Capítulo 21 | Sentimientos

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𝑴𝒂𝒙

Acaricié la mejilla de Maddox con cuidado de no despertarla, la luz de la mañana se filtraba por la ventana de mi piso y su cabello rubio parecía una cascada dorada, como si la luz del sol se derramara a mi lado y quise fundirme en ella.

Estaba completamente jodido, ya no tenía forma de alejarme aunque lo intentara y en lo único que pensaba era en tenerla en mi cama todo el día, sin que abandonara mi apartamento.

Aún no habíamos follado y me tenía completamente a su merced. Ni siquiera la merecía, y no porque se tratara de la hija de un Don sino porque Maddox Salvatore era demasiado para mí.

Dejé que mi mano acariciara sus labios y noté como se despertaba aunque sin abrir los ojos, descendí por su cuerpo, por encima de mi camiseta negra y me puso duro el recordar que solo llevaba unas bragas de algodón debajo, cuando llegué al dobladillo escuché como gemía.

—Max...

—¿Mmmh? —murmuré sobre su cuello, me moví de tal forma que quedé encima de ella, pasé mi lengua por la piel sensible y necesité toda mi fuerza de voluntad para no desnudarla allí mismo.

—Max, espera —jadeo. Me deleité con los sonidos que hacía a medida que descendía por su cuerpo, noté sus pezones duros traspasar la tela y rodeé uno de ellos con mis dientes provocando que se arqueara—. Me debes... —gimió—. Me debes una conversación, Máximo.

Gruñí al escuchar mi nombre en sus labios.

Me alejé un poco para ver su expresión de placer.

—Tienes razón —murmuré—. Pero ¿podemos desayunar primero?

Asintió aun con los ojos cerrados.

—De acuerdo, ¿Qué es lo que...? ¡Oh! —gimió al sentir mi lengua sobre su ropa interior y se incorporó sobre sus codos para verme entre sus piernas, sonreí antes de repetir el movimiento de nuevo provocando que se humedeciera más—. Max, por favor...

Gemí al sentir su humedad, su sabor y el olor a excitación que desprendía. Necesitaba follarla, correrme sobre ella, dentro de ella y de todas las formas posibles. Pero antes de que pudiera deshacerme de su tanga me detuvo con su mano sobre mi cabello.

—No —dijo seria. De repente toda su expresión cambió de puro placer a enojo en un segundo y tragué saliva—. No haremos nada hasta que hables.

Bajé la vista intentando esquivar su mirada furiosa y la escuché suspirar mientras intentaba salir de la cama.

—Maddox, espera... —de rodillas sobre mis sábanas blancas la vi buscar su ropa y supe que debía decir lo que sea para evitar que se fuera—. Entiendo que estés enojada, pero...

—¿Lo entiendes? —me enfrentó con una sonrisa sarcástica y negó—. No, no lo entiendes. Porque si lo hicieras no jugarías conmigo.

Negué con un movimiento de cabeza mientras salía de la cama y buscaba mis pantalones de gimnasia negros, me los puse en un segundo y me acerqué a ella.

—No estoy jugando contigo, de verdad.

—Mira Max, yo se que es difícil, que estar conmigo te puede costar la vida —me podía costar mucho más que eso—. Y se que quizás no valgo la pena como para arriesgarte, pero si es así por favor deja de jugar conmigo. Deja de buscarme...

—No puedo —me negué, en cuanto la tuve a unos pocos centímetros de distancia acerqué mis manos hacia su cuerpo pero se alejó.

—¿Por qué? Dime la verdad, al menos inténtalo.

Presioné mis labios en una fina línea considerando mis opciones, no podía ser totalmente honesto pero al menos podía admitir un par de cosas. Volví a acercarme y esta vez no se alejó, aún así no la toqué y hablé a centímetros de sus labios.

Traición y Sangre ✔ [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora