𝔄𝔶𝔲𝔯𝔫𝔞𝔪𝔞𝔱

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Seo no tardó mucho en comenzar la acción, si no hacía algo para escapar ese iba a ser su fin, tenía que buscar la forma de desaparecer lo más rápido posible para que la policía no lo encontrara.

Luego de que Hwang mencionara las dichosas pruebas supo que aún no las habían entregado, porque Minho quería una venganza cruda, quería torturarlo hasta dejarlo sin aliento, quería que le rogara por perdón. Pero él no podía hacer eso, su trabajo aún no había terminado.

Tenía que encontrar la forma de huir de ahí, buscar a Yongbok y convencerlo de mudarse a otro país sin decirle la razón. Sabía que el menor iba a seguirlo, él era su mayor apoyo, él significaba un hogar para Yongbok, no iba a dejarlo ir tan fácil.

En un movimiento veloz sacó una pistola y comenzó a disparar sin apuntar realmente a algún lugar, los contrarios quedaron muy sorprendidos pero no tardaron en correr a cubrirse de las balas y ese fue el momento que Changbin tomó para huir.

—¡Changbin!

Esa voz… No, no podía estar ahí, Yongbok no podía estar ahí.

Se giró en dirección a donde fue llamado y lo vió ahí, al dulce y brillante Yongbok, más apagado que nunca, tan opaco como las cenizas de un cigarrillo, tan roto que era irreconocible. Al principio tardó en entender quién era, a pesar de que lo tuviera enfrente.

—¡Yongbok, mantente lejos!— exclamó Minho.

—¿Qué estás haciendo binnie?— cuestionó el rubio en un susurro quebrado.

—Estoy liberando personas de lo que nadie me liberó a mi.

Minho tomó a Yongbok del brazo para alejarlo lo más posible de Changbin, temía que su historia volviera a repetirse, temía volver a vivir lo mismo dos veces. Aunque Seo no pareciera querer dispararle al rubio, él ya no sabía de lo que era capaz.

—¡No, Changbin! ¡Changbin!— gritó el menor con desespero, mientras observaba como el pelinegro se alejaba corriendo.

—¡Vayan tras él!— ordenó Minho a sus compañeros.

El pelinaranja se quedó consolando a Yongbok, quién se deshacía en lágrimas y gritos, como si estuviera viviendo lo peor que le pudo haber pasado en la vida, como si lo estuvieran matando lentamente. Podía entenderlo, no hacía mucho había perdido a una de las personas más importantes de su vida y ahora descubría que el amor de su vida era un asesino.

—Bok, bok vamos a casa— sugirió el mayor.

—No quiero ir, todo va a recordarme a él— respondió.

—Vamos a la mía, no te preocupes.

Yongbok estaba completamente en blanco, desde que habían llegado no había pronunciado palabra, solo estaba recostado en el sillón de la sala sin emitir ni un solo sonido. Minho podía imaginar que no la estaba pasando para nada bien, nunca lo había visto de esa forma, ciertamente estaba irreconocible.

Era sorprendente todo el dolor que podía esconder una sonrisa tan brillante como la del menor, ahora mismo podía notarse que estaba sumido en un dolor irreparable, que sería difícil que volviera a sonreír como antes, que ya no volvería a ser el mismo.

Para completarla, él no sabía cómo consolar personas, era muy malo cuando se trataba de lo emocional. Además no estaba muy acostumbrado a hacerlo, la mayor parte de su vida la compartió con Jisung y él sabía como Minho expresaba su compañía, Jisung sabía reconocer la extraña forma de consolar que él tenía. Pero ahora era muy diferente, Yongbok no iba a entenderlo.

—¿Tienes hambre bok? Acabo de hacer algo para comer…

—Huele muy bien, pero no tengo hambre, gracias— susurró el menor.

𓏲ָ 𝔗𝔯𝔲𝔢𝔳𝔢𝔩𝔩𝔦𝔢🌒//ᶜʰᵃⁿᵍˡⁱˣDonde viven las historias. Descúbrelo ahora