𝔎𝔞𝔦𝔯𝔬𝔰𝔠𝔩𝔢𝔯𝔬𝔰𝔦𝔰

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Ese día era particularmente difícil, era 2 de Agosto, ese día hubiera cumplido once años de novio con Jisung. Era toda una locura. Minho conoció al dulce peliazul a la corta edad de 10 años cuando por fin pudo entablar una conversación con él sin que esté huyera. Y desde ese preciso momento todo comenzó a cambiar.

Jisung comenzó a ser mucho más abierto y no les costó nada poder entablar largas conversaciones. Su amistad fue escalando cada vez más, hasta que se volvieron inseparables, estaban juntos casi todos los días, salían a todos los lugares posibles y exploraban todo lo que estuviera a su alcance.

Pero Minho siempre supo que lo que le pasaba con el menor no era lo mismo que le pasaba con los demás. Cuando Lee veía al peliazul se le inflaba el pecho, sentía que su corazón latía a una velocidad desenfrenada  y cosquillas en su vientre. La inocencia de su edad no dejaba que él creyera que se trataba de otro sentimiento, pero a medida que fue madurando entendió lo que en verdad sentía por el menor.

Flashback.

No era de extrañarse que sus padres no estuvieran para nada de acuerdo con la relación, sus rostros de asco y desaprobación los dejaron destrozados. Se dieron cuenta de que sus tan amados padres no eran capaces de dejar la religión y los prejuicios de lado, que no tenían el valor ni la intención de hacer todas sus creencias a un lado para no perderlos. Eran mucho menos importantes que su iglesia.

Tenemos que irnos sung.

—¿A dónde vamos a ir? No tenemos lugar al que huir honnie.

— Pues trabajaremos, haremos algo, encontraremos un hogar o un lugar que nos acepte— insistió el pelinegro— Buscaremos la forma, pero yo no voy a dejar que me separen de ti, por nada del mundo voy a permitir eso.

Jisung se sintió enteramente motivado con las palabras de su novio. Ya tenían 18 años, llevaban ocultando su amor unos tres largos años, ya no podían soportarlo más. Querían salir y ser ellos, ser la pareja que eran, amarse sin tener miedo de que los vieran, de que alguien le contara a sus familiares. Ya no estaban para soportar todas esas cosas.

Unos pocos años más tarde lograron recaudar el dinero suficiente para irse a Japón y alejarse de todo lo que les había tocado vivir, de todo lo que habían tenido que enfrentar. No querían volver a pisar Corea por nada del mundo, estaban decididos a abandonar todo y buscar nuevos comienzos en otro lugar, a empezar desde cero, pero siempre juntos.

—Lo logramos hannie— comentó Minho con emoción— Somos oficialmente libres.

Todos los años que siguieron juntos desde entonces fueron maravillosos, se sentían plenos, llenos de vida, eran tan felices. Japón los había recibido con los brazos abiertos, prosperaron como nunca creyeron que lo harían, estaban en su mejor momento.

Minho podía sentir la alegría recorrer su cuerpo al volver a su apartamento de trabajar y escuchar la dulce voz de su novio cantando desde la cocina, sumado al delicioso aroma que inundaba su hogar, jamás se había sentido tan feliz como en aquellos momentos. La vida era perfecta, con Jisung a su lado todo era fácil de afrontar.

—¡Hannie, llegue!

—Buenas noches, amor ¿Cómo te fue?

Como siempre las charlas entre ellos eran interminables, los temas de conversación nunca acababan. Los temas triviales no existían, solo eran ellos hablando de cosas que solo ellos entendían, de una manera que nadie más comprendería, porque así eran ellos, se encerraban en su propio mundo.

Esa noche paseaban tomados de la mano por las calles de Tokio, los sakura estaban en su máximo esplendor y no había imagen más grata para los jóvenes enamorados. Ese día cumplían siete años de novios y nada era más gratificante que ver aquellos bellos árboles en esa fecha tan importante. Esa era una de las cosas que más amaba Han de Japón, el poder ver los sakura de la forma más bella posible.

—Felices siete años lindo— felicitó Lee abrazándolo desde la espalda.

—Felices siete años amor.

Y entonces en ese momento, estando aferrados el uno al otro observando la brillante ciudad al otro lado del río, sintiendo el calor corporal de Jisung escuchando su respiración relajada y sus latidos tranquilos, Lee Minho supo que era feliz y que era el hombre más afortunado del mundo.

—Te amo Jisung.

—Te amo más honnie.

Fin del flashback.

Minho no estaba seguro de si algún día podría superar aquel amor, pero estaba seguro de que jamás iba a poder olvidarlo, jamás dejaría de formar parte del momento más feliz de su vida, jamás sería capaz de arrancarlo de su piel. Han Jisung había dejado una huella profunda en su ser, una imborrable.

Decidió que lo mejor sería ponerse a trabajar o a hacer algo, ya no quería recordar con sufrimiento a la persona que más amó, además tenía muchísimas cosas para hacer, ya no podía estar perdiendo el tiempo. Enseguida se preparó y agarró su computadora para dirigirse a aquel café al que últimamente visitaba con mucha frecuencia.

—¡Buenas tardes Minho!— saludó el rubio— ¿Que puedo ofrecerte?

—Hola bok. Un café negro, por favor.

—Enseguida lo traigo ¿No deseas acompañarlo con nada?— cuestionó— El cafe negro es muy fuerte ¿No queres nada dulce y rico para equiparar?

Minho negó suavemente y observó cómo el menor se alejaba sonriente mientras saludaba a todos los clientes que no había visto y les preguntaba si necesitaban algo. Era algo hipnotizante, la energía de ese chico era casi mágica, tan dulce y alegre como él mismo.

—Aquí tienes, un café negro y… dos medialunas dulces con dulce de leche— añadió el menor, a lo que Minho lo miró extrañado— Me lo agradecerás luego ¡Que lo disfrutes mucho!

Y por supuesto que Yongbok tuvo razón, si bien el pelinegro necesitaba algo fuerte para aliviar un poco sus penas, también se daba cuenta que esa cafetería no era para estar triste. Todos a su alrededor reían, bromeaban y jugaban, entre ellos, con Yongbok y con los demás empleados también.

El rubio lo observó mientras reía con uno de sus clientes, le sonrió dulcemente, como si supiera que no se encontraba bien, como si hubiera leído todas sus penas, como si supiera para qué era ese café. Fue entonces cuando se dió cuenta que esas medialunas eran una forma de demostrarle que no estaba solo.

Era estúpido que Yongbok se preocupara por él cuando no tenía idea de quien era, pero su corazón era tan grande que no le permitía ignorarlo. Y a Minho le costaba creer que ese niño de pecas realmente era real.

Kairosclerosis: El momento en el que te das cuenta de que eres feliz.

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Muy buenas mi gente bella!!! Al fin es miércoles y yo vengo con un nuevo cap!!

Hoy apareció nuestra necesaria dosis de minsung😭😭
Se estaba haciendo de rogar.

Espero q les haya gustado tanto este cap como a mi escribirlo, no olviden dejar su linda estrellita si así fue. Lxs tkm🫶🏻🫶🏻❤️‍🩹☄️

𓏲ָ 𝔗𝔯𝔲𝔢𝔳𝔢𝔩𝔩𝔦𝔢🌒//ᶜʰᵃⁿᵍˡⁱˣDonde viven las historias. Descúbrelo ahora