Apuesta de billar

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El aula vacía, paredes beige, ventanas abiertas con el aire agitando las cortinas y un pizarrón limpio e intacto

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El aula vacía, paredes beige, ventanas abiertas con el aire agitando las cortinas y un pizarrón limpio e intacto.

Jungkook hojeaba el libro de partituras que yacía sobre su escritorio, pudo reconocer las piezas de inmediato, eran las que interpretó en la final de un concurso de piano infantil, estaba todo el repertorio completo.

Lo recordaba perfectamente, un concurso pequeño con menos de diez participantes y un público de apenas treinta personas sosteniendo cámaras para tomar fotos de los pequeños pianistas en crecimiento; Jungkook tocó con nervios y en el pequeño auditorio, al fondo, un niño pelinegro movía sus pies y cabeza al ritmo de la música. Recuerda haber hecho contacto visual con él en algún momento del concurso, se sentía borroso.

—¿Gguk?

Al alzar la mirada encontró a Jimin de pie en el marco de la puerta, sus ojos azul bebé hicieron contacto con los ojos oscuros de Jungkook, había tranquilidad contagiable en ese celeste que observaba con ternura.

—Mimi... ¿Qué haces aquí?

—Vine a buscarte, prometiste que iríamos a comer a ese restaurante que encontraste la vez pasada.

¿Qué restaurante?

De alguna forma, Jimin se apresuró en llegar hasta el escritorio sin que el contrario lo notara y recargó en la mesa con ambos codos.

—¿Estudias hasta tarde?

Había una sonrisa gentil en Jimin, Jungkook subió la mirada hasta sus mejillas sonrojadas, ese cabello rubio nunca antes había parecido tan esponjoso y perfecto, peinado en las direcciones correctas hasta ser tan prolijo como el de un ángel.

—Solo guardaré mis cosas e iremos a donde quieras.

—¿Qué estabas viendo? —Jimin robó su libro y se alejó riendo mientras sus ojos trataban de dar forma a las letras entre la agitación—. Clair de Lune... Me gusta esa pieza.

Esa canción...

Los labios de Jungkook formaron una sonrisa mientras su mente imaginaba la interpretación, el fantasma de las teclas frías bajo sus dedos revivió causando cosquilleos en sus manos.

Utópico...

—Una vez hicimos una interpretación de esta canción en ese pequeño club de ballet al que iba cuando era niño, las niñas danzaban como flores de primavera con sus tutús rosas y nosotros nos movíamos como el viento vistiendo de color crema...

—Lo sé.

—Piensas mucho, Ggukie.

El apodo familiar escapó de sus labios con un matiz seductor que regó calor en las paredes del aula solitaria.

Las partituras resbalaron hasta caer al suelo y esparcirse sin hacer ruido, solo se escuchó el eco de los pasos de Jimin acercándose a Jungkook.

Stardust Lover | kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora