15- Arwassa

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Dael abrió los ojos antes del amanecer. No se movió, Kalya estaba sentada junto a él pero miraba hacia el río.  Tardó un momento en recordar y se despertó por completo al hacerlo.

Ella lo volteó a mirar y el rehuyó su mirada.

-se que estás molesto...- dijo ella.

Dael no la miró, escuchaba los ruidos del bosque, algo que nunca había notado, el correr del río entre las piedras, los pajaron que cantaban lejos al éste por dónde el sol comenzaba a levantarse, pequeños insectos que corrían entre las hojas secas. Al mirar a su alrededor todo tenía nuevos colores, detalles que nunca había visto.
Levantó la mirada hacia ella y notó cada detalle de su rostro, sus pestañas, sus ojos grises y las líneas verdes que apenas se veían en sus iris, su cabello negro y las notas más oscuras entre los mismo cabellos.

Pero también se sentía diferente, ya no estaba cansado ni adolorido, no podía entender cómo se sentía aún. No intentó usar la magia, no quería hacer el ridículo con ella mirando, después lo intentaría, pero sentía en su interior que no tenía acceso, casi como si sólo hubiera una niebla espesa...

-Dael?- él la miró de nuevo y suspiro.

-que desea mi reina que haga?
Cualquier cosa menos regresar al reino...aún no.- dijo él sin poder evitar un dejo amargo en su voz.

No quería volver al reino todavía, no sabía que le diria a su hijo, sabía que a él no le importaría, quizá ni siquiera notara nada; pero los demás lo verían, Redom que siempre lo odió y otros que lo conocían por mortal...

Kalya se puso de pie y él la imitó.

-vamos a la ciudad de Arwassa- dijo en tono duro. Dael le hechó una mirada rápida, había esperado estar sólo...ella notó lo que pensaba.- no te puedo dejar sólo aún, iremos a buscar algo del Príncipe Mikael y de ahí volveremos al éste...

Kalya se dio la vuelta y silvó para llamar a su caballo negro. Nalda se acercó también, había llegado al reino y dejado a los niños, no pudieron hacer que se quede, la pegaso sabía dónde buscar a su "dueño".

Dael quiso acercarse a su yegua aún sin agregar nada, no sabía qué sentir, estaba molesto? Sí, pero estaba vivo y con ella.
Nalda se acercó pero al extender la mano para tocarla ella retrocedió confundida, como si no lo reconociera.

Kalya lo miró y notó su gesto de disgusto, frustración, trataba de controlar su respiración y su ira.
Ella bajo la mirada y montó en su caballo.

-Nalda...-llamó Dael y levando la mano para ella olfateara.

Tras un momento la yegua dejó que lo tocara.
Dael siguió a la reina sin decir nada y ella sé limitó a avanzar.

                                   🗡

Daeval había observado todo el tiempo. Reconoció en el consorte de la reina sus mismo ojos, su tono de piel y cabello. Era muy parecido a él.  Vio a su hermano ser convertido por la reina Kalya, no intervino ya que no quería que muriera sin antes poder hablar con él.
Claro, él estaba en el bando contrario...la reina no lo había visto entre los árboles merodear, cuándo por error hizo un ruidito, ella levantó la mirada, pero sólo vio al zorro negro que era él...y lo ignoró. Agradeció haber aprendido ése sigilo para convertirse en animal.

Rato después la pareja se marcho a la ciudad.
Daeval tenía que dejar descansar a su pegaso antes de poder seguirles, pero dudaba que sirviera de algo, mejor esperaría a encontrarlo en la ciudad el éste, cuándo regresaran a ella.

                                   🗡

La ciudad de Arwassa debía su nombre a un antiguo ser que fue derrotado tiempo atrás por los Alados, al llegar éstos. El ser fue sellado bajo la piedra del templo, un templo del mismo nombre que la criatura.

Arwassa, el aullador silencioso.
Algunos adeptos aún mantenían vivo su recuerdo y el templo mantenía una afluencia de visitantes, tanto para rezarle a los alados que nunca regresara ese ser o para hacerle alguna ofrenda directamente y tener un ganado saludable...

En esa ciudad, así como varias otras de las ciudades centrales, se mantenía una armonía entre las razas que ahí comerciaban. Se mezclaban ahí elfos, Cruzados, Hijos de la Luna y de la Sangre, así como mortales; a la vez podía verse a uno otro Alado de rangos menores, ángeles y algunos que parecían niños, querubines.

Guardias del gobernador iban de ahí para allá mantenimiento el orden.
Comerciaban de todo lo que pudiera ser comerciable y también era posible el intercambio.

Mercaderes De hierbas, frituras, animales, utensilios y demás, algunos trovadores por ahí, casonas que servían de hostales algunos mejores que otros, salones de baile y  establos dónde cuidaban a los animales mejor de lo que los mismos dueños lo hacían.

El aroma de la comida, el pan recién horneado se mezclaba con lo dulce de los fermentados de las casas dónde hacían vino, mujeres ahí se divertían con los envíos de uvas, moras y manzanas que llevaban para pasar por el proceso y convertirse en vinos y alcoholes fermentados.

Paredes de piedra beige, calles y caminos empedrados, patios con pequeños sembradíos así como casas que cultivaban árboles. No había demasiados árboles, era más que nada una ciudad seca.

Algunas gallinas fuera de control siendo perseguidas por niños...La pareja Real, bajo las capuchas de aspecto pobre buscó un hostal regular, dónde pudieran pasar el día y la noche quizás, dejar a los caballos en su establo y caminar por la ciudad hasta el templo que se hallaba al centro de la misma.

Kalya esperó a la entrada a que Dael terminara de pagar al hombre recepcionista y éste le entregara una llave.
Aún no habían hablado con normalidad y Dael evitaba el contacto visual reuyéndola.
Era media mañana, casi mediodía cuándo vieron el templo de piedra, de forma exagonal, con unas puertas de madera gruesa. Unos 20 escalones había que subir para entrar.

Nadie les prestaba atención, la pareja subió los escalones y entraron a la vez.
Dael miró hacia el techo, seis tragaluces de colores dejaban entrar la luz del sol, bancas de piedra y al centro una pequeña fuente sin agua.

Dael se acercó curioso, había un símbolo tallado adentro. Extendió la mano sobre él... No sentía la magia como antes, pero sabía que había algo debajo, algo de mucho poder, dormido...levantó la mirada hasta Kalya y la descubrió mirándolo absorta.
La luz de los tragaluces y el polvo del lugar que flotaba como pequeñas partículas le daba un aire fantasmal y era hermosa.
Olvidó que estaba molesto con ella, se le acercó y ella no dejó de mirarlo con cariño y tristeza.

-lo siento-dijo ella extendiendo el brazo para tocarle el rostro.

-Kalya, cómo dijiste antes mi vida te pertenece ahora y siempre. Y así quiero que sea. No cambiaría nada, eres mi Reina y por tí haré lo que sea, para permanecer a tu lado.

Ella le sonrió débilmente. Gravó en su memoria cada detalle, un par de líneas de expresión en las comisuras de los ojos, a la orilla de sus labios, sus ojos azules que en ese momento reflejaban la luz multicolor de los tragaluces. Su cabello negro, sin rastros de edad.
Se acercó más a él, para plantar un beso delicado en sus labios.

La puerta que se abría con un sonoro golpe los interrumpió y voltearon hacia la misma indignados.
Dael reconoció a la vampira y sus dos secuaces y Kalya le hecho una mirada de arriba abajo y luego a Dael de reojo.

-perdón, llegamos en mal momento?- preguntó la recién llegada con alegría.

El Principe  2-  DaevalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora