Capitulo 9

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No le gustaba el mal sabor que le había dejado la discusión con Candy, estaba seguro de que existía algo más y que ella saldría luego con una carta debajo de la manga.

–No sé qué está tramando, pero no va a conseguir nada –advirtió el joven en un susurro que solo fue escuchado por el–.

Terry cerró la puerta del automóvil con furia y golpeó el volante. ¿Qué cojones le pasaba? ¿Cuál era la sensación de desasosiego que experimentaba? ¿Este extraño sentimiento de desesperación que gira en su corazón?

La rubia había puesto fin a todo aceptando el divorcio. ¿No era eso lo que deseaba? No hay ya más problemas y esto quedaría olvidado en unos días, sin embargo, ¿Cuál era la causa de esas sensaciones que apretaban su pecho? ¿Este malestar inexplicable?

Arrancó el motor de su lujoso auto, aceleró de manera abrupta y se unió al tráfico de New York de forma agresiva.

Conduje mucho tiempo sin rumbo fijo hasta que se dio cuenta de que estaba en algún lugar de Central Park. Observó como las personas compartían en aquel pulmón dentro de una ciudad que corría sin parar.

Era necesario tomar oxígeno.

Respirar.

Debía eliminar la angustia que hallaba en su pecho. Bajó de su coche y caminó hasta adentrarse.

Se acercó a un de banco de madera, se acomodó en el abriendo la chaqueta del traje a la medida que llevaba puesto y apoyó las manos en sus rodillas, respirando profundamente, comenzó a realizarse las preguntas que no se atrevía a responder.

¿Qué lo llevó a sentirse tan mal? ¿Qué le estaba sucediendo?

Verla en llorando le había afectado, sus ojos cristalizados por las lágrimas aún estaban tatuadas en su mente, pero no, tenía que sacarla de su cabeza.

Nunca antes había experimentado unas sensaciones como estás. «Sí, hubo una ocasión», pensó, pero no quería recordarla. Cada día intentaba olvidarlo.

Ella, su madre, se iba de casa dejándolo. Solo un beso en la frente, sin ninguna explicación.

Levantó la mirada. En este lugar se podía disfrutar de cierta tranquilidad y realmente la necesitaba.

Inhaló profundamente varias veces, tratando de reorganizar su mente. Era improbable hacerlo.

Un mensaje de texto le sacó de sus pensamientos y respondió con una media sonrisa que no le llegaba a sus ojos. Su madre Rosmery siempre estaba pendiente de el.

"Te espero en casa" —le había escrito y el le respondió para luego colocarse de pie y dirigirse a encontrarse con su familia. Hoy más que nunca necesitaba de esa unión que ella había creado en los Granchester-Ardley.

***

El sonido de sus zapatos de tacones tipo agujetas con fondo rojo llamaban la atención de todos en las oficinas de la constructora más grande del país. Sus pasos eran decididos y firme, iba tras su presa y esta vez lo cazaría: Terrence Granchester sería suyo.

Eliza llegó hasta la oficina principal sin que nadie la detuviera, era conocida como una de las amigas del joven magnate y ella siempre dejaba entre líneas que eran algo más.

— ¿Necesito hablar con Terry? —dijo al llegar frente a Michael, quien al verla se puso inmediatamente de pie. Otra vez la odiosa engreída visitaba a su jefe.

— No se encuentra en estos momentos —informó viendo como la cara de la joven se convertía en una de decepción. Michael, al igual que Terry, no eran tontos y sabían muy bien que buscaba la pelirroja.

Boda en Las VegasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora