Dalton Jons.
Bueno, aquí estamos de nuevo.
Volví a iniciar un nuevo año escolar en una nueva escuela con gente que ni me topa.
Que bonito.
Tomo aire antes de cruzar la puerta del instituto rogando por paciencia al señor. Lo primero que vi fue a un pocotón de adolescentes hormonales reír, gritar, hablar y estorbar en el paso. Tuve que rodear mucha gente y seguir las indicaciones de mi madre que me dio en la mañana antes de venir para llegar a la oficina del director.
Normalmente no soy muy antisocial, pero August me arruinó la mañana en cuanto me planto el ratón que caso mi gato Sirius en la cara sin ninguna clase de remordimiento en su rostro.
Juro que voy a darle un patazo hasta que se me ocurra algo grande para que se asuste y cobrarme todas las que me ha hecho hasta ahora.
Llegué a duras penas a la recepción de la oficina del director. Me sentía un estúpido niño perdido en ese lugar y lo peor de eso era que nadie notaba mi existencia y aunque me gustaba la idea de ser invisible, justo ahora no era un buen momento de serlo puesto que necesitaba encontrar mi clase pronto.
Me quedé en uno de los asientos de la sala de espera hasta que me dejara pasar la señora regordeta que había entrado hace unos minutos a la oficina del director. Mire al techo un par de minutos con la esperanza que pasara el tiempo rápido y me dieran las indicaciones que necesitaba, pero lo único que pude llegar a percibir es ese aroma. Mi aroma favorito.
— ¿Tú? — preguntó Janneth lentamente al verme.
Arrugué las cejas al verla escudriñando cada parte de su ser. No me sorprende lo bien que le queda el uniforme ni que haya elegido el de deportes. Se veía agitada y despeinada, se nota que no se quería levantar de la cama y la obligaron. No puedo evitar sonreír solo pensarlo, pero lo disimulo. Un poco.
— ¿Yo? — me señaló divertido — ¿Qué pasa?
— No lo sé, solo quería hacer una escena dramática, pero tú no le metes corazón a esto, Dalton— se sienta a mi lado mirándome de reojo aún cuando yo le prestó toda la atención del mundo— . Tuve una mañana no tan divertida y el drama falso siempre ayuda a subirme el ánimo.
Ella pasa una mano por su corto cabello robando toda mi atención con cada movimiento ¿Por qué será que le queda tan bien todo aun con el cabello hecho un lio? ¿Será que se ve bien o es que simplemente estoy tan enamorado de ella que no me importa como se vea?
Trago grueso volviendo mi mirada al frente.
— ¿También estabas perdida? — lo afirmó pero me tomo la delicadeza de preguntárselo para que no me tire un zapato.
— Lamentablemente.
— Bienvenida al club de los niños perdidos — le digo con una sonrisa.
— ¿Qué te crees? ¿Peter Pan?
— Depende, ¿Serías tú mi Wendy?
Coquetería barata en la mañana, me gusta.
— Eres como rarito.
Odiaba esa frase.
La había utilizado estos dos últimos días en cada conversación que habíamos tenido evitando que sea capaz de seguirle la conversación, aunque no estaría de más decirle un "hablo la normal" pero sería provocar una guerra que no quería iniciar. Quería seguir en bandera blanca con ella después de lo del fin de semana aun cuando ella no le haya dado mucha importancia.
— No puedes estar dos segundos conmigo que ya me juzgas.
Me quejo sin poder evitarlo volviendo mi mirada hacia ella.
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El aroma a nuestros recuerdos
Novela JuvenilJanneth vivía en las madrugadas de insomnio por culpa de una vocesilla que siempre la despertaba. Era un poco olvidadisa y sus recuerdas de su niñez se volvieron borrosos, aún así, llegará un momento en el que podrá recordar para revivir esos moment...