Capítulo 3:«Serendipia»

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Dedicado a NoaNoa30, todo porque me 
recuerda a vos por el título.

Capítulo 3:«Serendipia»

Dalton Jons

En realidad, no quería regresar a mi casa, pero sabía que debía volver por mi madre y August que volverían hoy acompañados de Jhon, el novio de mi mamá.

La casa estaba arreglada. Estaba tal cual y como la había dejado antes, ya que, prácticamente pasaba en la casa de la señora Maggie.

Se suponía que yo debía cuidar de ella, pero resulta que ella cuidaba más de mi.

Desde hace tres meses que volví a esta casa. Desde hace tres meses tome la decisión de vivir aquí solo hasta que mi madre arreglará los papeles de nuestro departamento en California para poder vivir aquí. Desde hacía ya tres meses que siento un vacío. Desde hacía ya tres meses que no puedo dormir tan bien como me gustaría. Desde hacía ya tres meses...

Comencé a preparar la cena mientras los esperaba. Ya eran más de las seis. Mi madre me había dejado un mensaje de que ya se encontraba cerca y por suerte, la cena ya estaba casi lista.

No es por presumir pero, olía y sabía delicioso.

Toc, toc —escuché sonar la puerta por lo que me acomode un poco el cabello y dibuje una sonrisa en mi rostro antes de abrir.

—¿Esperas a alguien?— la voz chillona de Janne hizo que frunciera el ceño, confundido —. Por lo visto no te alegras de verme. Yo tampoco, pero bueno.

— ¿Qué haces aquí?

— Quería verte— se encoje de hombros confundiéndome aún más.

—¿Tú?¿Verme a mí?

— ¿Qué tiene eso de malo?

— Que se supone que me odia y que no quieres verme ni en pintura.

— Y tienes toda la razón, Dalton— desvío su mirada trás de mí entrando como si nada a mi casa, como si ella fuera la dueña—. Tienes un gatito.

Me dejó pasando un rato, pero luego cerré la puerta al ver que ella estaba muy cómoda acariciando a Sirius como su fuera su gato bien sentada en el suelo y el otro condenado bien a gusto con sus caricias.

— Podrías comportarte como alguien normal — le reclamo pero ella me ignora.

— Mi papá nunca me dejó tener uno. Decía que no podía con tanta responsabilidad, pero...

— Tiene razón — le ayudo a levantarse al ver que Sirius se a ido de sus manos al escuchar un ruido.

— En realidad, no— se sacude las manos con cuidado—. Soy alérgica a ellos, tiene miedo de que me enferme y entre a un hospital por ello.

— Una alergia no es tan grave.

— Díselo tú, yo no he logrado convencerlo— carraspeó la garganta al ver que la veía con tanta atención —. Mi abuela me pidió que te llamara para cenar, es por eso que en realidad vine.

— No me asombra— me volteo y le abro la puerta con una sonrisa—. Puedes irte, hoy no iré porque vendrá mi familia.

— Pensé que eras huérfano.

—¿Qué?— creo que no entendí bien lo que dijo.

— Olvídalo, a parte de narcisista, sordo.

—¿Narcisista? pero ¿qué tiene que ver esa palabra en esta conversación?

— Que cada vez me caes peor.

— No me afecta, además, ni siquiera sé que significa esa palabra.

— Lo esperaba de ti, falta de neuronas— me sonríe de forma sarcástica y yo la miro aún más confundido.

El aroma a nuestros recuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora