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"A veces dejarse llevar no es lo correcto pero es lo necesario".

Una semana, una semana había pasado desde la última vez que vi a todos

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Una semana, una semana había pasado desde la última vez que vi a todos. No había sabido nada de nadie más que de George que estuvo pendiente de escribirme y mandarme fotos de todo lo que hacía durante la semana que no hubo Gran Premio, él había regresado a reino unido.

Anthony y yo nos habíamos quedado en España en otro hotel pues la mañana siguiente nos habían casi casi echado por el ruido de la pequeña reunión que habíamos organizado.

Sergio nos había invitado a viajar a México a su casa en Guadalajara pero:
1. no estaba lista para regresar a méxico después de tantos años.
2. no sería bien visto ante su esposa e hijos que nos quedáramos con ellos.
La opción fue quedarnos en españa y volar a Canadá para el gran premio. Sergio se aseguró de que llegaríamos a Canadá porque su escudería pasaría por nosotros para llevarnos hasta allá, de no haber sido así, hubiera sido capaz de fugarme y no tener nada más que ver con él.

—Así que Canadá, ¿huh? —dijo Anthony a mi lado. Estábamos bajando del avión privado de la escudería.

A decir verdad todo esto seguía siendo nuevo, tener que volar tan seguido a ciudades diferentes. No poder tener un hogar fijo como lo había tenido 20 años de mi vida. Suspiré resignada acomodando los lentes de sol que adornaban mi rostro.

—No nos queda de otra más que acostumbrarnos —encogí los hombros—, por lo menos hasta que cumpla los 21 y no tenga que depender de un padre o tutor.

—Mir, cumples 21 hasta el otro año —Anthony rodó los ojos.

—Entonces acostúmbrate porque tenemos toda la temporada por delante de viajes y más viajes por todo el mundo —solté irónica levantando mi dedo pulgar. Mi hermano se limitó a reír.

Me quedé en silencio lo que restó del viaje hasta el gran hotel donde nos hospedaríamos esta semana. Sentía que los hoteles donde nos hemos estado quedando, guardaban la esencia del país que visitáramos.

Estar en Canadá me hacía sentir más cerca de casa de lo que me sentí cuando estuvimos en Mónaco o España.

—Ya llegamos, Mir —fue Anthony el encargado de sacarme de mis pensamientos.

Bajamos del auto de la escudería, observé la fachada del hotel, era mucho más bonita en persona que lo que había visto en fotos cuando supe a qué hotel iríamos. No podía acostumbrarme a tanto lujo. Anthony tomó mi mano para encaminarnos hacia el interior del gran hotel.

—Tenemos una reservación a nombre Anthony Miller —fue mi hermano el que habló.

—Identificación, por favor —pidió la chica recepcionista. Anthony sacó de su bolsillo su ID y la mostró, recibiendo una tarjeta de acceso con el número de habitación.

M ó naco | ᴄʜᴀʀʟᴇꜱ ʟᴇᴄʟᴇʀᴄDonde viven las historias. Descúbrelo ahora