𝔖𝔥𝔞𝔩𝔬𝔪

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Las calles estaban vacías, todo sumido en un oscuro y profundo silencio. El muchacho de unos 17 años caminaba frente a él, arrastrando los pies, denotando la poca vida que tenía su alma. El humo del cigarrillo se hacía uno con el cielo estrellado y los pequeños destellos rojizos de ceniza se apagaban al tocar el suelo.

A sus ojos todo era una representación gráfica de lo que vivía el adolescente caminando frente a él. El humo haciendo referencia a las ganas de vivir del menor, comenzando espeso hasta llegar a extinguirse por completo. Y esas cenizas representando los trozos de su alma rota. Era una obra de arte, sin lugar a dudas.

Era una obra de arte rota, como a él le gustaba. El sufrimiento pintado hasta en sus ropas desgastadas, el dolor dibujado en su rostro inexpresivo y su cansancio plasmado en sus movimientos pesados.

¿Debería acabar ya con el sufrimiento de ese pobre chico? ¿Cuán agradecido se sentiría? ¿Estaría feliz de dejar de sufrir? Todas las personas sufren, pero ninguna se anima a acabar con su propio sufrimiento. Para eso estaba él.

Lo sabía con detalle. El pequeño Leewon tenía una madre abusiva y adicta, su padre era un agresivo y alcohólico, él debía cargar con todas las responsabilidades del hogar a su corta edad y encima tolerarlos. Los maltratos eran cotidianos y el derroche de su dinero también ¿Que caso tenía seguir viviendo así?

En tanto el menor dobló hacía uno de los callejones, él no tardó en seguirlo, no sin antes mirar a sus alrededores con suma atención. Ambos entraron en el estrecho espacio, el mayor haciendo el menor ruido posible, sacó su arma con silenciador y disparó.

Se encargó de que el disparo fuera letal, para no tener que volver a hacerlo. Se acercó suavemente al cuerpo tendido en el suelo únicamente para verificar sus signos vitales y concretar su cometido. Luego se alejó caminando por el pasillo sin dejar indicios de haber estado en el lugar.

Acababa de llegar al país y los portales ya se encontraban explotados con el nuevo homicidio

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Acababa de llegar al país y los portales ya se encontraban explotados con el nuevo homicidio. Era increíble que no se detuviera, que continuará sin importar qué, pero lo que más le impresionaba era que no tenía sentimientos de culpa.

Volver a ese horrible país no era algo que disfrutara, no le traía buenos recuerdos. Pero como siempre acaba haciendo cosas que no quería por el estúpido que le arrebató todo. Pero ya no más, iba a hacer hasta lo imposible por arruinarlo, iba a destruirlo por completo y hacer que se pudra en la cárcel.

-Minho, es un gusto volver a verte- saludó Yang.

-Lamento no poder decir lo mismo...

-Lo entiendo, no te preocupes. Lamento haberte pedido que vengas- se disculpó.

-Debí haber venido antes, no íbamos a poder manejar todo de la forma en la que lo hacíamos- comentó el mayor.

-Tenemos mucho de qué hablar.

Lo cierto era que las cosas no iban muy bien, ellos sabían a quien buscaban pero no podían localizarlo y la policía sería capaz de localizarlo si supieran de quien se trataba. Pero entre los dos no hacían uno, lo que provocaba que ninguno se encontrara en la mejor posición.

𓏲ָ 𝔗𝔯𝔲𝔢𝔳𝔢𝔩𝔩𝔦𝔢🌒//ᶜʰᵃⁿᵍˡⁱˣDonde viven las historias. Descúbrelo ahora