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El dolor insoportable en mi cabeza hizo que empezará a levantarme con una jaqueca insoportable. Abrí los ojos completamente ida, mi vista se movía alrededor de la habitación que definitivamente no era la mía, suspiré levemente agarrando todas las fuerzas para abrir bien los ojos, mi vista se nublaba por el dolor de cabeza que traía.

Me detuve en seco al sentir dos brazos recorrer mi cintura con fuerza, abrí los ojos como platos y mire a mi lado a Bellingham.

—¿Que carajo?— susurre intentando quitarme.

Jude abrió los ojos al instante, frunciendo el entrecejo y quitando sus brazos de mi cintura, se sentó al igual que yo y solo nos miramos fijamente.

—¿Q-Qué paso anoche?— agregue titubeando.

Discretamente mire que no traía camisa, pero todo lo demás si, al igual que yo estaba intacta a como me recordé anoche.

—Te emborrachaste, a tus amigos se los llevaron mis amigos y yo no sabía dónde vivías, intenté preguntarte pero estabas completamente borracha, así que te traje a un hotel cercano para no dejarte en la discoteca sola— murmuro con un poco de vergüenza.

Al instante sentí mis mejillas arder, no me imagino que pude haber hecho borracha, capaz le vomite a medio mundo o llore, quien sabe.

—Gracias Jude, de verdad gracias— murmure bajando la mirada. —¿Hice alguna estupidez?

Al terminar de hablar, Jude se tenso tragando grueso, se pasó la mano por la nuca y soltó una pequeña risa.

—No, nada importante que arruine tu reputación— sonrió.

—¿Mi reputación?

Frunci los labios mirándolo atentamente.

—Eres la hija de James Scott, ¿no?— pregunto dejando que asienta. —Admiro a tu padre, es un gran socio para los negocios— sonrió.

—¿Negocios? Mi papá tiene empresas no es negociante— aclare.

—¿Acaso no sabes?

—¿Saber que?— murmure mirándolo.

—Tu papá es un socio muy importante entre los futbolistas para hacer contratos con los clubes para su intercambio, préstamo o retiro— explico.

Abrí los ojos sorprendida, papá jamás me había dicho algo por el estilo, siempre dijo que hacía negocios en España y en el extranjero por sus empresas, aunque pensándolo bien. Jamás había aclarado que tipo de empresas producía.

—No sabía, sinceramente no sabia— dije desconcertada.

El silencio inundó la habitación, se volvió incómodo hasta un punto cuando mi celular sonó en tono de llamada, me asusté porque sabía que le dije a mamá que regresaría temprano.

Conteste lo más rápido que pude, gracias a que mi teléfono estaba en la mesa de noche, sin saber cómo llego hay conteste.

—¿Ma?— mis manos empezaron a sudar.

—Valentina querida, ¿dónde estás?— pregunto suavemente.

—Estoy en la casa de Martina mami, se pasó de tragos anoche y tuve que dejarla aquí en su casa, era muy de madrugada y me quedé junto a ella— menti.

—Esta bien hija, ¿vendrás a almorzar? Hice pizza y aquí está Mateo— menciono con sutileza.

Mi madre, era un ángel. Pero cuando se molestaba, no había quien se salve.

—Si mami, despierto a Martina para que desayuné por lo menos y voy— sonreí.

—Esta bien corazón, no te tardes mucho. Te esperamos— hablo mi mamá despidiéndose.

𝐅𝐈𝐄𝐁𝐑𝐄│𝖩𝗎𝖽𝖾 𝖡𝖾𝗅𝗅𝗂𝗇𝗀𝗁𝖺𝗆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora