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Sentí unos brazos tocar mis hombros despertándome al instante, frunci el entrecejo y mire para todos lados dándome cuenta que estábamos estacionados en una casa de madera muy rústica pero moderna.
Abrí los ojos bien y me encontré con Jude a mi lado, mirándome con una risita.
—Duermes bastante— murmuro un poco cansado.
—Es lo que mejor se hacer— rei.
—Ya llegamos— dijo para bajarse del auto y caminar hasta abrirme la puerta y extenderme la mano. —Vamos señorita, antes que empiece a llover- dijo amablemente.
Sonreí y agarre mis cosas, al tocar mis zapatos al pasto mi piel se erizo por lo frío que era el lugar, rápidamente fui hasta la entrada de la casa en dónde la puerta era blanca y tenía un mini techo que cubria las pequeñas gotas de agua que caían sobre nosotros.
Jude repitió mi acción y saco un juego de llaves de su bolsillo, entrando rápidamente junto a mí y cerrando la puerta.
Mire el lugar y el cómo era, tenía una chimenea, la casa se podría ver rústica por fuera pero por dentro parecía una casa de Madrid, habían cuadros de la familia de Jude, de el pequeño, su hermano Jobe, sus padres, sus primeros trofeos.
Camine lentamente mientras Jude acomodaba la calefacción ya que en ese lugar hacia -5° bajo cero, sentía que me estaba muriendo del frío tanto que empecé a temblar.
—¿Está es tu casa?— frunci las cejas.
Jude nego rápidamente.
-Es nuestra casa de campo, no solamente es mía pero es un lugar especial así que quería traerte- sonrió.
—¿Vienen seguido?— lo mire.
El quedó un poco pensativo.
—Venimos cada vez que hacemos un triunfo, es lindo venir de vez en cuando— camino hasta mi haciendo señas de que me sentará en el sofá.
—¿Tus papás no se molestaran?— pregunté nerviosa.
El empezó a reírse.
—No estamos haciendo nada malo, ¿o si?— se quitó la camiseta del Madrid.
