17
Joshua se ofreció a llevar a Nahomi a su casa después de almorzar. El día sigue precioso. Ethan tiene planeadas varias cosas para esta tarde. Yo solo me dispongo a dejarme llevar a donde él quiera, cambiando de canciones en la radio, me detengo al escuchar “destino o casualidad” de Melendi. Abro la ventanilla y dejo que el viento revolotee entre mi cabello; cierro los ojos y disfruto del viaje.
–Llegamos–
Abro los ojos. Estamos en la playa, o, como lo llaman aquí, “la costanera”. Ethan baja mi silla y la lleva a unos cincuenta metros hasta llegar a una acera, ya que el estacionamiento está repleto y no sobró más que estacionar bajo unas palmeras en la arena. Ethan vuelve, me carga sobre su espalda y camina rumbo a la silla, me agarro de su cuello y muevo mis piernas mirando mis zapatos rojos.
–Tara si te mueves así no lograremos llegas hasta allá–
–¿Y para qué tienes estos musculotes entonces? – pregunto apretando al fin su dura y perfecta musculatura. El sonríe, exhausto, suspira
–¿Puedes estar de pie unos segundos? Necesito tomar aire–
Me baja, me sujeto de él mientras respira. Me mira con picardía mientras sigue apoyado con las manos sobre las rodillas. Se agacha un poco más, me da la espalda, me toma de la mano y acerca su redondo y esponjoso trasero a mí
–Sujétate– me dice y me carga sobre su espalda nuevamente, intento aferrarme con las piernas a su cintura
¡Estoy volando!
Ethan me baja sobre mi silla, irradiando una gran sonrisa, al igual que yo; hace mucho no me divertía así. El se agacha, respirando muy rápido, me toma de la mano
–¿Estás bien?
–Estoy excelente– me toca la nariz, se levanta y empieza a caminar, voy a su lado
—————
Estoy sentada sobre una manta sobre la arena, bajo la sombra de un techillo de paja, observando el vaivén de las olas del Paraná. Han pasado varias horas desde que llegamos. Siento que me he quemado un poco la piel, está roja. Ethan vuelve de la tiendita de helados, se ha puesto unos shorts de playa y se ha quitado la camisa; él cree que sonrío por los helados que trae en mano, en realidad sonrío de placer al observar sus bien trabajados abdominales y pectorales, cada gota de sudor que le escurre baja por su curvatura como si de un suave y refrescante arroyo se tratara.
Ethan se sienta a mi lado y me pasa un helado
–qué bien se está aquí, la paz, la tranquilidad, la soledad, no tienen precio—
No tengo nada que agregar a lo que ha dicho, lo miro por unos segundos y vuelvo la vista a las olas y a las aves que buscan ostras para alimentarse
–¿Cuándo piensas hablar con tu padre–
–Tengo que hacerlo lo antes posible, me duele engañarlo. Esta mañana casi le he mentido, no me gusta, porque, ha hecho tanto por mí, no quiero decepcionarlo–
–Si quieres puedo acompañarte cuando hables con él–
–No, esto, tengo que resolverlo yo con él, tendrá que aceptarlo–
Ethan me sonríe, me agarra del hombro y me acerca a sí, me recuesto a él.
De pronto el sol se oscurece y unas nubes grises aparecen, el viento sopla fuerte y fresco–Creo que debemos irnos–
Comenzamos a cargar las cosas a la mochila, Ethan me la pone a la espalda y comienzan a caer las primeras gotas gordas de un aguacero. Eth me toma de la mano y me pongo de pie, doblo la manta, la lluvia cae repentina y fuerte, Ethan me sube a su espalda de nuevo e intenta ir lo más rápido posible por la acera, ya a unos metros del automóvil se detiene en seco
–¡¿qué haces?! ¡Nos vamos a mojar!–
–pero si ya lo estamos– dice y comienza a dar giros sobre la arena mojada
–Ethan, ¡basta, me vas a hacer vomitar!
Caemos al suelo muertos de risa.
————
–Aquí te dejo una toalla limpia, iré a buscar algo que puedas ponerte después–
Ethan sale del baño, dejándome sentada sobre el inodoro con la tapa cerrada. Me quito la blusa y la dejo caer al suelo
“Mal día para usar leggins”
Se han pegado tan fuerte a mí por la humedad de la lluvia, que no puedo quitármelos sola. Ethan entra con ropa suya en las manos
–Aquí te traje una sudadera que creo te servirá hasta secar tu ropa–
Al verme semidesnuda levanta inmediatamente la vista y da media vuelta –Lo siento, te la dejo aquí junto a la toalla––Eth, necesito tu ayuda– digo con gran pena. Él da media vuelta –¿Me ayudas a quitarme estos? Se me pegaron por la lluvia–
Ethan se acerca a mí, estamos muertos de pena los dos, las mejillas nos arden. Se agacha y toma mis leggins de la cintura y empieza a tirar hacia abajo, me agarro de sus hombros, el pobre está congelado, y noto que el vapor de nuestros cuerpos se fusionan en el aire. Finalmente estoy en ropa interior, Ethan deja caer lo leggins, fija su mirada en la mía, mi cabello mojado se le ha pegado en la cara, se lo suelto con un dedo, suavemente. Mi corazón late muy rápido, posa sus manos a mi cuello
–Estás helada– susurra
–Tú igual–
Su mirada se posa a mis labios descoloridos por el frío y posa sus carnosos labios sobre ellos, transfiriéndome todo el calor que necesito para seguir existiendo
Dios, estas mariposas
Cierro los ojos y me dejo llevar, siento que floto
Qué bien huele
Poso mis manos sobre su espalda y cuello y lo tiro hacia mí. El beso se vuelve intenso, pero su teléfono suena, deteniéndonos con la respiración agitada, los ojos encendidos y pupilas dilatadas
Salvada por la campana, una vez más.
Ethan me besa la frente y sale del baño
Suspiro temblando y sonriendo. Me meto a bañar.
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Caminando a tu Lado|Andrea Gallas
Teen FictionTara Evans tendrá que luchar con todas sus fuerzas tras despertar de un coma de 5 años. ¿recuperará el amor de Ethan?¿Volverá su vida a ser feliz?... "Un día despiertas sin poder mover un sólo músculo, la desesperación te embarga. De una vida activa...