Tragedia Griega o Regulus Black en el mundo al revés

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How was the fall?

La vida era jodida. Una hija de perra injusta, cruel y miserable. Regulus fue consiente de eso mucho antes de aprender a hablar o caminar propiamente, bajo los esfuerzos de Sirius por educarlo, criarlo en una casa llena de dolor y fantasmas.

Sirius fue todo en el mundo de Regulus por mucho, mucho tiempo.

Entonces llegó James y la vida de Regulus Black se volvió un poco menos sombría.

James, cuya energía, nobleza y bondad se extendía, como rayos de sol. El chico de la sonrisa más hermosa que Regulus haya visto nunca. Cualquier habitación donde James entraba cobraba vida, el mundo giraba un poco más lento, las estrellas bailaban en el cielo, lo imposible se convertía en posible, y Regulus estaba sumergido hasta el cuello, en un enamoramiento ridículo por el mejor amigo de su hermano.

Regulus recuerda tener diez años, y estar en el andén junto a Sirius y sus padres, aferrado a la manga de la túnica de Sirius, aterrado por perder a su hermano mayor, aterrado porque Sirius encontrará a alguien más y se olvidará de Regulus. Recuerda la sensación incómoda y asfixiante del cabello en su cara, de la ropa demasiado ajustada, de la mirada de sus padres esperando que Sirius o Regulus fallaran. Recuerda el terror de saberse solo en esa casa con ellos.

Recuerda también el rostro de un niño, piel cálida como los colores del otoño, una sonrisa deslumbrante como el sol de verano, gafas demasiado grandes para su rostro y pecas oscuras salpicadas en el puente de su nariz como pequeñas constelaciones. Cabello castaño desordenado, como un nido de pájaros o las ramas de un gran árbol que Regulus escalaría de ser un poco más valiente.

Regulus recuerda tener diez años y querer ahogarse en los ojos de James Potter, cuando él se acerca y lo ve, realmente ve a Regulus. James no dudó un solo segundo en presentarse y aflojar la presión en el pecho de Regulus. Prometer que Sirius estaría bien, que incluso James escribiría a Regulus para hacerlo sentir menos solo, que ambos lo esperarían en Hogwarts el próximo año, y para Regulus fue tan fácil caer. Dar un salto de fe por alguien a quien acababa de conocer.

La partida de Sirius fue menos amarga ese año.

Regulus recuerda tener diez años y encontrar la pieza faltante. Once años y evitar la presencia magnética de James. Doce años y anhelar más de sus chistes, más de él. Trece años y acudir sin falta cada noche, como un devoto a la torre de astronomía, donde James siempre parecía estarlo esperando. Catorce y sentir que el corazón le estallaría en el pecho si James volvía a tomar su mano o sus labios rozaban nuevamente la línea del cabello de Regulus. Quince y sentirse seguro arrancando su corazón sangrante de su pecho y confiarlo en las preciosas manos de James Potter.

Casi dieciséis y volar demasiado cerca del Sol.

James es precioso. Amarlo es precioso. Herirlo es un acto indescriptible. Un terror que perfora los huesos de Regulus, un dolor que se extiende a través de Regulus como el ardor de una quemadura.

Regulus recuerda querer ahogarse en los ojos de James Potter cuando eran niños. La misma mirada que ahora a Regulus le sabe amarga. Solemnes ojos Whiskey, rojos por el llanto y agotados, atrapados en una peculiar melancolía, un sentimiento fuera de lugar en alguien tan joven. Similar a un anciano que ha pasado por innumerables experiencias por toda una vida. La mirada de un hombre que ha atravesado lo inimaginable. La mirada de un niño perdido que nunca volverá.

—¿Qué fue lo que hiciste, James?

El tiempo obra de forma extraña y misteriosa, Regulus ha perdido la cuenta de los minutos u horas que llevan en ese corredor subterráneo. James permanece de rodillas en el suelo cubierto de polvo, sus manos cerradas en puños sobre sus muslos, retorciendo la tela negra que Regulus reconoce a simple vista, ojos avellana hundiéndose profundamente en Regulus, su pecho subiendo y bajando en respiraciones erráticas.

THE BLACK SUN: The love and the art of darknessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora