Reto día 13: ¡Esos no son villancicos!

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Título: ¡Esos no son villancicos!


Octavia

Escucho la música que proviene desde el comedor y sonrío, a mi mamá le encanta todo lo relacionado a la navidad, excepto los villancicos.

–Tú sí que tienes espíritu navideño. –Le digo cuando la veo decorando el árbol.

Si hay algo que heredé de ella sin duda es su estatura. Ni siquiera parada en un banco es capaz de poner la estrella en la punta del árbol y aun así es más alta que yo.

¡Maldita genética!

– ¡Oh! ¿Me podrías ayudar?

–Por supuesto mamá, seguro yo llego hasta ahí. –Respondo divertida

–Ya llegó su salvador. Yo te ayudo mamá. –Dice Gabe, mi hermano menor, pero que sin duda es mucho más alto que las dos.

Debería de ser ilegal que los hermanos menores crezcan más que los mayores.

–Gracias cariño. –Dice mamá observándolo con una sonrisa

–Veo que aún no te haces amiga de los villancicos, esa letra no es para nada santa.

–Pero con los villancicos no dan ganas de bailar. En cambio con estas canciones...

–No queremos escuchar que te dan ganas de hacer con esa música. –Digo cortando lo que sea que iba a decir. Mis padres son muy demostrativos con sus muestras de afecto y me gusta saber que aún se quieren, pero a veces se exceden

–Me gusta poder hablar español, eso vuelve locas a las chicas. Les encanta mi acento. Soy muy popular

– ¿Enserio? A mí me miran como si fuera un bicho raro. Y dicen que mi acento es raro, pero no en el buen sentido. –Ya estoy acostumbrada a no ser la chica popular, ni siquiera tengo un grupo de amigos grande. Sólo tengo a un amigo.

–Sus dos acentos son encantadores. Porque hice un buen trabajo con mis dos hijos, pero escúchame bien Gabriel...

–Ay no, cuando me llaman Gabriel es porque alguien me retara. Aún no he hecho nada, relájate mamá. –Dice divertido viendo que mamá ya se encuentra observándolo molesta

–Sólo quiero que te cuides, no me hagas abuela tan joven, porque si no sabrás como me castigaba tu abuela cuando le respondía mal

–Uy, yo quiero verlo. Castígalo, a mí siempre me molesta.

–Yo no te molesto.

–Me llamas enana

–Y qué, ¿acaso es mentira?

–Gabriel, pídele perdón a tu hermana.

–Pero mamá...

–Pídele perdón a tu hermana. Ahora. –Gabe se voltea a mirarme y disfruto un montón cuando una disculpa forzada sale de sus labios.

Eso le pasa por molestoso.

–Perdón ena... digo Octavia.

–No te disculpo

–Bueno, lo intenté.

La puerta de nuestra casa se abre y llega papá, lo primero que dice me hace reír:

– ¡Esos no son villancicos!

–No me digas, no me había dado cuenta.

Papá ignora a Gabe y mira a mamá como si nos estuviera hablando de sexo, aunque es parecido en cierto modo. Las canciones son bastante explícitas, me gustan

–Cariño, creí que habíamos quedado de acuerdo en que los niños no escucharían ese tipo de música.

–Ya no somos ningunos niños. –Respondo

–Es que estaba decorando el árbol y necesitaba música. Además no me gustan los villancicos. –Dice mamá aun parada en el banco

Es divertido ver a mis padres. Papá está cerca de medir un metro ochenta y si Gabe sigue creciendo podría alcanzarlo fácilmente. Yo prefiero no decir cuánto mido, es una vergüenza.

Cuando parecen haber llegado a un acuerdo y empiezan a ponerse cariñosos, veo hacia otro lado. A veces pienso que se olvidan que sus hijos están presentes.

Saco mi celular y veo una publicación que me resulta interesante. Se la envío a Jason y creo que ya tengo planes para estos meses.

Me encantan los retos y este sin duda es uno muy grande. 


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