Capítulo 22

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El tornado duró apenas un par de horas, y todos se lanzaron escaleras arriba en cuanto Niall abrió la puerta del refugio para revisar los daños.

—La cena va a tardar —anunció Doreen mientras subía escalones.

—Harry —llamó uno de los vaqueros—. ¿Dejamos el resto para mañana?

No llegó a oír su respuesta; no se atrevía a buscar su mirada entre toda la gente que salía del refugio, pero no tardó en oír los coches de todos los trabajadores marchándose a casa.

—Habría que retocar el tejado —oyó decir a Niall desde el pasillo—. Pero ha aguantado bien. Te dije que esos refuerzos en los marcos eran una buena inversión...

Era casi de noche, y Doreen armó varias ensaladas y envió al comedor grandes boles de carne y alubias para que los hermanos rellenasen burritos. Le habló del tornado que veinte años antes había destruido parte de las cuadras viejas, y la furia del padre de los hermanos al descubrir docenas de animales muertos.

—Te digo que ese hombre tenía un talento especial para enfadarse con todos por cosas que no tenían remedio —dijo mientras acababan—. ¿Qué se supone que esperas de un tornado tan grande? ¡Destruyó la granja de los Milner, entera! No quedó una piedra sobre otra. Uno de los hijos de Elijah murió. El mediano —añadió, como si esperase que supiera quién es—. Y ese condenado hombre montó un jaleo tremendo porque había perdido cuatro vacas. Vamos.

Asintió, sin interrumpirla—los burritos estaban deliciosos.

—¿Son muy comunes? —preguntó después de tragar a duras penas—. Los tornados.

—Sí, supongo. Aquí tienen un refugio fantástico, ya lo has visto. Tiene hasta camas en las paredes. —Hizo un gesto de descolgar algo—. Están como plegadas, pero si hace falta las abres. Niall lo mandó ampliar hace unos años. Hay comida enlatada, sólo para emergencias. Siempre dejo allí algunas conservas. Oh, tengo que hacer conservas de albaricoque. ¿Te apetecen?

Asintió con inseguridad, pero un ruido lo libró de tener que admitir que no las había probado. Harry estaba en la puerta, con su propio plato sucio en la mano. Alzó las cejas al verlos comiendo.

—Oh.

Doreen se levantó trabajosamente.

—Sube. —Le hizo un gesto hacia la puerta, pero Harry no se movió.

—Puedo ayudaros.

—Ni hablar. —Le quitó el plato de la mano y lo dejó en el fregadero—. Sube, vamos. Tienes que estar agotado.

—No me importa.

—¡No hemos acabado todavía! Ve. Mañana haré pollo con gofres, no llegues tarde. Y dile a Cameron que deje de aparcar su condenado tractor delante de la ventana de la cocina.

Harry lo estaba mirando por encima del hombro de Doreen, con el ceño fruncido. Le sonrió.

—Buenas noches —murmuró, y Harry desapareció por el pasillo con la expresión confusa de alguien que no conociera el camino.



—Vamos. —Doreen lo arrastró escaleras arriba en cuanto acabaron de recoger—. Oh, espero que no te haya asustado el tornado. El refugio es realmente seguro, y las alarmas nunca han fallado.

Louis asintió. Acababan de pasar de largo el primer piso, donde estaban los apartamentos de los hermanos.

—No me asusté —murmuró.

—Los hermanos lo tienen todo muy pensado. —La voz de Doreen sonaba más pesada según alcanzaban las buhardillas—. Mis niños, son más listos que su padre. Edgar hizo el antiguo con una condenada pala, ¿puedes creértelo? Incluso en las granjas del norte los excavan con máquinas. En la granja de Micah Hensley hay más trabajadores, y el refugio es mucho más pequeño. Lo he visto con mis propios ojos. Ni siquiera les caben sentados todos sus vaqueros.

Country roadsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora