Título: Las velas del amor
Avery
– ¿Estás segura de que no es una cita? –La voz de mamá me toma por sorpresa y ella sonríe como si me hubiera atrapado haciendo algo malo.
–Jack viene siempre a casa, no hay nada de malo en que haya puesto velas. Además tienen dibujitos de reno. –Digo como si eso lo justificara todo.
¿En dónde quedó su espíritu navideño? Porque el mío jamás me abandona.
–Pues según lo veo, el detalle de las velas es un toque muy romántico. Seguro compraste las velas del amor.
–No existe tal cosa, como las velas del amor mamá. Además, ¿debo repetirte que tienen renos?
–Lo que tú digas cielo, que lo pases bien en tu no cita con tu amigo.
Me molesta ese tonito que usa, Jack siempre ha sido mi amigo y siempre ha venido a casa. Además mi habitación la puedo decorar como yo quiera.
Si yo quiero decorar con velas toda mi habitación eso haré.
Mamá va a trabajar y yo quedo sola y una vez más Jack me hará compañía luego de salir de trabajar de su programa de entrevistas a celebridades. Jamás he visto a Jack como un famoso, que lo es, bueno él y toda su familia. Pero nosotros siempre hemos sido amigos y eso no ha cambiado.
Y espero que no cambie, porque no soportaría perderlo. A lo mejor hubo un momento en el que me gustó, pero era una adolescente y él siempre ha sido atento y detallista conmigo. Nadie me puede culpar por eso.
Me pongo a decorar mi habitación y pego un poster en la pared de una banda que me gusta. O al menos me gustan los chicos, debo buscar sus canciones en YouTube primero.
Cuando Jack me avisa que está afuera de mi casa, salgo a abrirle y enseguida me llega el olor a comida.
– ¿Es para mí? –Pregunto viendo la caja que sostiene en sus manos. Huele muy bien.
–Para nosotros, yo igual comeré algo. –Dice sonriendo. – ¿No saludas?
– ¡Hola Jack! ¿Cómo te ha tratado la vida?
–Me gusta ese entusiasmo, estaría mejor si me dejaras entrar y comiéramos. Tengo mucha hambre.
Yo me muevo a un lado y dejo que pase y junto a él, la comida.
Ambos ponemos la mesa y yo voy a buscar la vela de navidad que tiene los dibujos de un reno. Tarde me doy cuenta que en efecto parece una cita.
Aunque Jack no parece notarlo, así que supongo que no hay nada de malo en cenar con velas aromáticas.
– ¿Así es como luce una cita? –Pregunto una vez que termino de comer.
Jack me mira con interés y observa la vela.
– ¿Me estás invitando a una?
–No, idiota. Es que jamás he tenido una, estoy segura de que debes de haber tenido algunas. Así que cuéntame tus experiencias.
–Bueno, en lo que a mí respecta lo más importante de una cita es que las dos personas deben atraerse, sino la cita no funciona. Y no es necesario que haya velas. Todo dependerá de que tan compatibles sean las personas. A veces con su sola compañía basta.
–Awww. ¡Eres todo un romántico! –Digo enternecida con sus palabras. Ni pensar que hay programas que dicen que es un mujeriego. Es como un tierno peluche de reno.
–No soy romántico y ya no te hablaré sobre mis citas.
Mi sonrisa se hace más amplia y él también termina sonriéndome.
– Espera, ¿creías que solo con poner una vela...? ¿Eso de ahí es un reno?
–No es cualquier reno, es Rodolfo el reno, porque tiene la nariz roja.
–Por supuesto, no sé porque me sorprende. Si fuera por ti tendrías todo el año decoraciones de navidad. Ya vi a santa iluminando tu ventana.
–Bueno, ese no es el asunto. Te quería preguntar...
–Cierto, estábamos hablando sobre que creías que estábamos en una cita.
–No lo creía, sólo te pregunté cómo era una, pero olvídalo. Tengo cosas más importantes que hacer, como aprobar un curso que detesto...
– ¿Acaso ese curso tiene matemáticas? –Pregunta divertido
–Sí y es por eso que estás aquí. Necesito que me enseñes. Tú siempre fuiste el cerebrito de la clase de matemáticas. –Digo con una sonrisa
–Me siento usado, primero me quitas mi comida y ahora quieres que sea tu profesor particular.
–Ya deberías de conocer como son las reglas de esta amistad, así que te invito obligatoriamente a que me enseñes. Trataré de poner toda mi atención en esos aburridos números.
Jack me acompaña hasta mi habitación y cuando ve que tengo muchas velas de renos y relacionadas a la navidad, me observa como diciendo que no tengo remedio.
–Las pedí al por mayor, ¿sí? Ahora enséñame. –Digo a la vez que me siento en mi cama.
–Muy bien, loca de las velas de renos. Más te vale que me prestes atención.
No digo nada sobre su apodo, porque es verdad que soy fan de las velas que tienen a Rodolfo el reno y una vez más Jack me demuestra que es un cerebrito que adora las matemáticas. Le entendí mejor a él que a mi profesora.
Adoro tener un amigo que me trae comida y me enseña que las matemáticas pueden ser fáciles. Sin duda conocerlo es uno de los mejores regalos que la vida pudo haberme hecho.
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Relatos Navideños
NouvellesAquí encontraran varios relatos navideños de diferentes personajes.