007 - Coffee full of soy milk and so sweet

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Narra Angy:

Lunes 23 junio 2015

Seguramente hoy era una de las pocas veces en toda mi vida en que me alegraba que fuera lunes. Hoy era el primer día en el que oficialmente iba a ir al estudio como una más de los participantes en la grabación del segundo disco de The 1975. Estaba tan emocionada con eso que, desde que recibí el mensaje de Matty con el cuadrante de ensayos, ni siquiera le presté atención a las exigencias de mis padres y a su reciente obsesión por emparejarme con ese tal Marc.

Según ellos, a mis 25 años, ya debía estar pensando en buscar un buen chico con el que casarme y formar una familia. Y, obviamente para ellos, ese chico sí o sí tenía que ser Marc. Me hablaron todo el maldito fin de semana de él, de lo perfecto que era, de lo buen padre que sería y de la preciosa familia que seguro que formaríamos.

En realidad, no tenía nada en contra de ese chico ya que ni siquiera lo conocía, pero estaba empezando a aborrecerlo con la insistencia de mis padres en que pronto debería tener una cita con él. Tampoco soy estúpida y conozco de sobra a mis padres, estoy segura que ya han con los padres de Marc nuestro compromiso. Porqué si, por desgracia mi familia y la suya son de este tipo de familia elitista que, prácticamente nada más nacer sus hijos, ya pactan su futuro matrimonio con otra familia.

En resumidas cuentas, mis padres creían que ya comenzaba a tener una edad para sentar cabeza y formar una familia ahora que en unos meses, supuestamente, iba a entrar como abogada junior en su bufete. Tal vez porqué soy sensible, porqué no me gusta pelearme con nadie, por miedo a las reprimendas/castigos o porqué son tan exigentes que asustan; nunca he sido capaz de decirles a mis nada de lo que en realidad he querido. Nunca he podido tener con ellos una conversación sobre mis sentimientos, mis sueños...

Y yo en absoluto pensaba que ahora tuviera edad para sentar la cabeza; en realidad sentía todo lo contrario a eso. A mis 25 años sentía que mi vida no había hecho más que comenzar. Aunque hacía a penas unas semanas que había conocido a Matty, sabía que él iba a ser mi mayor vía de escape a pozo negro y sin fondo que era vivir con mis padres y sus imposiciones. Con sólo haber trabajado un día con él y los demás, solo con eso, sabía que la mejor etapa de mi vida estaba a punto de empezar. Y, claro está, la abogacía, las imposiciones de mis padres y Marc no estaban en absoluto entre los planes para mi nueva vida. Pero aún no sabía cuando ni como podría deshacerme de ese lastre sin que los daños fueran enormes.

Y, como aún no sabía como decirles a mis padres que no iba a hacer nada de lo que ellos quería, seguí el ritual de cada mañana desde que tengo uso de razón. Desayuné con ellos, escuchando mil batallas de sus casos y de lo que me esperaba; y me despedí de ellos antes de que se fueran al despacho asegurándoles que seguía poniéndome al día con todo el papeleo que me habían dejado para que viera el funcionamiento del bufete.

Obviamente mentía, los únicos papeles que he estado mirando estos días han sido las partituras y letras que me llevé a casa el otro día después de trabajar en el estudio. En cuanto mis padres se hubieron ido, subí corriendo a mi habitación para cambiarme y ponerme algo más cómodo. Unos vaqueros, unas deportivas y una camiseta de tirantes junto con una chaqueta de punto por si refrescaba, en Londres nunca se sabe.

Me hice una coleta y recogí todos los papeles que tenía que llevar al estudio. Preparé mi bolso y metí mi guitarra en la funda. Cuando estaba a punto de llevarlo todo a mi coche, recibí un mensaje de Matty dándome los buenos días con su ya típico "ojos lindos" y mandándome la ubicación del café. El lugar que me indicó al que tenía que ir me pareció extraño ya que quedaba algo lejos del estudio, no demasiado pero si lo suficiente como para ir en coche si queríamos llegar con tiempo a las grabaciones.

When we are together | Matty HealyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora