Capítulo 4:«Un aroma, un recuerdo»

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Extrañaba la lluvia.

No es que odiara los días soleados, pero en este momento mi mayor deseo era ver como las gotas de lluvia caían en el extenso mar. Nunca había visto una playa en un día lluvioso y de cierta forma, me causaba curiosidad lo que sería estar en una.

Mi abuelo se había levantado en la madrugada conmigo y estaba hablando con la nada. Según yo, mi abuelo tenía alzhéimer no esquizofrenia. Igual no lo iba a juzgar porque claramente sería yo.

Lo deje solo porque confío en que su pequeña charla sobre los tipos de cereales que son mas suaves al paladar sería totalmente inofensiva. Era una charla bien tranquila, seguramente después el iría a dormir. Tome mi viejo cuaderno de dibujos y un lápiz que había encontrado ayer mientras arreglaba mi habitación. Mire a mi abuelo antes de salir y ya se había dormido en el sillón de siempre; cerré la puerta con cuidado y me dispuse a caminar hacia la playa con la arena entrando en mis zapatillas durante el trayecto. Sentí el viento recorrer mi piel dándome pequeños escalofríos, pero no me detuve, simplemente no podía parar.

Me senté cerca de donde el mar se encontraba viendo la hermosa luna llena que el cielo adornaba. Era la vista perfecta para esta noche sin sueño, pero de mucha inspiración. Justo lo que necesitaba en estos momentos para olvidarme de mis problemas, aunque sea por unos segundos.

Es cierto que lo había dejado hace tiempo, que no quería volver a tener que ver con absolutamente nada que incluyera dibujar en algún lugar; pero no puedo hacerlo, al menos ya no más. Dibujar es parte de mi, esta en mi y por lo tanto no puedo soltar eso que tanto amo porque es mi pasión y tal vez hasta mi razón de existir. Se sentía tan bien ser parte de esto. Tan solo era yo, mi lápiz, mi libreta y mi musa, la hermosa madrugada. Esto ya lo necesitaba más que el aire que respiraba.

Me había tomado un largo tiempo volver a esto, pero me dio orgullo saber que aún tenía la magia, que aún lo hacia de maravilla.

No sé cuantas horas me tomó terminarlo, lo que si se es que el sol ya estaba comenzando a aparecer en la escena cuando lo hice y estaba satisfecha con el resultado. Había ignorado el frío por completo cuando comencé a dibujar que ya no sentía ninguna temperatura. Solo sentía paz.

Me recosté en la arena colocando mis manos sobre mi nuca y mire al cielo. El sonido de las olas rompiendo era tranquilizador y relajante que se volvió mi canción de cuna provocando que cierre mis ojos y pierda la razón de todo mi ser.

Cuando desperté no había ni rastro del sol en mi cara, de hecho, vi el techo de mi habitación mientras me preguntaba como puñetas había llegado a mi cómoda cama. Me senté en ella aún confundida por este extraño truco de magia. Esto había sido real pues en mi mesita de noche reposaba mi libreta con el dibujo de la hermosa luna de la madrugada y el mar que hice. Pasé las manos por mis brazos y sentí un pequeño rastro de arena sobre la piel. Era obvio que sí había ido a la playa y se por muy buena fuente― mi papá ― que no camino dormida, yo no pude haber llegado sola hasta aquí.

Me levante de la cama y me di una ducha. Tal vez con eso se me refresque la memoria.

A ver. Recuerdo recostarme en la arena y ver el cielo, dormirme por el sonido de las olas y...

"― Debería dejarte aquí tirada, Janneth, tienes suerte de que te tenga compasión."

El recuerdo de la ronca voz de Dalton rondo mi cabeza cuando hacia memoria.

Con que eso había pasado...
Ohhh, justo ese idiota tenía que haberme cargado hasta mi casa y dejarme recostada en mi cuarto ¡Pero que mala suerte tengo!

― Demonios ―dije para mi misma mientras cerraba la llave de la ducha ―. Ahora le debo otra.

Salí de la ducha molesta conmigo misma.

El aroma a nuestros recuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora