Capítulo 33

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Primero lo primero: almorzar.

Ya era mediodía y el estómago de Jungkook rugía cual bestia salvaje. Por lo que ambos chicos decidieron que primero irían a un restaurante y luego irían a hacer lo que sea que tuvieran planeado para hacer juntos –que hasta el momento el plan era improvisar sobre la marcha–, y además también daba la casualidad que Jimin tampoco había comido nada antes de salir de la mansión dado que la pereza en ocasiones puede más.

La comida no tenía que ser lujosa, bastaba con que fuera comestible y llenara.

El restaurante al que fueron no era un lugar especialmente amplio, las sillas y mesas de eran de un color caoba pulido con manteles rojo oscuro con un arreglo de flores blancas en el centro, las paredes blancas, del techo colgaban pequeños faroles blancos con detalles en dorado que le brindaban la suave iluminación al local y una relajada música ambientando sin llegara ser molesta o desagradable para los comensales. Su mesa se ubicaba junto a una de las ventanas, que no eran necesariamente grandes, eran cubiertas por cortinas color crema y tenían el tamaño preciso para dar una bonita vista al exterior por donde pasaban los autos y transeúntes, y además también se podían ver desde allí las rosas rojas y blancas que rodeaban en restaurante. El lugar daba un ambiente elegante sin llegar a lo ostentoso o ridículamente lujoso.

No tardaron en ser atendidos por uno de los meseros, quién tomó su orden rápidamente para después dejar sola a la pareja.

—Es muy bonito el lugar —comentó Jimin paseando su mirada brillosa por el lugar.

—Lo es —acotó Jungkook—. Se siente bien venir a un lugar tan... común.

—¿A qué te refieres? —conectó sus miradas, observando al contrario con duda.

—Los lugares que suelo frecuentar son mucho más lujosos y refinados —comenzó, mira do el lugar con una pequeña sonrisa en sus labios—. Atestados de gente rica que te observa en todo momento esperando el más mínimo fallo para lanzarse a criticarte.

—Eso es horrible —frunció su rostro en una mueva desagradable.

—Mira que si. Por eso digo que se siente bien cambiar de aires.

—Pues entonces deberíamos venir a lugares así más seguido —propuso, volviendo a sonreír—. Digo si es que quieres venir conmigo. También puedes hacerlo con alguien más.

Las mejillas del peli rosa tomaron color, haciendo que el apenado chico bajase su mirada.

—Sería muy bueno —dijo sonriente—. Me gusta pasar tiempo contigo.

Automáticamente la sonrisa volvió a apoderarse de los carnosos labios de Jimin.

—Entonces está decidido, cada vez que salgas conmigo nos alejaremos lo más posible de los lujos —prometió.

—Excelente idea. 

Se quedaron así, sonriéndose el uno al otro sin desconectar sus miradas, casual y sospechosamente la música del restaurante se volvió romántica. Jungkook reparó en la mano de Jimin que descansaba sobre la mesa, y la suya cosquilleo por tomarla.

Jungkook relamió sus labios al sentirlos secos, sin dejar de mirarla mano del contrario y de paso dándose cuenta que la suya también estaba sobre la mesa y muy cerca de la de Jimin.

¿Debería tomarla, no sería como que muy raro?

Lentamente, y tal vez coincidiendo con la escena de una película romántica cliché, deslizó su mano hacia la del contrario, como el que no quiere la cosa, tratando de ser lo más disimulado posible para que pareciera que el roce de sus dedos fue una total casualidad.

Mi Empleado Favorito // •Kookmin•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora