14.

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Run away

—Paso por ti en una hora

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—Paso por ti en una hora. Ponte más guapa si es que se puede —George guiñó un ojo y salió de mi vista.

Cerré la puerta tras de mí, él no había dicho mucho. Solo que comeríamos y más tarde festejaríamos con los demás por su primer y segundo lugar de él y su compañero, Lewis.

Recargué mi espalda en la puerta y dejé salir el aire que no me había dado cuenta que retenía recibiendo por parte de Anthony una mirada penetrante.

—¿Estás segura de que esto es lo que quieres? —arqueó una ceja. Observé sin entender.

—¿Por qué lo dices?

—Te conozco Miranda, somos hermanos. Se cuando en esa cabeza suceden cosas aunque no me las quieras decir.

—Esta todo bien, no te preocupes.

Anthony no estaba convencido, yo también lo conocía. Habíamos pasado muchos años juntos, nuestros papás se habían encargado de formar una familia comprensible, llena de amor y confianza. Habían criado a dos hijos que aunque no eran hermanos de sangre, eran hermanos de corazón. Anthony y yo nos contábamos todo. Hasta este momento, yo no quería preocuparlo.

—Voy a salir más tarde —se limitó a decir y lo observé desconcertada.

—¿Con quién?

—Con Max —hizo una pausa— y Sergio —continuó y entonces se echó a correr en cuanto vio que yo también lo hice.

—¿Cómo que Sergio, Antonio?

Anthony no se detenía, corría por toda la habitación de hotel, por encima de las camas, aventaba todo a su paso.

—¡Anthony! No tengo mucho tiempo, por favor.

Pero él no hacía caso, reía a carcajadas como desesperado.

—¿Desde cuando eres amigo de los de la marca de bebidas? —solté siguiendo su paso y entonces se detuvo para seguir riendo.

—¿La marca de bebidas? —rió arqueando una ceja.

—Así la llamaste tú alguna vez —encogí los hombros.

—Bueno, estabas muy ocupada con todo el asunto de Charles, George, tu enemistad con tu papá —observé mal a mi hermano—. No es mala persona, Miranda —me dirigió una mirada tierna.

—Anthony...

—Es en serio y te prometo que no hemos hablado de ti, o por lo menos no mucho —soltó una risita—. Él verdaderamente se preocupa por lo que te pasa pero quiere darte tu espacio hasta que te sientas cómoda.

—Bueno, ¿y qué van a hacer? —cambié el rumbo de la conversación.

—Rentaron la azotea de un club en el centro de la ciudad. Seguro es ahí a donde más tarde te llevará Russell.

M ó naco | ᴄʜᴀʀʟᴇꜱ ʟᴇᴄʟᴇʀᴄDonde viven las historias. Descúbrelo ahora