El abuelo pasó hablando la mayor parte de la noche sobre anécdotas que parecía recordar de una forma muy vívida pero que a la vez eran confusas y nadie más que el entendía. Después de un rato largo, el se canso y todos nos fuimos a dormir, o bueno, eso intente yo.
Me quedé mirando al techo, aún con mi cansancio a flor de piel, no podía cerrar mis ojos. Esperaba dormirme, pero algo me impedía hacerlo, algo me llamaba y me molestaba para que volteara a ver la otra esquina de mi habitación, cosa que claramente no hice por mi seguridad.
La luz de la madrugada se fue aclarando y yo no había cerrado mis ojos ni un segundo.
Me estresé.
Si no podía dormir tenía que obligarme a hacerlo.
Me levanté a la cocina por un té de hiervas para poder conciliar el sueño. Mis mareos por no dormir me estaban pegando algo fuerte, creo que acabo de ver a mi padre en su habitación recorriéndola como un desquiciado. Me pareció extraño pues a él no le gustaba que se dieran cuenta cuando el se desvelaba. Después de un rato salió y me vio parada observándolo.
— Deberías estar dormida — me reprocha en un susurro.
— No he podido dormir — le digo con total sinceridad —. Planeaba beber un té, a ver si así me duermo.
— ¿Recién?— pregunta preocupado—¿A las cuatro de la mañana?
— No había visto la hora— camino hacia la cocina con él siguiéndome —¿Y usted?¿Qué hace caminando como un loco tan temprano?
— Me llamó la editorial — se pasó una mano por el rostro, frustrado—. Me quieren llevar a una firma de libros en Europa y ya no lo puedo aplazar... Ya lo había hecho hace dos meses, pero me insisten en que es necesario seguir promocionando mis libros, en especial el último.
— Luz de luna es un gran libro y mucha gente se a enganchado a él —pongo a calentar el agua mientras mi padre se sienta en el taburete —. Deberías ir.
— Pero, recién nos mudamos... Tu abuelo me extraña, mi madre y tú me necesitan aquí... ¿Debería postergarlo un poco más?— trata de sonar seguro pero aún así suena a pregunta.
— Pa— lo tomo de los hombros haciendo que me mire—. Usted se lo a ganado, debe ir. Nosotras podemos cuidar de el abuelo, además... Está Dalton.
Cómo que la garganta me ardió solo nombrarlo.
— Pero no te agrada Dalton.
Buen punto, pa.
— Si el está ayudándonos debo tolerarlo y lo haré lo más bien que pueda, así que debes ir— el agua comenzó a hervir por lo que la apago y me hago mi té.
— ¿Segura?— dice aún dubitativo—. Puedo decirles que me den más tiempo y...
— Esto es importante para ti — doy un sorbo a mi té mirándolo decidida a convencerlo —. Éstos últimos años te haz hecho muy reconocido. No decepciones a tus fans.
—¿Me estás botando?— pregunta indignado.
— No, solo quiero que no te detengas por mi ni por nadie—le aclaro—. Eres un grande en la industria de los libros y el mundo tiene que seguir viéndolo.
— No sabes cuánto te amo, hija— me abraza felizmente y luego me suelta —. Tendré que preparar las maletas.
Se levantó del taburete decidido a su labor. Lo mire una última vez y seguí bebiendo mi té tratando de arrullarme.
Sinceramente, ya estaba acostumbrada a que se fuera de casa por las firmas. Antes sentía que se iba porque quería alejarse de mi y dejarme como... Bueno, ya saben, fue entonces cuando él me hizo entender que no quería dejarme sola, pero era necesario hacer sacrificios para poder tener el resto del tiempo solo para mí. Eran sus pequeños actos de amor paternal.
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El aroma a nuestros recuerdos
JugendliteraturJanneth vivía en las madrugadas de insomnio por culpa de una vocesilla que siempre la despertaba. Era un poco olvidadisa y sus recuerdas de su niñez se volvieron borrosos, aún así, llegará un momento en el que podrá recordar para revivir esos moment...