𝔅𝔞𝔯𝔯𝔲𝔫𝔱𝔞𝔯

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Se despertó ante el sonido de unas risas a las afueras de su apartamento. Malhumorado y con muy pocas ganas de existir se levantó preparado para regañar a aquellas personas que habían interrumpido sus importantes horas de sueño. Necesitaba dormir, la última semana había sido agotadora, esas personas iban a conocer a un Changbin muy diferente.

Pero al abrir la puerta de su apartamento, todas sus ideas fueron tiradas abajo. Era la Señora Cho, hablando muy animadamente con el nuevo vecino; que al parecer recién llegaba de hacer algunas compras, ya que llevaba algunas bolsas con él.

—¡Changbin! Que bueno que estés aquí— saludó entusiasmada la mayor— Él es el vecino del que te hablé ayer por la tarde.

—Es un gusto, soy Lee Yongbok— se presentó el rubio de pecas con una dulce sonrisa.

Changbin esperó unos segundos, para que su mirada cambiará, espero que dejara de sonreír cuando lo mirará a los ojos, espero que sus labios hicieran una mueca de desagrado, espero lo mismo que veía en todos, pero su sonrisa no se borró en ningún momento y su cuerpo no dió ningún indicio de incomodidad.

—Seo Changbin, igual es un gusto.

—No te preocupes Yongbok, binbin es así, no suele ser muy expresivo— comentó la mujer.

—Pues, según me contó él salió a trabajar anoche y llegó muy tarde, quizás lo hemos despertado, puedo entender que no esté muy alegre— respondió el menor— Lamento mucho si te hemos despertado.

—Está bien, de todas formas ya es tarde— le quitó importancia.

—Me alegra que se lleven bien chicos, yo debo irme ¡Hoy vienen mis nietos a almorzar!— comentó entusiasmada antes de regresar a su departamento.

Los dos jóvenes quedaron en el pasillo, sin saber muy bien que hacer o decir. Desde la perspectiva de Changbin era una situación tan incómoda que no era capaz de levantar la cabeza para mirar al rubio. Mientras Yongbok reía internamente por la ternura que le provocaba el pelinegro.

—¿Hace mucho vives aquí?— cuestionó el menor.

—Hace alrededor de un mes y medio— respondió Changbin, y por primera vez en su vida detesto no saber socializar.

—La señora Cho no mentía cuando dijo que eras de pocas palabras— comentó Yongbok entre risillas, adentrando la mercadería a su hogar.

—No suelo hablar con muchas personas.

—A mi me encanta hablar y conocer gente— contestó el pecoso sin dejar de sonreír.

En ningún momento había desaparecido aquella sonrisa de sus labios. Changbin pensó que en cuanto la mujer desapareciera sus belfos formarían una línea tan perfecta como su cabello dorado, pero no pudo haberse equivocado tanto.

—Fue un placer conocerte Changbin, espero que podamos cumplirle el deseo a la Señora Cho y convertirnos en amigos— se despidió Lee.

—Nos vemos.

Changbin volvió a su hogar, pensando en que quizás le daba tiempo de hacer algunas tareas antes de ir a trabajar. En ese punto no le prestaba mucha atención a las relaciones sociales, era mucho más importante mantener sus trabajos y sus estudios en perfecto equilibrio.

𓏲ָ 𝔗𝔯𝔲𝔢𝔳𝔢𝔩𝔩𝔦𝔢🌒//ᶜʰᵃⁿᵍˡⁱˣDonde viven las historias. Descúbrelo ahora