandonada cercana al pasillo de la cocina del castillo, su peso muerto, soportado y arrastrado por Sirius y Remus. Peter sí se reunió con ellos después de transformaciones, ubicándolos en el aula vacía —cercana a uno de sus atajos habituales— gracias al mapa del merodeador. Tal vez algo en el fondo lo alertó, tal vez no, pero Peter supo que algo no iba bien.

La corazonada de Peter fue acertada.

Él no venía solo.

—¿Qué mierda hicieron? —pregunta Regulus, dejando caer su bolso escolar sobre un escritorio polvoso junto a la puerta, largas zancadas en dirección al escritorio del profesor, donde un tembloroso y magullado Sirius limpia la sangre seca del rostro de James con la manga, olvidando el mundano detalle de ser un mago y poseer una varita.

—Fue un accidente.

—Un accidente no deja a James en este estado, Sirius —dice Regulus—, ustedes están ocultando algo. Slughorn salió corriendo como loco del aula, tu jodido novio está dos tonos más pálidos, tú eres un desastre y James está cubierto de sangre e inconsciente. Esto no es un jodido accidente.

—Un accidente, Reggie —sisea Sirius, su mirada crítica fija en cada movimiento de varita de Regulus sobre James, limpiando la suciedad que lo cubre y los nudillos rotos.

Regulus se burla, empujando a Sirius fuera de su camino. —No me tragaré esa mierda.

—¡Solo cállate y ayúdalo!

—Sirius —murmura Remus, tomando el brazo de Sirius, alejándolo sabiamente de Regulus y James. Su aliento cálido rozando la sien de Sirius —, tu hermano está ayudando a James, ¿de acuerdo? Déjame encargarme de ti.

Sirius se niega, al principio, sin querer apartarse de James. Su corazón en conflicto, la culpa helando la sangre corriendo por sus venas.

—Él estará bien —dice Regulus, su voz pomada—, deja a Lupin ayudarte o me encargaré yo, y créeme, me encantará romperte uno o dos dedos más.

Y Sirius comprende bien el trasfondo de esas palabras. Son hermanos, partes de uno solo y de nada al mismo tiempo. Sirius conoce a Regulus mejor que nadie, incluso James.

THE BLACK SUN: The love and the art of darknessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora