Colmillos

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XueXiao



En el pequeño jardín de una casa a las afueras de la tranquila ciudad Yi, una niña de cinco años había estado jugando con las flores, mientras su padre dormía sobre el pasto cerca de un árbol cercano, levantándose de la húmeda tierra la niña de nombre Qing sacudió su vestido para tomar entre sus manos la corona de flores que había hecho, caminando hacía donde el mayor dormía, observó cómo algo se movía en una de las ramas del árbol observando como una mariposa salía volando, con una amplia sonrisa que dejaba ver varios de sus dientes faltantes la infanta soltó la corona de flores que en un principio planeaba colocar en la cabeza de su padre junto a las otras que había hecho.

Con su mirada fija en el movimiento de las alas de la mariposa, la niña comenzó a seguirla dejando su hogar atrás, siendo ignorante de que con cada paso que daba se alejaba más del jardín y se adentraba al inmenso bosque que parecía rodear la ciudad en la que vivía.

La pequeña Qing se entristeció cuando sus ojos no pudieron seguir los movimientos de las rosadas alas de la mariposa, pero la tristeza pronto se desvaneció comenzando a sentir el miedo recorrer su pequeño cuerpo al notar que estaba en un lugar oscuro y no sabía cómo regresar a su casa.

—¡Mamá, papá!- gritó la niña con la esperanza de que sus progenitores la encontraran, pero solo escucho su voz algo distorsionada por el eco.

Qing comenzó a sentir como sus peculiares ojos (quizá heredados de algún familiar desconocido) comenzaban a llenarse de lágrimas dificultando el mirar.

—¿Papá, dónde estás?- volvió a hablar la niña, su infantil voz había sido afectada por sus crecientes ganas de llorar.

No quería moverse, pues una vez su mamá le dijo que debía permanecer quieta hasta que alguien la encontrara.

—¿Qing?- una voz aparte de la suya se escuchó, la niña levantó su mirada encontrándose a un hombre bastante alto para ella.

—¿Quién eres tú?- preguntó la niña limpiando sus lágrimas, no quería que el hombre supiera que estaba asustada.

—Me llamo Song Lan- el hombre se colocó de cuclillas quedando a la altura de la niña que le veía con extrañeza.

—¿Por qué sabes mi nombre?- preguntó la niña llevando su dedo índice cerca de la comisura de sus labios.

—... Tu mamá me envió a buscarte- respondió el mayor haciendo que la niña sonriera.

Song Zichen tomó la pequeña mano de la niña y colocándose en pie, comenzó a caminar por el sendero escuchando como la infanta contaba su anécdota con la rosada mariposa.

—¡Papá!- la niña soltó la mano de Song Lan cuando vio como un asustado Xue Yang salía de la casa.

Xue tomó a su hija en brazos mirando con notorio odio al hombre que había tomado la mano de su hija.

—Qing, ve adentro- pidió a la niña al ponerla nuevamente en el suelo.

—Pero...- la pequeña vio cómo su padre le veía molesto, la iba a castigar y no quería que fuera para siempre así que asintió adentrándose a la casa.

—¿Qué haces aquí, Zichen?- una vez que su hija entró, cerró la gastada puerta y se encaminó hasta quedar a corta distancia del sujeto que no se había movido.

—Quería ver a mi hija- respondió con simpleza.

—Ella no es tu hija, dejaste eso bastante claro cuando le gritaste a Xingchen que no querías a la niña.

—Es mi hija y tengo el derecho de verla.

—¡Perdiste ese derecho hace cinco años!

Chengmei sabía que Xiao Xingchen no tardaría en volver y no quería que el hombre frente a él viera a su omega pero tampoco quería que su hija se traumará si llegaba a ver algo.

Yang acortó la poca distancia que había entre él y el otro alfa y en un movimiento rápido enterró sus colmillos en la carótida del otro haciendo que cayera al suelo.

Al ser un alfa, Zichen sintió un horrible dolor que le impedía respirar, mirando con odio al alfa que; a su parecer, con engaños había logrado arrebatarle a su familia el cual sonreía mostrando los colmillos.

Xiao Xingchen volvió a casa treinta minutos después, comenzando los preparativos para la cena, escuchó la aventura de su hija que para librarse del castigo tuvo que prometerle a su padre no mencionar al alfa que la había ayudado a volver, Xue Yang veía el emocionado rostro de la niña mientras comía los caramelos que su amado omega le había llevado.

Por la madrugada, un hombre encapuchado arrojaba el inerte cuerpo de otro en medio del bosque con la clara intención de que los animales residentes lo devoraran.

Antología Omegacember 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora