11- Sin querer...

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Jena atravesó los jardines hasta una zona oculta cerca de las salidas. Un arco de plantas de grandes hojas verdes y flores amarillas los tapaba de la vista, varios arbustos y arboles proporcionaban sombra.

Jena había pedido que la dejaran sola, estaba en su propio palacio y nadie más que ellos decidían ahí, aparte del servicio.

Sabía que iba en contra de los deseos de su hermano y seguramente los arcángeles que los apoyaban no estarían de acuerdo, pero tenía que asegurarse que eliminaran al hechicero de Kalya. Había algo en su pasado que no le agradaba...

Un ruido entre las hojas en el suelo, cerca de la entrada le indico que sus cazadores estaba ahí.

Una mujer de piel pálida, cabello oscuro, largo y trenzado, los ojos eran casi negros, dejas delinedas con aspecto severo, iba toda de negro y varios cintos de cuero rojo le rodeaban la cintura, en los cuáles llevaba su espada y un arco a la espalda. Sus compañeros, tenían rastas, ambos de cabello claro y ojos de un color que no supo definir, entre verde y algunas vetas amarillas, éstos dos eran mas fornidos y vestían de café con unas capas raídas. Ella era una vampira que exiliaron y sus compañeros pertenecían a la raza de los Cruzados.
Sólo sabía que ella se llamaba Zella.

Ésta saludó con una sonrisa falsa.

-Zella, creí que dijiste vendrías sola.-dijo en tono seco la chica.

-Reina Jena. Así es, pero mis compañeros no quisieron dejarme venir solita ante usted. -respondio la vampira e tono burlón -Qué tendremos el honor de hacer para usted?-preguntó en el mismo tono.

Jena ignoró el tono y sacó de su ropa un rollo de papel, lo desenrolló y se los dio.
La mujer observó el dibujo en el pergamino y luego se los dio a sus compañeros.

-Acaso no es tu hechicero? Daeval?

Jena nego con suavidad.

-es su hermano menor, necesito que lo maten. -dijo en tono autoritario sacando una bolsa de monedas.-les daré una parte ahora y la segunda cuándo me traigan una prueba de su muerte.-aseguró.

Zella tomó la bolsita.

-tiene nombre? Por dónde lo vieron por última vez?-quiso saber.

-se llama Dael. Está por llegar al centro de magia...debe estar sólo, pero tomen precauciones. Nadie debe saber que yo los envíe. De acuerdo?

Los tres cazadores intercambiaron una mirada.

-está bien...pero saldrá más caro nuestro silencio. -replicó.

Jena la miró y sonrió. La sonrisa de una adolescente que no tenía nada que perder. Algo de aire se levantó en el jardín y ella le tocó la muñeca a  la vampiro. Sólo un breve roce. La vampiro chilló de dolor por un momento y sus compañeros se mostraron alarmados cuándo un momento después el dolor les alcanzó, algo ardiente que se enroscaba en sus muñecas, sin saber que pasaba.

-que hiciste??!

Jena sonrió con malicia.

-les estoy pagando por un trabajo limpio, no quieran pasarse de listos, porque si dicen quién les envió a matar a Dael, si me mencionan y si no hacen su trabajo, los mataré, no sólo eso...les hare sufrir en dónde quiera que estén, vivos o muertos. Hagan su trabajo...sólo eso pido y los libero.

Jena retrocedió un poco, con aspecto feliz.

Los tres cazadores indignados, no podían hacer nada, tenían en sus muñecas un dibujo una serpiente negra, delgada y bonita , si fuera otra la ocasión. Sin querer acababan de hacer un trato con la Nefilin y no sé podía romper.

Se marcharon rápido y Jena les sonrió a modo de despedida.

                                  🗡

Habían pasado casi 6 días que Dael dejó el reino del éste. No forzó a Nalda a volar rápido, pues de alguna forma sabes que seria mejor guardar las energías en caso de una urgencia. Aún así, siempre llevaba consigo un frasco de agua cargado con hierbas y algo de magia para su pegaso, en caso de que debieran volar sin descanso para mantenerla sana y descansada.

Era mediodía cuándo llego a la hacienda Vanell.
Los pequeños campos de cultivos estaba descuidados, hojas y ramas de los árboles frutales de alrededor no estaban cuidados, se acumulaban las hojas en cerritos por doquier. La tierra estaba seca, no había llovido en varias semanas y tampoco parecían regadas las plantas.

Conforme se acercaba a las puertas ya le parece raro que el guardian no saliera a impedirle el paso.  Sólo ése hecho era suficiente para saber que algo malo había ocurrido...

Vio las puertas abiertas, la madera parecía quemada, aunque se mantenía algo firme. Entró despacio observando. No había nadie. Las voces que recordaba de los jóvenes charlando, chismeando más bien, gritos, risas, olor a comida; las voces molestas de los profesores dando un regaño...nada. El suelo igual que afuera, estaba reseco, con hojas desperdigadas, las plantas que usualmente tenían tallos verdes y algunas flores estaban secas.
En algunos lugares parecía que hubo fuego...miró curioso el kiosco, se dio cuenta con sobresalto que ya no estaba. Fue consumido por el fuego y sólo quedó la terraza de piedra.

Fue hacia las instalaciones con Nalda de la brida, esperaba no dejarla sola, si entraba al lugar tambien ella lo haría. Aunque notaba que no había nadie en los alrededores, prefería no dejarla....los anaqueles y otras habitaciones parecían saqueadas, todo estaba revuelto, cosas caída, rotas ...qué ocurrió?
Y quién pidió ayuda en su sueño si no había nadie?
Mientras caminaba por el salón principal, con hojas y basuras dentro, un ruido le llamó la atención. En las cocinas, parecía algun tipo de sarten o algo que cayó, más atrás...dudo en dejar a Nalda, pero ésta parecía no querer ir por esos pasillos demasiado angostos para su gusto.
La de dejó en el salón.

-no te vayas....-susurró preocupado.

Avanzo hasta la cocina despacio y sin hacer ruido. Ahí aun resonaba la hoya que cayó hacía un momento. Escuchó, un par de voces infantiles que se movían dentro de la cocina, parecía que estaban apurados y de nuevo se escuchó que caían trastes y botes. Tuvo que asomarse y los vió.

Una niña y un niño, de entre 8 y 11 años. Trataban de encaramarse a una pila de hoyas para escapar por una ventana.

-eh! -llamó

Ambos niños lo voltearon a mirar y se arrinconaron chillando.

-no nos lastimes!!

-ya nos vamos!

-nosotros no vimos nada!!!

-dejenos ir!!!

Se abrazaron entre ellos y se pusieron a llorar.

El Principe  2-  DaevalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora