Capítulo 10:«El Silencio Al Escuchar Su Nombre»

15 2 0
                                    

"Y en la oscuridad

Los nervios me mataban 

No reinaba la maldad

Pero los recuerdos me atormentaban"

Janneth Diane Maslow Alder.

Desde hace un par de días los recuerdos del abuelo han sido algo vivaces, recuerda nombres, situaciones, películas y hasta tomar sus pastillas sin que la abuela le diga. Estaba en un punto de lucidez claro, pero no significaba que estaba curado. El abuelo en cualquier punto volvería a recordar lo mínimo.

A veces quería creer que había esperanza, pero en el fondo sabía que no podía seguir mintiéndome con ellas.

Recién había llegado del trabajo y sinceramente me estaba costando tratar con personas. Conseguir trabajo donde hay que platicar y soportar a otros siendo introvertida no fue una de mis mejores ideas.

Ya se porqué no fue buena. Todo esto fue plan de mi padre.

Escuchaba murmullos y un par de risillas desde la sala, sabía ya muy bien quienes estaban platicando. El abuelo no ha dejado que Dalton vaya a su casa para comer con su familia por segunda vez y nadie puede detenerlo, ni el mismo Dalton para tratar de huir, pero parece que ni lo intentaba.

A veces siento que Dalton se siente más cómodo en está casa antes que en la suya.

Me acerco lentamente a la escena. El abuelo como siempre, estaba en su sillón favorito frente al ventanal donde se ve ahora el cielo adornado por un montón de estrellas, a su lado esta Dalton con un libro en manos y una sonrisa que se engrandece en cuanto me ve. Saludo por educación, abrazo a mi abuelo y le pido que se vaya a dormir ya, eran casi las diez y el normalmente se duerme a las ocho. Si no dormía bien sus horas podría afectar su horario de sueño. Dalton me ayudó a llevarlo a la habitación de arriba con cuidado y sin despertar a mi abuela lo recostamos en su habitación. 

Mi padre tenía la luz de su despacho prendida, aún seguía encerrado en el como si fuera el único lugar existente en la casa durante las noches. 

Acompañe a Dalton hasta la puerta en un inaudito silencio que de no ser otra persona me hubiera ido a mi habitación sin necesidad de verlo fuera de mi casa. Nos detuvimos en la entrada, lo mire unos segundos en los que el también me observo. 

Se sentía extraño y no porque estuviéramos callados, se siente extraño porque siendo nosotros ya estuviéramos gritándonos por alguna estupidez como antes, como cuando estábamos pequeños, como cuando recién volvía, antes de que me dijera que era yo a la niña que tanto amaba.

Ni siquiera sabía yo si podía corresponderle, no sabía si podía haber una buena relación entre ambos y no sabía ni siquiera si el querría una respuesta de mi parte.

Dalton abrió la boca unos instantes para decir algo y luego la cerró de repente, por mi lado, rasqué mi nuca nerviosa y me decidí a matar esta agonía.

— Dalton —llamé a su nombre haciendo que vuelva sus ojos a los míos — ¿Está todo bien?

— Sí.

Trato de formar una sonrisa que por lo forzada que era se transformó en una mueca. Algo andaba mal.

— Si pasa algo puedes decirlo, yo te escucharé y...

— Es que no sé si sea lo correcto.

Me estaba preocupando sinceramente. Dalton no es de los que busca seriedad en cada conversación, a Dalton le gusta bromear y sonríe siempre que está conmigo. Esto no es normal.

El aroma a nuestros recuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora