Narra Angy:Encendí el agua y, esta vez sí, me desnudé completamente antes de que esta saliera caliente y meterme debajo de ella. Cuando el agua caliente comenzó a correr por mi piel al fin mis músculos se relajaron completamente.
Pase mis dedos sobre mis labios, recordando los dulces besos que Matty me acababa de dar. Sabía que era un error, pero esos besos habían sido lo único que había conseguido apaciguar mi nerviosismo desde que comencé a trabajar con él.
Aún así, estaba dispuesta intentar olvidar todo esto lo más rápido posible y seguir con mi regla de no mezclar trabajo y amor. Bastante se me acababa de complicar ya la vida como para tirar por la borda una amistad como la de Matty por un berrinche o por el exceso de alcohol. No estaba dispuesta a ello. No estaba dispuesta a perderle
Terminé de ducharme y me puse la ropa que me dejó. Acerqué la sudadera a mi nariz una vez puesta y aspiré el perfume. Olía a él, olía tremendamente bien. Y ahora mismo, ese olor, era lo único que me transmitía algo de calma dentro de la tempestad en la que se acababa de sumergir mi vida.
Como era de esperar, mi móvil estaba lleno de mensajes de mis primas y mis amigas después de haber desaparecido todo el día. Seguramente Matty ya les había puesto al corriente, pero aún así preferí contestarles a los mensajes. Las tranquilicé informándolas de que ya estaba en casa de Matty algo más tranquila y que hoy me quedaría aquí a dormir.
Después de responder, puse el móvil en silencio. Ahor lo único que necesitaba era un poco de tranquilidad y descansar. Salí del aseo y me sorprendió ver la luz de la cocina apagada ya que se suponía que mientras yo me duchaba Matty estaba preparando algo para cenar.
— ¿Matty? —pregunté elevando la voz al no saber donde estaba.
— ¡En el salón! ¡Ven! —escuché como me respondía.
Seguí su voz hasta el salón y había preparado todo para que pudiéramos cenar en la pequeña mesita que había en el salón, justo delante de su sofá. Había dos platos de pasta con verduras y un gran jarro de agua, algo perfecto para tener la menor resaca posible mañana. La luz estaba también algo atenuada, acompañada de dos velitas encima de la mesa. Cosa que también agradecí ya que eso ayudaría al tener menos dolor de cabeza.
— ¿Te sientes mejor? —Matty se levantó del sofá y se acercó a mi, sacándome de mis pensamientos.
— Sí. Muchas gracias cutie pie.
— Maldit... —alzó la vista al techo e inspiró antes de volver a mirarme—. Bueno, por te dejo que me llames así. ¡Pero no te acostumbres! —frunció el ceño.
— Lo siento... —esbocé una pequeña sonrisa. Si alguien conseguía que esta noche sonriera, estaba claro que sólo podía ser él—. Pero no hacía falta tanto, Matty. Bastantes dolores de cabeza os he dado ya como para que me cuides tanto.
— De dolores de cabeza nada, no digas tonterías linda. Y come, seguro que te sentará bien —rodeó mi cintura y dejó un beso en mi frente—. Y no me digas que no tienes hambre porqué no me sirve. Después de la borrachera que has pillado tienes que comer —me miró fijamente.
— Sí, papá —reí por lo bajo.
Él negó con la cabeza entornando los ojos, aunque también esbozó una pequeña sonrisa. Ambos nos sentamos y empezamos a comer en silencio. En un completo silencio que, por primera vez desde que nos conocimos, se volvió algo incómodo. No hacía falta tener un máster para saber el porqué de esa incomodidad: esos besos y caricias subidos de tono que nos habíamos dado bajo la ducha.
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When we are together | Matty Healy
Hayran KurguAngela, nacida y criada en el seno de una familia adinerada de Inglaterra; busca una vía de escape a esa vida estricta que conlleva ser de linaje noble inglés. Esa escapatoria llega en forma de cantar un pubs a lo largo de Mánchester y componer su p...