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04 de Junio de 2023
La tarde del Gran Premio de España trajo consigo una atmósfera vibrante y nerviosa. George y yo llegamos al Paddock unos minutos antes de que comenzara la carrera. La escudería había rentado un auto elegante para George, y las cámaras de la prensa estaban listas para capturar cada momento.
El británico bajó del auto con una elegancia que solo él poseía, sus lentes de sol aportaban un toque de misterio y estilo a su imagen. Con su cabello perfectamente despeinado, se acercó y me abrió la puerta con un gesto caballeroso. Me rodeó con su brazo derecho, creando una burbuja privada en medio del caos mediático. Ignoramos las preguntas y flashes de la prensa mientras caminábamos hacía la entrada del Paddock.
Apenas lograba escuchar las preguntas que lanzaban los periodistas; mi mente estaba ocupada tratando de encontrar un equilibrio entre la realidad y la fachada dada a los medios. George, por su parte, parecía en su elemento, moviéndose con gracia a través del caos con una sonrisa encantadora, algo que sólo Russell podía hacer.
Nos dirigimos al motorhome de Mercedes y George entró al vestidor para que se cambiara y se pusiera su traje de piloto. Aproveché el momento para respirar profundamente y ordenar mis pensamientos.
Era un domingo soleado, pero dentro de mí, una tormenta emocional rugía con fuerza. No había sabido nada de Charles durante el sábado de clasificación, sólo lo vi por la pantalla de la zona VIP.
Observé a George una vez que salió cambiado y su mirada se cruzó con la mía. Me dedicó una sonrisa que provocó un cosquilleo en mi estómago. Mi mente divagó entre la conexión intensa y más profunda con Charles y la distracción tentadora que George representaba. Estar con George significaba un escape momentáneo de todas las complicaciones que enfrentaba.
Lucía increíblemente impecable y listo para enfrentar la pista. Me acerqué a él, y juntos nos dirigimos hacia el área de partida. El rugido de los motores y la anticipación en el aire crearon una mezcla electrizante de emoción.
—Nos vemos en un rato —sonreí dando media vuelta para salir del taller y dirigirme al área VIP del Paddock.
—¿Quieres quedarte a ver la carrera desde aquí? —invitó George y acepté dudosa.
Sería la primera vez que vería una carrera desde un taller y sabía a la perfección lo que eso significaba. Cámaras, la prensa, etc. Suspiré.
—¡Miranda, que bueno que nos acompañas hoy! —saludó Toto.
—Me invitó George —sonreí.
—No te arrepentirás, con las practicas de ayer y las de más temprano creamos una estrategia impecable —presumió.
—Necesito ver para creer.
—Estamos buscando el 1-2 —susurró acercándose a mi, tapándose la boca con una mano. Sabía el porqué lo hacía, había cámaras que grababan todo el tiempo y era información confidencial—, pero no diré más—. Guiñó un ojo y se encaminó a su lugar. Se colocó sus auriculares y un ingeniero de George me pasó unos. Los coloqué en mis oídos y di unos pasos hacía atrás para poder ver la pantalla.
