Ya comenzarían las clases y yo me la pasaba ocupada todo el tiempo. O en el trabajo, o en la casa arreglando y hasta leyendo para no sentirme inservible, bueno, más bien porque no se me ocurren muchos planes. No soy tan creativa en ese sentido.
Además, el abuelo no me deja salir desde lo que paso con Dalton, tampoco me deja verlo. Solo quiero buscar un poco de emoción en las discusiones que tengo con él y por andar hechos los chistosos ni él me puede ver ni yo puedo gritarle.
Estas palabras me pesan, pero son las reales y sobre todo que nunca pensé decir.
Extraño a Dalton.
Pensé en mandarle un mensaje o llamarlo para discutir y distraerme, pero cada que entro a su chat me tiemblan las manos del nerviosismo y salgo de el tan pronto como ingreso.
Lo peor de esto es que si quiero escribirle, pero no tengo una razón buena para hacerlo y él no lo ha hecho, entonces creo que no debería hacerlo.
Es que no sé si siquiera sería correcto escribirle.
Quisiera no pensar en ello mientras hago las últimas compras para los útiles con mi padre que me regaña por estar tan distraída o cuando estoy con mis abuelos viendo una película a la cual no le presto ni dos segundos de atención por andar chequeando el celular por mi indecisión.
En el trabajo todo está tranquilo y eso me hace estar en paz, el pensamiento de escribirle aun ronda mi cabeza pero puedo distraerme mientras hago los pedidos. Me sentía en calma al estar inundada del aroma del café caliente y los bizcochos recién horneados.
Por eso amaba mi trabajo, me hacia sentir que no necesitaba nada más, que estaba en una profunda calma...
— Hola, preciosa — saluda el pelirrojo con una gran sonrisa.
Que decías, Jannethcita.
— Buenas tardes ¿en qué puedo ayudarlo?
— Sabes que no hay necesidad de ser tan formal conmigo ¿verdad? — le enarco una ceja y el suelta un suspiro dispuesto a seguirme el juego muy a su pesar —. Deme tres mocas y un café negro con dos bizcochos de chocolate y dos rollos de canela.
— Ya le llevo su orden a su mesa — le explico al ver que no se va.
— Prefiero esperar si no es molestia— me sonríe malévolamente el condenado.
Louis está colmando mi paciencia y no me debería ni importar que hace aquí, pero lo hace provocando en mi de nuevo la intranquilidad. Un momento de paz era imposible pedir si alguno de estos dos seres extraterrestres que siempre colman mi paciencia aparecen de cualquier forma.
Aun así no digo nada, pero después de un rato de silencio lo escucho suspirar. Se que está observando cada paso que doy sin ningún disimulo y se que es mi momento de hablar.
— ¿A qué viniste en realidad? — le pregunto mientras preparo su pedido.
— A degustar los manjares que he pedido en mi orden — lo veo de reojo y eso hace que así se resigne a decirme la verdad— . Se me ocurrió venir a verte.
— ¿En el trabajo?
—Pasas desaparecida y es el único lugar seguro en el que puedo encontrarte.
Me pareció una estúpida excusa, pero me trague eso para mi y seguí.
—¿Para qué? — le dejo los tres mocas para continuar preparando el café.
— Me haces falta, Janneth — dice sutilmente y trago fuerte por su confesión —. Llevas semanas sin salir con nosotros y el grupo esta mal sin ti.
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El aroma a nuestros recuerdos
Novela JuvenilJanneth vivía en las madrugadas de insomnio por culpa de una vocesilla que siempre la despertaba. Era un poco olvidadisa y sus recuerdas de su niñez se volvieron borrosos, aún así, llegará un momento en el que podrá recordar para revivir esos moment...