Capítulo 4

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Al fin, después de 5 horas de vuelo, habían aterrizado en Las Vegas. Un viaje que marcaría la vida de los jóvenes amigos. La boda de Annie y Archie.

Elisa bufó con visible malhumor, su plan de pasar 5 horas enamorando al joven magnate para que este se prendará de sus encantos había sido todo un fracaso. Debía actuar con astucia y rapidez para lograr adueñarse de las atenciones y billetera de Terry.

Usaría cualquier tetra que le llevara a ganarse el premio mayor. No le importaba ser la esposa del joven magnate, pues sabía por su hermano que este nunca se casaría, solo quería tocar y disfrutar la enorme fortuna que poseía.

Se adelantó a salir de su asiento y mientras pasaba por los ocupados por Terrence y Candy, dedicó una mirada desdeñosa a la rubia que había tomado su puesto. Porque le gustase o no, el lugar de ella era junto a Terrence.

Este gesto fue claro para el castaño, quien dio gracias al cielo que la pecosa había aceptado compartir con el. Estaba feliz y deseoso de llegar a su suite y enviar los nuevos bocetos al encargado de mercadeo y publicidad de su compañía.

La campaña publicitaria que tanto le molestaba, por fin, estaba mucho mejor de lo que imaginó; la pecosa sí que sabía lo que hacía y esto le gustó una mujer que brilla por su intelecto y que no estaba sobre el como mosca, cuál Elisa.

Su compañera de vuelo resultó ser toda una sorpresa, ahora no entendía por qué nunca se había fijado en ella. La rubia era una mujer muy inteligente, creativa, segura de sí y sobre todo hermosa.

Era de esas clases de bellezas que solo se veían en los cuentos o en las historias que tanto le gustaba leer de jovencito. Ella tenía el aura de inocencia junto a la feminidad que la convertían un diamante que el moría por atesorar.

Como todo, un caballero le ayudó a desbordar el avión y condujo el grupo hasta llegar a un hombre que les esperaba junto a una tablet con su nombre.

Archie puso sus ojos en blanco al darse cuenta de los que el castaño volvía a realizar, cambió la forma en que desplazarán contratando servicio de limusina y ayudantes.

«Es que Terry no entiende cuando se le dice "Bajo perfil"», pensó el futuro novio al darse cuenta de que se dirigían a un moderno vehículo y que ni siquiera tuvieron que ocuparse por sus equipajes, ya que el equipo de personas que había contratado el joven, colocaban todas las maletas en otro automóvil detrás de ellos.

Candy lo miró mientras subía a la limusina y entendió que esto era lo normal para Terry, el era un hombre que le sobraba el dinero, que ganaba millones cada día del año y tenía el mundo a sus pies si se lo proponía.

Entonces, mientras miraba curiosa todo el interior de la limusina, decidió sacarle provecho al viaje y vivir el momento. Nunca, en sus más locos sueños, imaginó poder estar en este tipo de autos, clase ejecutiva y disfrutar de alimentos que valen más que un mes de su pasado sueldo.

— Es tu primera vez en una limo como esta. ¿Verdad, Candy? —interrogó la pelirroja al notar de que Terry se sentaba junto a la joven rubia.

Desde la salida del avión se hubo percatado que entre ellos existía un aura distinta a la de antes; era como si él se sintiera atraído por joven, de una forma que ella no podía explicar.

Todos dentro de aquel auto se dieron cuenta de la mala intención y se molestaron con la pelirroja.

— Así es Elisa. —afirmó y volvió su cara y mirar a Terry a los ojos— Muchas gracias por tomar todas estas atenciones con nosotros para que pasemos un excelente tiempo en la boda de mi mejor amiga. —el sonrió mostrando un destello de dientes blancos y uniformes.

Boda en Las VegasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora