Jungkook es un estudiante que sueña con convertirse en cantante. Su vida da un giro inesperado cuando cruza con Jimin, el chico problemático de la universidad. Mientras se acercan al límite y cruzan barreras prohibidas, Jungkook debe decidir si vale...
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❝Memories in Stardust❞
Él era muy interesante para describir, su estatura estaba por encima del promedio y aunque de complexión delgada era atlético. Su piel era pálida y sus ojos rasgados eran de un atractivo color negro, casi siempre llevaba el cabello azabache como un libro abierto, corto y con ondulaciones naturales. Sus labios gruesos resaltaban en un lienzo de facciones simétricas, las personas siempre hablaban sobre lo guapo que era y no era exageración decir que recibía muchas ofertas para trabajar como modelo.
Si eso no era suficiente, también tenía una vibra agradable, podía ser juguetón al principio, no obstante, su personalidad bromista aligeraba cualquier ambiente sin generar ofensas. En clase los profesores le ponían cierta atención por la manera en la que sabía desenvolverse, nunca impertinente o grosero, sabía mantener silencio cuando era necesario y siempre tenía las palabras perfectas que los demás no podían decir. Un paquete completo.
Vivía solo con su madre, su padre había partido al otro mundo por una enfermedad en los pulmones desde que él era niño, a la fecha no era algo que lo atormentara, vivía con los buenos recuerdos y para él eso era suficiente.
Frente al mundo, Seokjin no tenía ningún defecto, al menos no uno que los demás pudieran señalar.
—Entonces primero organizaré esto y luego pasaré la lista de los nombres a tu archivo para que lo acomodes, ¿está bien? —preguntó su novio, quien estaba sentado en la sala con una portátil sobre su regazo.
Namjoon era diferente, en primera parte era menor por un año, pero más alto por un par de centímetros, su piel estaba ligeramente bronceada y sus ojos rasgados tenían una forma peculiar similar a los ojos de un dragón, que le otorgaban una mirada profunda. Una particularidad se formaba en su rostro cuando sus carnosos labios se curvaban en una sonrisa y aparecían hoyuelos en sus mejillas, eran los hoyuelos que habían conquistado a Seokjin.
Luego estaba su personalidad, se trataba de un chico menos excéntrico que el mayor, pero con una gran afición por las charlas largas, el arte y lo abstracto. Había sido catalogado como un niño genio desde los 10 años, desde entonces siempre estuvo en el centro de atención, con el mundo a sus pies.
Era un líder nato, en una sala repleta de gente las personas normalmente terminaban dirigiéndose a él en busca del orden y él, por supuesto, lo apreciaba.
Su único problema, si es que lo era, consistía en el odio profundo que tenía por aquellas pandillas que gobernaban las calles de la zona.
—Hazlo —respondió Seokjin desde la cocina—, ¿también quieres una taza de café?
—Así estoy bien.
La vida juntos era buena.
La mejor pareja de la universidad o los protagonistas, los llamaba Hoseok a modo de broma. Sabían cómo complementarse, apenas tres meses después de haberse conocido y ya podían leerse con una sola mirada, lo cual podía ser escalofriante para otras personas.