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"I drive a sports car just to prove i'm a real big baller cause i made a million dollars and i spend it on girls and shoes"

Sentía como todo mi cuerpo se deslizaba lentamente, dejándose llevar por el ritmo de la música, no sabía cuánto tiempo había pasado ni cuando alcohol estaba en mi sistema pero lo que sí sabía es que era demasiado

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Sentía como todo mi cuerpo se deslizaba lentamente, dejándose llevar por el ritmo de la música, no sabía cuánto tiempo había pasado ni cuando alcohol estaba en mi sistema pero lo que sí sabía es que era demasiado.

Nunca me había imaginado estar en un bar hasta altas horas de la noche bailando con los chicos que yo veía en la televisión a un lado de mi, tampoco es como que esta noche hayamos platicado y nos hayamos conocido lo suficiente, pero sin duda era un sueño.

Observaba con curiosidad el vibrante escenario a mi alrededor y todo lo que sucedía. Algunos pilotos eran dueños de la noche, compartían risas y charlas animadas con las invitadas que habían decidido subir al área reservada. En la pista de baile, la música y las risas fluían en un vaivén embriagador de movimiento y alegría. Sin embargo, mi atención se había clavado en ellos, los Ferrari Boy, distantes en una esquina, rodeados de un séquito envuelto de chicas que emanaban emoción y deseo.

Absorbidos en su propio universo, observaba cómo las mujeres se acomodaban a su alrededor, algunas charlando, otras bailando al ritmo de la música, todas emitiendo una energía magnética. Era un rincón eclipsado por la fascinación, un reino propio de los Ferrari Boy.

Observe a quien hace un rato hablaba con Sergio, el famoso Charles Leclerc, parecía muy animado con todo lo que sucedía a su alrededor. Nuestros ojos se encontraron en una conexión extremadamente rápida, y en ese instante, soltó una sonrisa de lado. Con discreción, retiré mi mirada, no quería que pensara que lo estaba espiando o que pensara que estaba tratando de entrar en su fascinante reino. Opté por sumergirme de nuevo en mi entorno, pero la intriga persistía, creando una tensión emocional, ¿quería volver a voltear? Por supuesto pero, ¿lo haría? Claramente no.

Entre la agitación de la fiesta, sentí el suave roce de una mano en mi brazo, una intrusión que me obligó a desviar mi atención del caos luminoso de la pista de baile. Mi mirada se encontró con la figura de Esteban, un piloto que, hasta ese momento, había pasado desapercibido en la bulliciosa celebración. Liberó mi brazo de inmediato, pero su presencia persistió de manera intensa, como una sombra inesperada.

Esteban se movía con destreza, bailando al compás de la música, pero su proximidad resultaba perturbadora. Cada paso parecía estar destinado a acortar la distancia entre nosotros. Las luces destellaban, la música vibraba, y yo, sumida en un estado de euforia etílica, me sentía vulnerable ante la presión insistente de su cercanía.

No importaba cuánto intentara sumergirme en lo que podía ser mi mundo, la intriga desagradable de la situación persistía. ¿Qué pretendía Esteban al acercarse de esta manera? Sus movimientos eran demasiado insistentes, como si intentara traspasar una barrera invisible.

M ó naco | ᴄʜᴀʀʟᴇꜱ ʟᴇᴄʟᴇʀᴄDonde viven las historias. Descúbrelo ahora