𝑴𝒂𝒙
Era una mala idea. Y aún así allí estaba, frente a la rubia que me hacía exasperar y que parecía lista para asestar el primer golpe.
Sabía muy bien que era una mala idea seguir su juego así que no planeaba pelear, estaba decidido a perder antes de dejarle algún moretón por el que después mi cuerpo estaría flotando en el lago Michigan.
Tragué saliva al recordar sus palabras, ¿había sido mi hermano quien se encargó del tipo que la molestó?
No me quedaba ninguna duda luego de ver cómo la cuidaba.
—¿En serio no atacaras?
Su tono fue de desesperación y frustración, como si toda la diversión que la acompañaba se hubiera desvanecido en menos de un segundo.
—Te cedo los honores de...
No pude continuar porque su golpe fue directo a mi mandíbula logrando que todo mi cuerpo se desestabilice por el impacto, para mi suerte y mi orgullo no caí, logré recuperar el equilibrio y al abrir los ojos la vi con una sonrisa de suficiencia, se pasó la lengua por los dientes.
Al diablo, si iban a asesinarme, le daría un golpe antes.
Me acerqué a ella sin pensar en su apellido o en quien era pero esquivó mi golpe con rapidez y su puño fue directo a mi estómago.
En menos de un segundo se puso detrás de mí y susurró en mi oído.
—Ya van dos.
Iba a matarla.
Me di la vuelta y antes de que pudiera reaccionar la golpeé en su estómago, pero sabía que me había regalado ese golpe y eso me hizo enfurecer. Porque se estaba burlando de mí en mi cara.
Los siguientes veinte minutos transcurrieron entre golpes que ambos esquivamos y movimientos sutiles de ella en los que me dejaba descolocado. Era rápida y tenía mucha agilidad, cada que asestaba un golpe se reía en mi cara y no podía evitar sonreír cuando se lo devolvía, aunque no golpee su cara y me controlaba en mi fuerza. No quería lastimarla, no quería dejarle marcas, no me interesaba pelear con ella, pero aún así no podía dejar de hacerlo porque la estaba pasando bien.
Y Maddox sonreía, por primera vez me regaló una sonrisa de diversión que no escondía sarcasmo, burla u odio detrás.
Así que seguí lanzando golpes a su dirección y nos sumamos en una danza sin parar, era la primera vez que peleaba contra alguien, contra una mujer, en un cuadrilátero y con guantes, así que era algo nuevo definitivamente, porque además de todo eso, Maddox era buena. Sabía cómo moverse y como golpear, reconocía los puntos débiles y una vez que me tuvo encerrado contra una esquina se dedicó a derrumbarme.
Era una Salvatore, no había duda.
La sorpresa tiñó su rostro cuando con un rápido movimiento la empujé cambiando de lugar con ella aprisionando su cuerpo contra la esquina del cuadrilátero. Me acerqué hasta que mi pecho chocó contra su espalda y noté como contenía la respiración.
—¿Sabes lo que creo? —le murmuré cerca—. Que estás muy cansada de ser una princesa y de tu apellido, por esa razón me pediste que ataque, porque no quieres que te traten como una muñeca de cristal —intentó moverse pero la contuve allí, con una mano sobre su cintura. No supe de donde saque las agallas para hablarle de esa forma y acercarme hasta tener su trasero rozando mi pantalón.
Era una mala idea, luces rojas se encendieron en mi mente diciéndome que me apartara pero no les hice caso.
Estar con Maddox, provocarla, discutir, desafiarla era totalmente embriagador.
Y que ella pareciera tan afectada me daba la seguridad de que no estaba incómoda, quizás algo confundida por la situación, pero la energía que irradiaba de su cuerpo me decía que esto no la disgustaba y me sujeté a esa posibilidad.
