Capítulo 8: «La Luz En Sus Ojos»

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Dalton Manuel Jons Olvera

Que mi mente martilleara en mi contra era algo común. Lo soportaba. Lo aprendí a tolerar con el tiempo.

Yo era de esas personas que sobrepensaba las cosas, que podía pasar horas hundido en su propia miseria sin razón solo porque a mi mente le pegaba la gana de estar en mi contra y hacerme sufrir con cosas que supone estoy superando.

Cada que recorría la casa de mi tía Ania y mi padre  me llegaban recuerdos. Todos ellos eran maravillosos, pero dolían porque sabía muy bien que solo eran eso y no volverían a repetirse ni aunque quisiera.

Recordaba estar en esta casa solo con ellos y el pequeño Gus cada verano. Mi tía vivía aquí y era la recepcionista de un pequeño hotel que quedaba cerca de su casa y mi padre era un farmacéutico — vivió con ella desde la separación con mi madre —.

Mis padres en algún punto de su relación se habían amado con locura y tanta pasión como para tener dos preciosos retoñitos, pero no la suficiente como para que ellos perduraran.

A pesar de ello, ambos sintieron que era mejor si se alejaban y daban un tiempo para que así no hubiera tanta discordia y nosotros no tuviéramos que ver sus discusiones. Fueron sensatos en ese sentido.

A pesar de que mis padres estuvieran separadas, a August y a mí nos agrado estar así mientras ellos sonrieran y fueran felices.

August le pareció algo normal ver a mi madre y a mi padre separados, pues se habían dado tiempo cuando August aún era un crío de un año y continuaban manteniéndolo cuando creció, pero eso no querría decir que se llevarán mal.

Podría decir que mi padre y madre nunca dejaron de amarse, pero no de forma romántica, se amaban de forma amistosa pues antes de ser novios y tener hijos habían sido los mejores amigos que podían existir, así que seguían hablándose. Creo que a mí madre en el fondo le pareció que siempre debieron ser amigos, ya que veía como disfrutaban más el tiempo como amigos que como pareja — o eso decía mi tía pues yo seguía siendo un mocoso inexperto en las cosas del amor cuando transcurrían estos sucesos —. Su relación era buena incluso para ser ex marido y ex mujer.

Pasábamos la etapa escolar con mi madre, mi padre nos iba a visitar los sábados y domingos algunas veces para cuando se dieran las vacaciones pasarlas totalmente con el y tía Ania en la casa en la playa.

A veces iba mi madre con la intención de disfrutar sus vacaciones nos acompañaba para que pudiéramos tener una verdadera reunión familiar todos juntos. Pasábamos mi cumpleaños y el 24 de julio como debía ser, con toda la familia Jons Olvera unida.

Todos eran recuerdos felices, todos ellos me hacían feliz, pero detrás de la felicidad siempre hay algo de tristeza.

El día en que murieron mi tía y mi padre me deje caer.

Ese día había discutido con mi madre por Jhon. Ese día mi madre insistió en que debía tratarlo mejor, después de todo era su nuevo esposo y debía aceptarlo, pero dolía, dolía porque siempre habíamos sido mamá, August y yo en casa, dolía porque yo sentía que no necesitábamos a nadie más, dolía porque no estaba acostumbrado a ver un hombre más en casa y que quisiera que lo asimilará tan repentinamente era aún peor. Mi tía me había marcado, era diciembre y mi padre junto a ella querían venir a pasar navidad con nosotros por lo que decidieron venir diez días antes para instalarse en un hotel. Le había contado de la discusión y mi padre también la oyó. Ese día, ambos me habían pedido compasión, entendimiento, me dijeron que yo era maravilloso y capaz de entenderlo y aceptarlo, que solo necesitaba tiempo, que si no era suficiente motivación, que soportará a Jhon por ellos y por mi mamá. Se los prometí aún en contra de mi voluntad, pues no lo iba a cumplir, solo quería que se quedarán más tranquilos; les dije te amo a ambos al terminar la llamada y solté un suspiro de alivio al poder quitar la tensión sobre mi. Un par de horas después, me encontraba en mi escritorio redactando mi nueva historia de ciencia ficción que había escrito con el fin de que mi padre la leyera como regalo de navidad, ya estaba por terminarla cuando mi madre entro a mi habitación con lágrimas en su rostro.

El aroma a nuestros recuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora