Capítulo 46

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Poner la mesa para todos en el comedor se sentía como un flashback de la noche de Acción de Gracias. Estaba más relajado y más nervioso al mismo tiempo, y Doreen parecía notarlo, porque no dejaba de mirarlo de reojo mientras la ayudaba a prepararlo todo.

—No sé qué supone que pasa —acabó murmurando—. Qué clase de celebración tenemos para que tengamos que cenar todos en el comedor. Todavía faltan cinco semanas para el cumpleaños de Liam...

Se encogió de hombros.

—No me han dicho nada más —mintió sin mirarla, y Doreen volvió a centrar su atención en rellenar la bandeja con patatas asadas.

—Por todos los cielos —refunfuñó—. Más vale que sea algo importante. He sacado la cubertería buena. Pensé que vendrían invitados...

Asintió. No podía dejar de mirarla y pensar en Harry regañándola cariñosamente, arreglando la gotera en su habitación sin parar y revisando el escalón de las escaleras que ella insistía en que crujía.

Por favor, reacciona bien, rogó para sus adentros. Por favor, defiende a Harry hoy. Necesita oírlo. Necesita oírte.

Cerró la boca y volvió al comedor. Todo estaba listo.


Los hermanos llegaron a cuentagotas; Rita tenía manchas de tinta en la manga de la camisa y Niall aún sujetaba su teléfono en la mano, pero lo metió en su bolsillo y le dedicó una media sonrisa tensa.

Harry entró solo, y se sentó a su lado.

—He tostado panecillos —murmuró Doreen, dejando uno en su plato al instante, y Harry le dedicó una media sonrisa.

—Gracias —murmuró, ignorando sus miradas de reojo.

Nelly entró de última. Louis luchó contra el impulso de hundirse en su silla.

—¿Qué celebramos? —preguntó con jovialidad, pero—afortunadamente—fue ignorada. Se sentó en su sitio y Ellie le sirvió agua, con los labios apretados.

Niall se apoderó de la ensaladera y empezó a servir.

—Tiene muy buena pinta, Doreen —dijo en voz alta, y ella le sonrió.

—La salsa ranchera está aparte. Ya sé que os gusta muy líquida.

Ellie le sirvió patatas a Rita, a su derecha, y le pasó el cucharón a Liam. Louis miró a Harry de reojo; no había movido ni un músculo. Estaba seguro de que tenía tan poca hambre como él.

Matt carraspeó.

—Harry —empezó a decir, cauteloso—. Te debo una disculpa por... lo de la otra noche.

El ruido de los cubiertos desapareció. Louis tragó saliva.

Pero Matt no parecía molesto por el silencio repentino. Tomó aire y volvió a empezar, todavía mirándolo.

—No supimos reaccionar en su momento y tienes derecho a estar enfadado —dijo despacio—. No te culpo.

Harry lo observó en silencio durante varios segundos que se le hicieron eternos. Abrió la boca para responderle, pero su hermano no le dio tiempo.

—Nunca quise darle más importancia a esos rumores estúpidos. Pensaba que negándolo o discutiéndolo con la gente lo haría todo peor. Pero ahora veo que callándome no conseguí nada, sólo aislarte de nosotros.

Louis tenía un nudo en la garganta. Parpadeó con rapidez; no era el momento de echarse a llorar y robarle protagonismo al primer momento sentimental y vulnerable que tenían aquellos condenados vaqueros heterosexuales.

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