—¿En el sexo también eres así? —le estaba hablando de sexo a la hija del jefe y en ese momento me importó una mierda su apellido— ¿También te gusta que se olviden de tu apellido y que no te traten como una princesa frágil? —se movió de tal forma que su cuerpo rozó el mío, su espalda se arqueo y la presioné más, un ruido escapó de su garganta y estuve a un segundo de cometer una locura—. Dime Maddox, ¿te gusta que te jalen del cabello y te ahorquen? ¿Eres así?
Fue un segundo en el que no me lo esperé, la escuché murmurar una maldición por lo bajo y en un rápido movimiento su codo se clavó de lleno en mi estomago haciéndome retroceder con fuerza. Tosí y por un segundo el aire escapó de mis pulmones, tardé un segundo más en recuperarme y cuando lo hice la vi acercarse a mí.
Sus ojos brillaban de furia y enojo, sabía que la había hecho enojar y eso no hacía más que calentarme la sangre y emocionarme en partes iguales.
Vi su puño acercarse a mi cara y al descifrar su golpe con anticipación logré esquivarlo por medio segundo, coloqué mi pie detrás de su tobillo provocando que se cayera hacia atrás pero antes de poder pensarlo mejor sostuvo mi brazo haciendo que la acompañara en su caída.
Caímos. Mi cuerpo encima del suyo, cubriéndolo por completo, tocándolo por completo.
Reaccioné y con mis manos a cada costado suyo me eleve para poner un poco de distancia pero no me aparté por completo.
El ruido de su espalda impactando con el suelo me sorprendió pero no parecía lastimada o adolorida. Estábamos cerca, peligrosamente cerca.
Y aún me miraba como si quisiera asesinarme.
Su cuerpo pequeño estaba bajo el mío y nuestras narices se rozaban. La respiración de ambos se volvió superficial y sentí el impulso de esconder mi cara en su cuello para aspirar su aroma, acariciar la piel sensible y dejarme llevar.
Maddox era peor que cualquier sustancia o bebida, eso era definitivo.
Algo denso y caliente se instaló entre nosotros, todo el ambiente se tornó pesado y el calor fue directo a mi ingle. La vi morder su labio inferior y no me contuve.
No sabía que estaba haciendo, no entendía lo que ocurría entre nosotros, pero tampoco podía parar.
Sus ojos se oscurecieron, el turquesa pasó a ser verde y brillaban, me acerqué hasta casi rozar sus labios, nuestras respiraciones se mezclaron y supe por la forma en que reaccionó que quería que lo hiciera pero no le di con el gusto, desvié mi rostro hasta rozar con mis labios toda su mandíbula. Un suspiro escapó de sus labios cuando sintió mi tacto sobre su piel, su cuerpo se removió bajo el mío y quizás no ocurrió pero sentí como se arqueaba para estar más cera.
Sus pechos rozaron mi camiseta, me controlé para no dejarme caer de nuevo encima de ella y friccionar mi cuerpo. No supe de donde saqué el autocontrol porque estaba caro que algo en mi cabeza estaba haciendo cortocircuito porque mi reacción tan carnal y visceral no tenía sentido si teníamos en cuenta el odio que siento por ella.
La odio. La odio. La odio. ̶L̶a̶ ̶d̶e̶s̶e̶o̶.̶
Llegué a su cuello y sin pensarlo demasiado pasé mi lengua de forma lenta, un ruido ronco y suave escapó de su garganta y supe que estaba totalmente perdido.
—¿Qué demonios ocurre aquí? —La voz fría y profunda de mi hermano rompió la burbuja.
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Traición y Sangre ✔ [+18]
Romantizm𝑷𝒖𝒆𝒅𝒆𝒔 𝒏𝒆𝒈𝒂𝒓𝒕𝒆 𝒂𝒍 𝒅𝒆𝒃𝒆𝒓, 𝒐 𝒅𝒆𝒋𝒂𝒓𝒕𝒆 𝒔𝒆𝒅𝒖𝒄𝒊𝒓 𝒑𝒐𝒓 𝒆𝒍. -------------------------------------------------------------------------------- En la mafia 𝘋𝘳𝘢𝘨𝘩𝘪 hay muchas reglas, pero para la hija del Don, todo s...